Velazquez

El movimiento
español 1959:

entre la Revolución cubana y
los servicios secretos mexicanos

The Spanish Movement of 1959: Caught Between the Cuban’s Revolution and Mexican Secret Services

Aurelio Velázquez Hernández*

Resumen: En el presente artículo tratamos de realizar un acercamiento sobre qué fue el Movimiento Español 1959.1 Nos interesa especialmente contextualizar este movimiento en la situación internacional del momento, comprender su vinculación ideológica con la Re­volución cubana y comprobar su alcance y significado. A través de los informes de la Di­rección Federal de Seguridad de México podremos entender el porqué del interés que despertó en las autoridades mexicanas.

Palabras clave: Exilio republicano, México, Servicios secretos, Revolución cubana, Movimiento Español 1959.

Abstract: In this article we try to make an approach to which the Movimiento Español 1959 was. We are especially interested about contextualize this movement in the international situation, understand their ideological ties with the Cuban revolution and check its scope and meaning. Through the reports of the Dirección Federal de Seguridad of Mexico we can understand the interest sparked to the Mexican authorities.

Key words: Republican Exile, Mexico, Secret Services, Cuban Revolution, Movimiento Español 1959.

Introducción

El Movimiento Español 1959,2 ha sido definido por Eduardo Mateo Gambarte como: “el último latido de los más jóvenes exiliados por incorporarse a la lucha antifranquista”.3 Pese a su limitado número de participantes y su corto recorrido, representó un fenómeno destacable al estar encabezado por la llamada “segunda generación del exilio republicano español”. Se trataba de una generación compuesta por los hijos de aquellos exiliados que tuvieron que dejar España con motivo de la derrota republicana en la Guerra Civil española (1936-1939). Su peculiaridad se centra en que estaba formada por jóvenes de nacionalidad mexicana, algunos por nacimiento, otros por naturalización, que se habían formado en México y se encontraban perfectamente integrados en el país pero que, a comienzos de la década de los sesenta, al alcanzar su madurez, decidieron pasar a la primera línea de acción política antifranquista.

No obstante, su militancia política se ejercería desde una perspectiva y unas estructuras mentales muy diferentes a las de la generación de sus padres. Pese a que cada individuo podía tener sus propias concepciones políticas, y a que existía una aceptación general del republicanismo, incluso con un cierto carácter identitario,4 por lo general, se caracterizaban por un fuerte rechazo a los partidos y partidismos políticos tradicionales y un alejamiento de sus estructuras políticas.5 Por ello, destaca tanto la explosión espontánea y efímera que representó el Movimiento Español 1959, que a modo de abreviación utilizaremos me/59.

En el presente artículo, trataremos no solamente de comprender el origen, alcance y desarrollo de este fenómeno político, puntos que han quedado relativamente claros en la bibliografía existente sobre el tema, sino que buscaremos acercarnos a la posición de las autoridades mexicanas al respecto. Demostraremos cómo los servicios secretos de este país se preocuparon de mantener vigilados a sus principales actores e investigaremos acerca de las causas de este control gubernamental que, en algunas ocasiones, quedaría más que patente.

El nacimiento del Movimiento Español 1959

El me/59 surgió bajo la influencia de la Revolución cubana, uno de los acontecimientos de mayor relevancia e impacto internacional de aquel momento. Dicha influencia no se quedaría sólo en la elección de un nombre para el grupo, claramente inspirado en el levantamiento cubano “Movimiento 26 de Julio”, sino que el triunfo de esta Revolución, en enero de 1959, sirvió para que los jóvenes exiliados españoles vieran la conveniencia de tratar de adaptar a España el modelo cubano. Intentaron romper con la política antifranquista que se había desarrollado en el exilio y comprendieron que solamente se podía derrocar al régimen desde el interior. De forma que el papel de los exiliados —al igual que hicieron los hermanos Castro y Ernesto Guevara desde su exilio mexicano— era el de preparar una plataforma de cara a lograr generar un movimiento contestatario en el interior de tal magnitud que finalmente lograra acabar con la dictadura.

Desde el final de la Guerra Civil (1936-1939), el panorama político del exilio se había encontrado totalmente fracturado entre diferentes facciones.6 Los hijos de los exiliados que conformaron el me/59 aborrecían las disputas y enfrentamientos que habían protagonizado la vida política de sus padres desde su salida de España. José Miguel (Jomi) García Ascot, quien sería el primer secretario general del me/59 firmó un artículo titulado: “Tradición y traición” en el que se despachaba contra la política desarrollada por la generación de sus padres en los siguientes términos:

Me refiero a la lucha de facciones, a esa lucha lateral con que se substituye muchas veces a la frontal. Resulta, en efecto, mucho más fácil atacar a los Socialistas, a los comunistas, a Izquierda Republicana, a España Errante, a los anarquistas, a Acción Democrática Española etc. que trabajar en una acción conjunta contra el franquismo. […] en realidad no son sino formas disimuladas —pero inequívocas— de traición. Traición a una causa común, traición a una lucha común, traición al logro de una meta. […] ¿Es que no aprendemos nunca?, ¿es que nos merecemos el exilio?, ¿es esto lo que pretendemos aportar a una España liberada?7

Como vemos, la guerra de facciones que dividió al exilio no representaba para ellos sino una traición al conjunto del pueblo español sometido al franquismo. Se trata de la toma de conciencia de una nueva generación. Es fundamental tener en cuenta que este me/59 se echa a andar en un momento en el que venían desapareciendo las grandes figuras políticas del exilio. Así, por ejemplo, en 1962 murieron, por este orden, Diego Martínez Barrio, Indalecio Prieto y José Giral. Otro de los militantes de este grupo, José de la Colina, en un discurso realizado en marzo de 1960 en representación del me/59 profundizaría en este aspecto:

El Movimiento Español 1959 no tiene más ideología, como agrupación en la que hay múltiples ideologías, que la de esa confianza en el futuro de los españoles, en la sensibilidad y capacidad constructiva del pueblo español para recuperar su dignidad y libertad. […] Porque nos parece una injusticia radical ponerse a escoger y pedir carnets cuando lo que hay que hacer es salvar a los hombres que luchan contra la peste fascista. […] Hacemos todo lo posible por ayudar a los resistentes del interior; cotizamos para enviarles todos los meses, por lo menos una remesa de mil pesos.8

Los miembros de este movimiento se habían concienciado de que no se podía pretender dirigir el antifranquismo desde el exterior de España. La acción desde el exilio se había mostrado totalmente inoperante y, en esa línea, nunca podría llegar a derribar al régimen de Franco que, muy al contrario, se encontraba más asentado que nunca. Recordemos que pocos años antes, en 1955, la España franquista había logrado su aceptación como miembro de pleno derecho de la Asamblea de las Naciones Unidas. Por lo tanto, este Movimiento Español 1959 representaba la toma de conciencia de la necesidad de pasar el relevo al interior de España. La lucha antifranquista debía realizarse desde dentro pues era la única vía capaz de derribar al régimen. Así, la acción del exilio tan sólo debía centrarse en el apoyo y el refuerzo de la oposición interior.

Con este caldo de cultivo ideológico y generacional, la formación del me/59 tuvo su origen en un acontecimiento puntual que provocó la unidad de acción de grupos procedentes de ideologías muy diferentes. En junio de 1959, el representante oficioso de la España franquista en México, Manuel Oñós de Plandolit, anunció que iba a festejar el aniversario del “glorioso alzamiento nacional” del 18 de julio de 1936 con un gran banquete en el Casino Español de México. Oñós de Plandolit había sido nombrado en 1956 como ministro plenipotenciario de España en México. El gobierno mexicano nunca llegó a reconocer oficialmente al régimen de Franco por lo que la labor de este representante nunca pudo ser más que oficiosa.9 No obstante, desde su nombramiento, Manuel Oñós se había encargado de multiplicar sus actividades sociales entre el cuerpo diplomático acreditado para tratar de dotar de cierto aire de oficialidad su gestión, al mismo tiempo que procuraba ganar para su causa a la antigua colonia española radicada en México y a los medios políticos y periodísticos del país.10

El incremento de actividades de la representación franquista ya había levantado los recelos de amplios grupos de refugiados españoles. Pero la publicación en la prensa de que, por primera vez, pretendía celebrarse en México de forma oficial el 18 de julio con la asistencia de representantes diplomáticos de varios países y simpatizantes de la causa franquista desató la ira de los refugiados más jóvenes. La reacción fue inmediata. De forma espontánea una decena de jóvenes republicanos se reunieron en casa del pintor Xavier de Oteyza. Sobre ese momento, el propio Oteyza recuerda que: “nos pusimos como locos… hay que hacer algo, hay que hacer algo. Empezamos a hablar con la gente y resulta que a todo el mundo le estaba pasando lo mismo que a nosotros”.11

En esa reunión se acordó hacer un llamamiento para sugerir acciones de cara a anular aquella celebración. Al día siguiente, se realizó una asamblea en el Casal Catalán a la que ya acudieron un centenar de personas, convocadas de forma improvisada y movilizadas por el boca a boca. Federico Álvarez destaca el hecho de que en este movimiento espontáneo se unieran jóvenes de todas las tendencias políticas y, confiesa, que una de las primeras ideas consistía en tratar de secuestrar a Oñós de Plandolit:

Pensábamos en todo: automóviles, casas, lugares, porque a la temeridad desfachatada de Oñós de Plandolit queríamos responder con un acto igualmente notorio. Hubo quienes vigilaron a Oñós de Plandolit, su casa, sus salidas y entradas, etc. […] También se organizó un comité especial por si hubiese que asaltar el local del Casino Español.12

No obstante, el secuestro nunca llegó a realizarse aunque estuvieron bastante cerca. Antonio Martín-Lunas afirma que:

[…] pensándolo en la distancia me parece una locura porque nos hubiéramos metido en un enredo pero serio […] éramos cuatro y estábamos parados en el carro, esperando la salida de éste, ya para raptarlo y entonces llegó Fede [Federico Álvarez] y dijo: no, no que no hagan nada. Venía, yo creo de consultar al Partido [Comunista] o algo así, le echaron la línea y entonces nos paró ¿eh? ... qué bueno […] y ahí se acabó eso.13

Sin embargo, sí que se llevaron a cabo acciones más moderadas. En la mañana del 16 de julio, la fachada del edificio de la representación oficiosa de España apareció pintada con insultos contra Franco y pidiendo la expulsión de Oñós de Plandolit. Españoles y mexicanos repartieron volantes de protesta por las calles.14 Finalmente, la embajada republicana —única representación española reconocida oficialmente por las autoridades mexicanas— tomó cartas en el asunto y protestó oficialmente ante la Secretaría de Gobernación. El futuro presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, por entonces subsecretario de Gobernación, se entrevistaría con Oñós de Plandolit para sugerirle suspender el acto ante la posibilidad de que se generaran incidentes graves. Recomendación que Oñós de Plandolit tuvo a bien aceptar, de forma que el 16 de julio se anunció en la prensa la suspensión de la celebración prevista.

Un hecho anecdótico como el de esta truncada celebración del 18 de julio tuvo, no obstante, un resultado reseñable: que jóvenes de todas las ideologías del exilio, que no habían participado en la guerra, se unieran por primera vez con el deseo de llevar a cabo una acción significativa. Ante la ilusión y la unidad generada por esta movilización puntual, sus principales responsables trataron de capitalizar el impulso para institucionalizar este movimiento de forma estable. En una nueva asamblea, celebrada en el Ateneo Español de México, se decidió de forma unánime: “continuar unidos, extender aquel germen de acción política, establecer relaciones directas con España, crear un organismo, unir a los del exterior y los del interior”.15

El 28 de agosto de 1959 nació oficialmente el Movimiento Español 1959, se definía, en todo momento, como un movimiento apartidista. En su “Declaración de Principios”, publicada en diciembre de ese año, con las firmas de más de 170 jóvenes republicanos, afirmaban que el movimiento se había organizado para responder a una exigencia definitiva de las nuevas generaciones del interior de España: “la de crear una resistencia contra la tiranía con un espíritu y formas de lucha más positivas y operantes que los aplicados hasta ahora”. Reclamaban la necesidad de olvidar las disputas que habían protagonizado la política del exilio republicano, a las que definían como “rencillas que nosotros no comprendemos y que ya es tiempo de superar” y demandaban un cambio de orientación que buscara la unidad de todas las fuerzas antifranquistas del interior y el exterior.16 Tras varias asambleas realizadas en el Ateneo Español, acabaron por dotarse para su funcionamiento de una mesa directiva compuesta por: Jomi García Ascot como secretario general; Mariluz Conde como encargada de Finanzas; Fernando Medrano encargado de Organización y Control; Federico Álvarez de Propaganda; Xavier de Oteyza de Relaciones Públicas; Manolo Meda de Relaciones Exteriores; Julián Zugazagoitia de Relaciones con España y Justo Sotomonte de Actividades.17

No obstante, los miembros de la directiva fueron cambiando en la medida que el organismo se iba asentando. De forma que, de la directiva original, al cabo del primer año sólo quedaban tres de sus miembros: Xavier de Oteyza, Justo Sotomonte y Federico Álvarez. En el libro de actas, que se inicia el 12 de marzo de 1960 y termina el 21 de junio de 1961, aparecen determinados los estatutos que reglaban el funcionamiento de esta directiva que se reunía una o dos veces por semana. Las bases de este movimiento fueron: “unidad, nuevas generaciones, relación directa con ‘los de España’, sujeción a las necesidades de los de España, abandono de una política de exilio”.18 Para marzo de 1960, el movimiento ya mantenía continua correspondencia con varias organizaciones del interior de España como: Agrupación Socialista Universitaria, Unión Democrática de Estudiantes, Movimiento Socialista Catalán, Frente de Liberación Popular, Juventudes Socialistas Unificadas, así como con el gobierno republicano en el exilio.19

Según Patricia Fagen, en su estudio clásico sobre el exilio español, “un numero sorprendente de jóvenes participaron en el Movimiento 1959 y muchos más hubieran participado si hubiesen creído que había algo significativo con lo que hubieran podido contribuir”.20 El espíritu de ruptura con las disputas entre los exiliados y la feroz crítica a la generación anterior dificultaron la obtención de apoyos por parte de los partidos tradicionales en el exilio. Recuerda Antonio Martín-Lunas:

[… ] fuimos a ver a Indalecio Prieto. Fui yo con Fede [Federico Álvarez]. Fede ¿y quién más? ¡Ah! Justi [Justo Sotomonte] y Xavier [de Oteyza] … fuimos a verlo. Mira, nos recibió muy bien… Y después de la hora de discutir algo, no me acuerdo exactamente qué punto… le dijo una insolencia a Fede… fue así… pues, muy cómo era él…. Nos miraba así como a unos niños.

[…] Fuimos también a hablar con Jesús Hernández, fuimos a dar a la Embajada de Yugoslavia, él estaba allí en algún puesto, no me acuerdo cuál […] también estuvimos dialogando y lo de siempre… estaba la cuestión de que “ustedes son unos ingenuos […] no saben lo que es tratar con los miembros del partido comunista… que en España pasó esto y lo otro”. …Creo que nos consideraban unos niñitos que están empezando a jugar a la política sin saber nada de lo que está detrás […].21

Como se muestra en este testimonio, los miembros del me/59 trataron de obtener el apoyo de los principales líderes de los partidos tradicionales. Sin embargo, éstos no entendieron su nuevo discurso de unidad antifranquista, aún seguían muy abiertas las heridas del final de la Guerra Civil. Esta falta de apoyo, cuando no el abierto rechazo de los partidos establecidos en el exilio, dificultó la acción del me/59. Sus miembros eran, en muchas ocasiones, también militantes de alguno de estos partidos y recibieron presiones para abandonar el nuevo grupo. De la misma forma tampoco pudieron beneficiarse de las redes ya establecidas en el exilio y con grupos del interior.

Bajo la atenta mirada de las autoridades
mexicanas

Durante todo 1959 continuaron las actividades del grupo con un nuevo punto álgido en diciembre con las protestas por la visita oficial del presidente Eisenhower a Franco. Se trató de la primera gran acción organizada por el me/59. Ésta consistió en una espectacular manifestación que se realizó al modo de un desfile fúnebre. Elena Aub señala cómo:

La organización de la manifestación se discutió muy extensamente durante varias reuniones en el Ateneo Español de México, en la calle Morelos 26. Se pensó desde el principio en una manifestación muda, sin gritos ni slogans, de luto, y hasta se sugirió que las mujeres fueran con velo de duelo.22

Esta manifestación se organizó con un extremo cuidado para evitar herir las sensibilidades tanto de las autoridades mexicanas como de los representantes diplomáticos estadounidenses. Pretendían dejar claro que se protestaba contra el reconocimiento de Franco y no se pretendía insultar ni a Eisenhower ni a Estados Unidos. Los organizadores eran conscientes de que, si no se faltaba al orden, podría incluso contar con el apoyo de las autoridades mexicanas. En ese sentido, los miembros del me/59 se esforzaron por dejar patente que esta manifestación representaba un apoyo explícito a la política exterior mexicana, siempre firme en su posición antifranquista. Finalmente, la manifestación se celebró con gran éxito de asistencia. En los días siguientes, los principales periódicos mexicanos reflejaron en sus páginas alguna información al respecto. El triunfo de esta iniciativa movió a uno de los más representativos intelectuales del exilio, Max Aub —cuya hija Elena era una activa militante de este grupo— a definir al me/59 con las siguientes palabras:

Se descubrió que en el exilio había una fuerza juvenil que, al parecer, no había cobrado clara conciencia colectiva de sí misma, pero que, desde entonces, se ha convertido en una de las organizaciones más fuertes, prometedoras e interesantes del exilio. Su novedad, limpia y generosa, y su activo entusiasmo patriótico, son seguramente sus virtudes más altas.23

No obstante, a pesar de los esfuerzos por agradar a las autoridades mexicanas, las actividades que venían desarrollando pronto llamaron su atención. El caso del Movimiento Español 1959 nos permite poner de relieve una realidad muy diferente de la que tradicionalmente se ha venido planteando en cuanto a la idílica relación de las autoridades del régimen priista con el exilio republicano español. Una nueva realidad en la que podemos comprobar cómo los servicios de espionaje mexicanos se afanaron por mantener bajo control las actividades desarrolladas por estos jóvenes republicanos españoles. Se muestra cómo el seguimiento y la infiltración en los grupos españoles fue una constante para los servicios secretos mexicanos. La Dirección Federal de Seguridad (dfs) era la agencia dependiente de la Secretaría de Gobernación encargada de recabar información de actividades subversivas o terroristas en territorio mexicano.24 Entre 1962 y 1977, la dfs elaboró más de 60 informes con los movimientos de los asilados españoles, en los que se recababa todo tipo de información. Dónde realizaban sus reuniones, de qué se hablaba, quiénes acudían, qué propaganda manejaban, etc. La realidad distaba bastante de aquella imagen que trataba de proyectar el gobierno mexicano como un país de asilo para todos los refugiados del mundo.

Las relaciones de los miembros del me/59 con el régimen revolucionario cubano parecían preocupar especialmente a la dfs y en sus informes se ponía especial interés en demostrar dichos lazos. En ellos se documenta la existencia de numerosos contactos directos con el gobierno cubano y su embajada en México. El primer secretario general, Jomi García Ascot se trasladaría a vivir a Cuba a finales de julio de 1959 para trabajar en el recién creado Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos. Allí establecería relaciones con las nuevas autoridades cubanas y los grupos de exiliados residentes en la isla. El apoyo de la embajada cubana en México al me/59 fue evidente en todo momento, llegando incluso a colaborar económicamente en algunas de sus actividades.25

Para tratar de explicar el interés de la dfs en estos contactos con Cuba debemos comprender las complejas relaciones establecidas entre el México priista y la Revolución castrista. La posición oficial de México respecto a la Revolución cubana en materia de relaciones internacionales era bastante interesante. México había acogido a Fidel Castro y Ernesto Guevara en su exilio y desde Veracruz había partido la expedición del Granma. En un primer momento, tras el triunfo de la Revolución, el gobierno de López Mateos se apresuró a saludar al nuevo régimen y señalar sus similitudes con la Revolución mexicana. Posteriormente, al irse definiendo el régimen cubano como marxista leninista se irían alejando posturas pero sus relaciones bilaterales siempre estuvieron caracterizadas por el reconocimiento mutuo y la coincidencia de intereses internacionales. El apoyo a Cuba permitía a México reafirmar sus principios fundamentales en materia de política exterior: no intervención en asuntos internos y autodeterminación de los pueblos. Así como establecer un cierto margen de independencia frente a Estados Unidos en el ámbito de las relaciones multilaterales. A cambio, el régimen cubano manifestó su reconocimiento a los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (pri) y dejaba a México fuera de sus intentos por extender la revolución en América Latina.26

No obstante, la política en asuntos internos de México respecto a Cuba era muy diferente y estaba marcada por un fuerte recelo con relación a los vínculos con el régimen cubano. A pesar de los acuerdos tácitos alcanzados, las autoridades mexicanas temían que desde la Gran Antilla se tratase de financiar o promover las actividades guerrilleras de los movimientos subversivos de oposición en México. De forma que el gobierno de López Mateos no veía con buenos ojos la existencia, dentro de sus fronteras, de grupos vinculados a la Revolución cubana. Los servicios secretos mexicanos estaban, por tanto, muy atentos a las posibles relaciones de los jóvenes españoles del me/59 con Cuba. En los informes de la dfs se notificaba acerca de los viajes a la isla de Xavier de Oteyza de quien afirmaban que mantenía: “nexos estrechos con la embajada de ese país en México”27 y Federico Álvarez, a quien definían como: “el terrorista más peligroso del grupo, siendo indudables sus nexos con el general [Alberto] Bayo [Giroud] y con Ángel Galarza Gago exministro del interior en el gobierno del Presidente Azaña”.28 En otro informe de la dfs se afirma que:

El Movimiento español juventud de 1959 fue organizado a raíz del triunfo de la Revolución cubana, está integrado por jóvenes profesionistas, artistas, comerciantes, etc. que tienen el carácter de asilados políticos españoles o hijos de estos. Se fundó con la finalidad de apoyar a la Revolución cubana y a Fidel Castro, siendo el fin mediato, el promover un movimiento económico, social y militar que lograra derrocar a Franco. En sus reuniones secretas, expresaron que para lograr su objetivo, era imprescindible acudir a medios lícitos o ilícitos, incluyendo el asesinato y la extorsión, así como el terrorismo y el sabotaje si así lo requerían las circunstancias.29

En julio de 1960, una docena de miembros del me/59 marcharía hasta Cuba para participar en el Primer Congreso de Juventudes Latinoamericanas celebrado en La Habana y clausurado por el propio Fidel Castro. En su intervención, Federico Álvarez insistió en la idea de fraternidad entre la España antifranquista y la Cuba revolucionaria y que el me/59 sentía como propio el triunfo de aquella Revolución.30 Al finalizar el Congreso, se aprobó una resolución de condena al franquismo promovida por el me/59. Ignacio Villarías publicaría en la revista cubana Verde Olivo:

La Revolución cubana es ejemplar y todos los pueblos tendrán que seguir su camino si quieren ser libres. España se enfrenta a la imperiosa tarea de realizar esa revolución, tarea que tendrá que empezar por la unión de los españoles. El ejemplo que nos brinda la valerosa juventud cubana unida en la Asociación de Jóvenes Rebeldes, sirve a los jóvenes españoles en el exilio. España necesita unir a todos los patriotas para salvarla de su ruina y devolverle su libertad.31

Durante el año de 1960 las actividades del me/59 se centraron en las protestas por la detención en España del escritor Luis Goytisolo y el recrudecimiento de la represión franquista. El punto culminante de estas actuaciones llegaría en la mañana del 6 de marzo con la celebración de un gran acto de protesta en el cine Versalles de la Ciudad de México. Este evento contó, al igual que la manifestación celebrada meses atrás, con gran éxito de público —más de mil personas— e impactó en los medios de comunicación.32 Durante el mismo, José de la Colina pronunció un discurso en el que se exponen claramente los elementos ideológicos fundamentales del me/59: el hartazgo ante los enfrentamientos ideológicos y desencuentros políticos de sus mayores que la nueva generación no quiere reproducir y el reconocimiento de que el éxito de esta lucha no dependía del exilio sino de la unidad de éste con la vanguardia de la resistencia interior.33

La mayor parte de las actividades del movimiento durante los meses siguientes se dedicó a la recaudación de fondos con destino a financiar las actividades de insurrección en el interior de España. En este sentido, se orientaron actividades tales como la creación de un grupo de teatro experimental, la recaudación de cuyas obras se destinaban al me/59. También se fundó una editorial destinada a publicar libros de escritores del interior que sufrían la censura. No obstante, solamente se llegó a publicar una sola obra: Soldado y medio de Francisco M. Ortas. Se fomentó la celebración de un cineclub y subastas de obras de arte para la colecta de fondos. Y, por último, el grupo se encargaba también de la emisión de un programa de radio para dar difusión a sus actividades y objetivos. El recorrido de estas actividades fue muy desigual y, en general, su éxito económico, al parecer, fue bastante limitado.34 Todo lo recaudado era enviado a España para su empleo en la acción de la oposición interior y el auxilio a las familias de los presos.

Para el reparto de la ayuda a los presos y sus familiares el me/59 delegó una comisión de mujeres bajo la dirección de Dolores Masip. Según un informe elaborado por la propia Masip, en enero de 1960, por esas fechas ya se mantenía contacto con nueve presos de la cárcel de Burgos y catorce familias de presos habían recibido ayuda del me/59 en forma de ropa y dinero. Del mismo modo, también se enviaban paquetes de ropa a diecisiete familias, víctimas de la represalia, que pese a no tener familiares directos en la cárcel se encontraban muy necesitadas. En total entre diciembre de 1959 y enero de 1960 se habían enviado veintinueve paquetes con unos ciento cincuenta kilos de ropa.35 Estos materiales se recaudaban mediante donativos de los refugiados que el grupo de mujeres recolectaba y se encargaba de enviar. Según Ignacio Villarías: “La gente respondió muy bien y todo el mundo enviaba camisas muy bonitas y suéteres, mucha ropa, muchísima ropa, pero muchísima […] más bien yo creo que había más ropa que direcciones. Ése era parte del problema”.36 De este testimonio se deduce que resultaba difícil contactar con los presos y familiares del interior de España para hacerles llegar los numerosos donativos recaudados.

En cuanto a la acción política, el grupo se encargó de establecer contactos con las principales agrupaciones que operaban en el interior de Es­paña: Agrupación Socialista Universitaria (asu), Unión Democrática de Estu­diantes, Movimiento Socialista Catalán (msc), Nueva República, Frente de Liberación Popular, Movimiento Obrero de Euzkadi, Libertad para España, España Errante, Directorio Ibérico Revolucionario de Liberación, Movimiento Popular de Resistencia, Comité 1960 y Juventudes Socialistas Unificadas (jsu).37 Se procuraba ofrecer ayuda y recursos a todos estos grupos. No obstante, los contactos con el interior se realizaban siempre de forma indirecta, a través de representantes clandestinos y reuniones en París. Según un informe elaborado por Justo Sotomonte sobre una de estas reuniones: “fue mi frustración al darme cuenta de que en realidad, por lo que se refería a estos grupos no existía una oposición estructurada y era un poco como el Movimiento Español 59, nada más que en España, más expuestos a los palos de los grises que nosotros que estábamos más lejos, pero no mucho más eficaces”.38

Ante el despliegue de iniciativas emprendidas por este grupo, los servicios secretos mexicanos centraron sus preocupaciones en investigar las posibles actividades ilegales y sediciosas que pudieran desarrollar en México. En este sentido, en un informe de la dfs se denuncia una posible extorsión a empresarios para obtener financiación para el me/59. Comentan como:

Es un hecho comprobado, la existencia de un manifiesto que puede calificarse de subversivo, que se vio repartir personalmente a Apolinar Mogrovejo, Juan Perea y Dr. Eugenio Arauz y que el mismo, acompañado de cartas amenazantes, en las que se les exigía fuertes cantidades de dinero, so pretexto de recabar fondos para derrocar a Franco, les fueron enviadas a la mayoría de exiliados españoles con posibilidades económicas, pero hasta el momento no se ha podido establecer quién fue el autor de dichas misivas.39

La Dirección Federal de Seguridad se aventuraba a relacionar a los miembros del me/59 con toda una red internacional de peligrosos terroristas comunistas que formaban un brazo armado, el grupo Acción Revolucionaria Española (are):

En la primera quincena de marzo del año en curso (1962), numerosos republicanos españoles, principalmente profesionistas, comerciales e industriales, empezaron a recibir en sus domicilios cartas en las que se les amenaza y conmina a aportar antes del 31 del actual (marzo), sin excusa ni pretexto, cantidades que fluctúan de $ 20 000.00 a $ 125 000.00 al are, advirtiéndoles de que en caso de no hacerlo se atentará contra su vida o sus intereses.

Varios republicanos españoles de sólida posición económica residentes en México habrían recibido esta carta de extorsión, entre ellos personajes como: Fernando Rodríguez Miaja, Máximo Muñoz, Jerónimo Bugeda o Juan Simeón Vidarte, quien se apresuró a denunciarlo a las autoridades. Sean ciertas o no estas acusaciones, comprobamos cómo los informes de la dfs se esforzaban por demostrar la vinculación del grupo con Cuba y el comunismo internacional. Se observa claramente en el siguiente fragmento:

Los grupos a que se ha hecho alusión mantienen estrechas relaciones con el general [Alberto] Bayo [Giroud], español que fue quien entrenó a las fuerzas de invasión de Cuba que desembarcaron en la Isla antillana en 1958 al mando de Fidel Castro Ruz, estando considerado cómo militar experto, que en España estuvo reputado como un terrorista de primer orden, durante el régimen republicano. Las órdenes emanadas de este militar son transmitidas a Xavier de Oteyza y a los Coroneles Lara del Rosal y Perea, por conducto de la embajada de Cuba en México, donde vienen en valija diplomática.40

Sin lugar a dudas, la más grave de las sospechas que investigaron estos agentes de la Dirección Federal de Seguridad fue la de que estos jóvenes españoles, imitando las prácticas llevadas a cabo con éxito por el cubano “Movimiento 26 de Julio”, estaban: “entrenando en el manejo de ar­mas modernas y en actividades de terrorismo y sabotaje”. A pesar de que, como hemos visto, el me/59 centró sus actividades en el apoyo económico a los grupos ya establecidos en el interior de España y no tenían intención de lanzarse a la lucha directa, pues como afirmaba Justo Sotomonte: “no podíamos ofrecer mucho más, tampoco teníamos nosotros una estructura ni una organización, ni siquiera una mentalidad heroica, como para irnos a jugar el bigote al interior”.41 Según las averiguaciones que manejaban los servicios de información mexicanos estos ejercicios de entrenamiento se realizaban en una finca en el municipio de Salazar en la carretera de México a Toluca. En varias ocasiones, los informadores inspeccionarían los ranchos de La Marquesa y El Peñón situados en dicha zona sin que pudiera contrastarse la veracidad de estas afirmaciones.42 Al preguntar a los campesinos de la zona, los agentes confirmaron que grupos de españoles pasaban allí los fines de semana y: “practicaban el tiro sport, efectuando algunos ejercicios, al parecer calistécnicos”.43 La preocupación de los investigadores mexicanos se justifica debido a que el entrenamiento en prácticas guerrilleras de jóvenes españoles aunque: “en realidad no constituyen ningún peligro para el régimen franquista, pero sí para nuestro país, ya que en caso dado, los elementos adiestrados pueden ser usados para desarrollar sus actividades en México”.44

En 1961, tras el intento de invasión de Cuba en Bahía de Cochinos los jóvenes del me/59 participaron en varias movilizaciones de protesta. Una de ellas, el 16 de septiembre, fue reprimida violentamente por la policía. Posteriormente, algunos de los líderes del me/59 se reunieron con Luis Echeverría, por entonces subsecretario de Gobernación. Así describe Xavier de Oteyza aquella reunión:

Luego nos llamó Echeverría un día a su despacho… allí fuimos… a regañarnos. Nos llamó, con una cara así de larga a decirnos que no nos metiéramos en política mexicana. No nos metíamos en política mexicana nunca… claro que lo que pasa es que muchos de los miembros del Movimiento Español 59 estudiaban en la universidad.

Yo le dije a Echeverría: “oiga, participan por su cuenta, son estudiantes mexicanos, nacidos en México y mexicanos, ¿por qué no van a participar?”.45

Este testimonio resulta clave para entender la actuación de las autoridades mexicanas frente al me/59. Como vemos, el temor de ésta no estaba para nada vinculado a las actividades que estos jóvenes pudieran desarrollar contra el régimen de Franco sino en los vínculos que muchos de ellos mantenían con los movimientos estudiantiles mexicanos. Estos levantamientos ya comenzaban a tener una relevante participación política en México y aumentarían su intensidad e importancia en los años siguientes. La guerra sucia ejercida por el Estado para suprimirlos tendría su punto álgido con la “Matanza de Tlatelolco” en 1968. De nuevo Luis Echeverría, en esa ocasión ya como secretario de Gobernación, mantendría un oscuro papel activo en esos acontecimientos.46

El paulatino ahogamiento del Movimiento

El final de las actividades del me/59 acabaría sobreviniendo por el fracaso de sus principales objetivos. Como vimos, el eje fundamental de su acción se centró en ofrecer apoyo económico a las fuerzas de oposición interior gracias a todas aquellas cantidades que lograron recaudar a través de las diversas iniciativas que fueron poniendo en práctica. No obstante, el objetivo último era el de propiciar: “la formación en el interior de España de una sola organización, frente o movimiento capaz de extenderse, de influir, de abarcar cada día nuevos sectores, y que lograse ayudas y apoyos decisivos dentro y fuera de España”.47 Para la consecución de este objetivo último, el me/59 se lanzó a la organización de un gran congreso en el que pudieran reunirse representantes de las principales organizaciones juveniles del interior para coordinar sus actividades subversivas. Con este objetivo se celebró la “I Conferencia de Organizaciones Juveniles de la Oposición Democrática” que tendría lugar en París durante el mes de abril de 1962. De nuevo, el apoyo de la embajada y el gobierno cubanos sería fundamental pues proporcionó documentación y pagó el viaje hasta Europa de dos de los representantes del me/59 en esta conferencia.48 Para la celebración del encuentro se logró que un sindicato francés cediera por unos días unos locales ubicados en los sótanos de una escuela en una banlieue de París. Finalmente, acabaron acudiendo representantes de los siguientes grupos:

  • Agrupación Socialista Universitaria (asu), representada por cuatro delegados.
  • Bloc de Joventuts Socialistes de Catalunya, con un delegado.
  • Frente de Liberación Popular (flp), con cuatro delegados.
  • Juventudes del Partido Socialista Obrero Español de Madrid, con dos delegados.
  • Trabajadores Españoles de Alemania (tea), con dos delegados.
  • Federación Universitaria Democrática Española (fude), con un delegado.
  • Unión de Juventudes Comunistas (ujc), con tres delegados.
  • Euzkadi Ta Askatasuna (eta), con dos delegados.
  • Por el me/59 acudieron a la conferencia cuatro delegados de México y un delegado de Europa.49

El resultado de esta reunión se plasmó en una serie de resoluciones que transcribe Elena Aub en su libro sobre el me/59. En resumen, se acordaba un programa de máximos para España en el que se señalaba el restablecimiento de todas las libertades políticas, el derecho de autodeterminación de Cataluña, Euskadi y Galicia, una amnistía para todos los presos políticos, la elevación del nivel de vida del pueblo, una política de neu­tralidad en materia internacional y la aplicación de un conjunto de re­formas estructurales. Al mismo tiempo, se establecieron unas resoluciones sobre la situación universitaria y, en un nivel organizativo, toda una serie de medidas a corto plazo para la coordinación de los grupos juveniles de oposición: regularización de los contactos en España y creación de comités de base y enlace para la coordinación de programas de acción y propaganda de cara a la futura revolución en la península.50

Sin embargo, toda una serie de acontecimientos acabarían por anular la efectividad de estas resoluciones y hacer fracasar los intentos de coordinación del me/59. En primer lugar, es necesario tener en cuenta los efectos de la oleada de huelgas de la primavera de 1962. La huelga iniciada por los mineros asturianos pronto se fue contagiando a otros sectores como la siderurgia vasca o las industrias catalana y madrileña así como a los latifundios andaluces. Este movimiento huelguístico se caracterizó por no haber sido dirigido desde los partidos o sindicatos tradicionales. Al igual que el me/59 surgía de una nueva generación. Jóvenes que se habían concienciado en movimientos como las Hermandades Obreras de Acción Católica o las Juventudes Obreras Católicas y que posteriormente acabarían integrando el nuevo sindicalismo de clase en organizaciones como la Unión Sindical Obrera o las Comisiones Obreras.51 Pese a que el me/59 poco o nada tuvo que ver en el origen de estas huelgas, se trataba justo del tipo de movimiento que ellos habían tratado de generar. De manera que se volcaron de forma entusiasta en el apoyo a los huelguistas y crearon un Comité Español de Solidaridad con los huelguistas de España y múltiples actividades para la recaudación de fondos. Desafortunadamente, nadie había contado con la capacidad de respuesta que aún tenía el franquismo. La represión desatada fue tan brutal que obligó a los distintos grupos de oposición a un forzado repliegue. Se desarticularon todas aquellas redes de colaboración y comunicación que el me/59 se había esforzado por tejer y los distintos grupos acabaron por desvincularse.52

Por otra parte, en junio de 1962 se celebraría en la ciudad alemana de Múnich el IV Congreso del Movimiento Europeo, más conocido por el apelativo peyorativo que le otorgó la prensa falangista como: el contubernio de Múnich. En la capital bávara se reunieron más de un centenar de representantes de todas las tendencias políticas de la oposición al régimen, tanto del interior como del exilio. Por primera vez, pudieron verse juntos grupos de la derecha liberal y democrática con socialdemócratas y nacionalistas vascos y catalanes. Solamente el partido comunista quedaría ausente. Aunque esta reunión tampoco logró coordinar los esfuerzos por derribar al régimen, sí marcó un punto de inflexión pues representó el fin de la dialéctica del odio establecido desde la Guerra Civil, se escenificó la reconciliación nacional y se marcó el camino hacia la transición que comenzaría en 1976.53

El me/59 era consciente de que estos acontecimientos habían generado un cambio de escenario que había dado al traste con todas sus planificaciones. En un informe de la Junta Directiva de principios de 1963 se reconocía el fracaso de sus objetivos con las siguientes palabras:

[…] Se puede llegar a la conclusión de que las razones que han impedido el éxito de nuestra gestión son de dos tipos: orgánicas y políticas. En el centro de toda esta situación y determinando tanto las razones orgánicas como políticas, está en primer lugar y aunque ello resulte tristemente paradójico, la ola de huelgas que tuvieron lugar en mayo y junio en España y, en segundo término, la ya famosa reunión de Múnich.

[…] ¿Nos habíamos equivocado en nuestro propósito, en nuestras proyecciones políticas? Creemos que no. Creemos, todavía, que en la Conferencia de abril reunimos a lo más granado, a lo mejor, a lo más preparado, a lo más valiente de la resistencia antifranquista. Creemos, incluso, que ellos eran y son el futuro democrático y popular de España y no los Madariaga, Gil Robles y Ridruejo.54

Las nuevas líneas por las que transitaba la oposición política interior no eran favorables a las estrategias marcadas por el me/59. A pesar de que trataron de mantener sus actividades durante algunos meses más, pronto llegaron a la conclusión de que nadie les necesitaba y acabaron por tomar conciencia de que no tenía sentido continuar.55 No se llegó a realizar ningún acto público o asamblea de disolución, simplemente el me/59 fue muriendo poco a poco, limitando sus actuaciones hasta abandonarlas por completo. El dinero que quedaba en caja fue entregado a Octavio Arbeloa para que fuera empleado en las movilizaciones que estaban realizando grupos de anarquistas en el interior.56 Este fue el acto final que puso fin a las actividades de este grupo. Pese a la gran ilusión desatada y el fuerte impulso de sus orígenes, el Movimiento Español 1959 terminaría siendo, tan sólo, el último resplandor de la actuación política del exilio en la oposición antifranquista. A partir de ese momento el exilio republicano no sería ya más que un agente residual, casi anecdótico, en el complejo proceso político de la transición a la democracia en España.

Conclusiones

Para finalizar podemos avanzar algunas ideas fundamentales que se derivan de este estudio realizado acerca del me/59. En primer lugar, debemos destacar lo representativo de este movimiento —pese a ser un movimiento de alcance y duración reducidos cuyos resultados fueron más bien escasos— por cuanto se vincula con un cambio generacional en el exilio republicano español. Una nueva generación que quiere romper con las divisiones anteriores. El ejemplo de la Revolución cubana permitió a estos jóvenes españoles llenarse de ilusión y comprender que el exilio ya no era la solución para el problema español. Que la única manera de acabar con el franquismo era copiar el modelo cubano y establecer una plataforma que desde el interior de España lograra la unidad de todo el antifranquismo.

Sin embargo, pese al vigor inicial, este grupo acabó chocando con la realidad de su momento lo que propició el fracaso en la consecución de sus objetivos. Tuvieron que enfrentarse con la propia tradición interna de los partidos en el exilio que vieron de forma hostil este movimiento juvenil y dificultaron su funcionamiento. Se toparon con la realidad de la política mexicana que no permitía ningún tipo de actividad subversiva en su territorio, en un momento de enorme crecimiento de los levantamientos estudiantiles y con un cambio de escenario en la oposición democrática al franquismo en el interior que comenzaba a transitar por otras vías que llevaron a un modelo de transición sin ruptura.

Recibido: 13 de abril, 2015.

Aprobado: 19 de junio, 2015.

Fuentes

Aguayo Quezada, Sergio, La charola: una historia de los servicios de inteligencia en México, México, Grijalbo/Hoja Editorial/Hechos Confiables, 2001.

Angosto Vélez, Pedro Luis, La República en México: con plomo en las alas, 1939-1945, Salamanca, Espuela de Plata, 2009.

Aub, Elena, Palabras del exilio 5: historia del me/59; una última ilusión, México, inah/Conaculta, 1992.

Aznar Soler, Manuel, “Movimiento Español 1949: Literatura y política de la segunda generación exiliada en México”, en Manuel Aznar Soler y José Ramón López García [coords.], El exilio republicano y la segunda generación, Sevilla, Renacimiento, 2011, pp. 143-198.

Bremauntz, Alberto, México y la revolución socialista cubana, Morelia, unsnh, 1966.

Cabañas Bravo, Miguel, “El Exilio en el arte español del siglo xx. De las problemáticas generales de la emigración a las específicas de la segunda generación de artistas del exilio republicano en México”, en Miguel Cabañas Bravo [coord.], El arte español del siglo xx, su perspectiva al final del milenio, Madrid, Biblioteca de Historia del Arte, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001, pp. 287-316.

Colina, José de la, “En representación del Movimiento Español 1959”, en Boletín de Información de la Unión de Intelectuales Españoles, núm. 12, México, junio-julio de 1960, pp. 36-38.

Fagen, Patricia W., Transterrados y ciudadanos. Los republicanos españoles en México, México, fce, 1975.

Gibaja Velázquez, José Carlos, Indalecio Prieto y el socialismo español, Madrid, Pablo Iglesias, 1995.

Herrerín, Ángel, El dinero del exilio: Indalecio Prieto y las pugnas de posguerra (1939-1947), Madrid, Siglo xxi, 2007.

Hoyos Puente, Jorge de, La utopía del regreso. Proyectos de estado y sueños de nación en el exilio republicano en México, México, El Colegio de México/Universidad de Cantabria, 2013.

________, “México y las instituciones republicanas en el exilio: del apoyo del Cardenismo a la instrumentación política del Partido Revolucionario Institucional, 1939-1977”, en Revista de Indias, vol. LXXIV, núm. 260, Madrid, 2014, pp. 275-306.

Mancebo, María Fernanda, “Historia del Movimiento Español 1959 (me/1959)”, en Albert Girona y María Fernanda Mancebo [coords.], El exilio valenciano en América: obra y memoria, Valencia, Instituto Alicantino Juan Gil-Albert, 1995, pp. 215-220.

Martínez Reverte, Jorge, La furia y el silencio. Asturias 1962, Madrid, Espasa, 2008.

Mateo Gambarte, Eduardo, “El Movimiento Español de 1959”, en Estudios de Ciencias Sociales, núm. 6, 1993, pp. 107-116.

Mateos, Abdón, La batalla de México. Final de la Guerra Civil y ayuda a los refugiados, 1939-1945, Madrid, Alianza, 2009.

Moreno Barrera, Jorge, La guerra sucia en México: el toro y el lagarto 1968-1980, México, Libros para Todos, 2002.

Muñoz Mata, Laura, México y Cuba: una relación histórica, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1998.

Ojeda, Mario, México y Cuba revolucionaria: cincuenta años de relación, México, El Colegio de México, 2008.

Pellicer de Brody, Olga, México y la Revolución cubana, México, El Colegio de México, 1972.

Poniatowska, Elena, La noche de Tlatelolco: testimonios de historia oral, México, Ediciones Era, 1998.

Salado, Minerva, Cuba: revolución en la memoria, México, Instituto Politécnico Nacional, 1994.

Satrústegui, Joaquín, Cuando la transición se hizo posible: el contubernio de Múnich, Madrid, Tecnos, 1993.

Scherer García, Julio y Carlos Monsiváis, Los patriotas: de Tlatelolco a la guerra sucia, México, Aguilar, 2004.

Tello Díaz, Carlos, El fin de una amistad: la relación de México con la Revolución cubana, México, Planeta, 2005.

Tusell, Javier, La oposición democrática al franquismo 1939-1962, Barcelona, Planeta, 1977.

Velázquez Hernández, Aurelio, Empresas y finanzas del exilio. Los organismos de ayuda a los republicanos españoles en México (1939-1949), México, El Colegio de México, 2014.

1* Becario de la unam. Programa de Becas Posdoctorales, Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, unam (aurevh@gmail.com).

Este artículo se enmarca en una investigación realizada gracias al programa unam-dgapa-papiit ig400314/2014-2016: “Interacción de los exilios en México y América Latina (siglo xx)”.

2 La bibliografía acerca del Movimiento Español 1959 es bastante escasa. No obstante, contamos con una completa monografía realizada por una de sus principales protagonistas: Elena Aub, Palabras del exilio 5: historia del me/59; una última ilusión, México, inah/Conaculta, 1992. También debe consultarse al respecto: Manuel Aznar Soler, “Movimiento Español 1959: literatura y política de la segunda generación exiliada en México”, en Manuel Aznar Soler y José Ramón López García [coords.], El exilio republicano y la segunda generación, Sevilla, Renacimiento, 2011, pp. 143-198; María Fernanda Mancebo, “Historia del Movimiento Español 1959 (ME/1959)”, en Albert Girona y María Fernanda Mancebo [coords.], El exilio valenciano en América: obra y memoria, Valencia, Instituto Alicantino Juan Gil-Albert, 1995, pp. 215-220 y Eduardo Mateo Gambarte, “El Movimiento Español de 1959”, en Estudios de Ciencias Sociales, núm. 6, 1993, p. 109.

3 Loc. cit.

4 Jorge de Hoyos Puente, La utopía del regreso. Proyectos de estado y sueños de nación en el exilio republicano en México, México, El Colegio de México/Universidad de Cantabria, 2013, pp. 121-169.

5 Gambarte, op. cit., p. 110.

6 La ruptura política del exilio se escenificó de forma tremendamente clara en el exilio mexicano. La división de los fondos rescatados de España en dos organismos de ayuda diferentes y enfrentados profundizó las heridas abiertas durante la Guerra Civil generando dos posturas irreconciliables. Por una parte, podemos señalar la existencia de un sector que denominamos como “Legitimista”. Dicho grupo pretendía la continuidad de las instituciones de la Segunda República en el exilio. Este sector estaría liderado en los primeros momentos del exilio por los grupos que defendían la legitimidad del gobierno de Juan Negrín en el exilio, aunque posteriormente alcanzaría su mayor hito con la reunión de las cortes republicanas en territorio mexicano en 1945 y la formación del gobierno republicano en el exilio. Por otra parte, habría que señalar la existencia de una segunda corriente, que podríamos designar como “rupturista o plebiscitaria”. Esta corriente postulaba la desaparición de todas las instituciones de la República tras la Guerra Civil y la necesidad de configurar una nueva unidad en el antifranquismo que buscase la celebración de un plebiscito que permitiera a los españoles decidir su forma de gobierno. Este grupo estuvo compuesto por los sectores más anticomunistas del exilio con Indalecio Prieto a la cabeza y se vería beneficiado por la coyuntura de la Guerra Fría, teniendo su momento álgido con los pactos de San Juan de Luz en 1948. Véase al respecto: José Carlos Gibaja Velázquez, Indalecio Prieto y el socialismo español, Madrid, Pablo Iglesias, 1995; Pedro Luis Angosto Vélez, La República en México: con plomo en las alas, 1939-1945, Salamanca, Espuela de Plata, 2009; Abdón Mateos López, La batalla de México. Final de la Guerra Civil y ayuda a los refugiados, 1939-1945, Madrid, Alianza, 2009; Ángel Herrerín López, El dinero del exilio: Indalecio Prieto y las pugnas de posguerra (1939-1947), Madrid, Siglo xxi, 2007; Hoyos Puente, op. cit., y Aurelio Velázquez Hernández, Empresas y finanzas del exilio. Los organismos de ayuda a los republicanos españoles en México (1939-1949), México, El Colegio de México, 2014.

7 Hoja de información del me/59, Fondo Histórico del Ateneo Español de México, México, caja 45, exp. 411.

8 José de la Colina, “En representación del Movimiento Español 1959”, en Boletín de Información de la Unión de Intelectuales Españoles, núm. 12, México, junio-julio de 1960, pp. 36-38 También aparece transcrito en Aznar Soler, op. cit., pp. 169-172.

9 Anteriormente ya se habían producido episodios de tensión entre el exilio republicano en México y estos representantes oficiosos del franquismo en México. Especialmente destacado fue el desatado a raíz del asesinato del representante franquista José Gallostra y Coello el 20 de febrero de 1950 a manos de Gabriel Fleitas, un anarquista español asilado en México. Véase al respecto: Carlos Sola Ayape, “El poder mediático del exilio español en el México de los años 50: en torno al asesinato del representante franquista José Gallostra”, en Historia Mexicana, vol. LXIII, núm. 3 (251), enero-marzo de 2014, pp. 1309-1376.

10 Aub, op. cit., p. 25.

11 Ibid., p. 28.

12 Ibid., pp. 29-31.

13 Ibid., p. 32.

14 Mancebo, op. cit., p. 216.

15 Gambarte, op. cit., p. 111.

16 Hoja de información del me/59, Fondo Histórico del Ateneo Español de México, México, caja 45, exp. 411. También citado en Aznar Soler, op. cit., pp. 157 y 158.

17 Aub, op. cit., p. 35.

18 Hoja de información del me/59, Fondo Histórico del Ateneo Español de México, México, caja 45, exp. 411.

19 Aub, op. cit., p. 36.

20 Patricia Fagen, Transterrados y ciudadanos. Los republicanos españoles en México, México, fce, 1975, p. 175.

21 Aub, op. cit., p. 40.

22 Ibid., p. 43.

23 Aznar Soler, op. cit., p. 165.

24 Creada en 1947 bajo el gobierno de Miguel Alemán, esta institución encargada del espionaje político a opositores y grupos sediciosos tuvo una oscura historia en la que se le ha acusado de ser la responsable de un número indeterminado de detenciones ilegales, desapariciones forzosas, extorsiones, torturas y numerosos casos de corrupción. Tuvo un papel destacado en la llamada Guerra Sucia en México, desarrollada desde finales de los sesenta y durante los años setenta en la que se trató de eliminar violentamente a los grupos de oposición al gobierno. El episodio más destacado de este fenómeno fue la tristemente célebre “Matanza de Tlatelolco” en 1968. Esta agencia desaparecería a mediados de los años ochenta y fue sustituida por el actual Centro de Investigación y Seguridad Nacional (cisen). Al respecto puede consultarse la obra de Sergio Aguayo Quezada, La charola: una historia de los servicios de inteligencia en México, México, Grijalbo/Hoja Editorial, Hechos Confiables, 2001.

25 Véase el testimonio de Xavier de Oteyza, en Aub, op. cit., pp. 192 y 193.

26 Al respecto, entre otros, puede consultarse Olga Pellicer De Brody, México y la Revolución cubana, México, El Colegio de México, 1972; Alberto Bremauntz, México y la revolución socialista cubana, Morelia, unsnh, 1966; Minerva Salado, Cuba: revolución en la memoria, México, Instituto Politécnico Nacional, 1994; Laura Muñoz Mata, México y Cuba: una relación histórica, San Juan/México, Instituto de Investigaciones Dr. José́ María Luis Mora, 1998; Carlos Tello Díaz, El fin de una amistad: la relación de México con la Revolución cubana, México, Planeta, 2005; Mario Ojeda, México y Cuba revolucionaria: cincuenta años de relación, México, El Colegio de México, 2008.

27 Memorándum, México, agn, Fondo Dirección Federal de Seguridad, 30 de marzo de 1962.

28 Informe sobre actividades de los españoles, México, agn, Fondo Dirección Federal de Seguridad, 24 de abril de 1962.

29 Memorándum, México, agn, Fondo Dirección Federal de Seguridad, 30 de marzo de 1962.

30 Aznar Soler, op. cit., pp. 180 y 181.

31 Aub, op. cit., pp. 143 y 144.

32 En Boletín de la Unión de Intelectuales Españoles, núm. 11, febrero-marzo de 1960, pp. 21 y 22. Fondo Histórico del Ateneo Español de México, caja 45. También citado en Aznar Soler, op. cit., p. 165.

33 Ibid., pp. 72 y 73.

34 Aub, op. cit., pp. 107-126.

35 Ibid., p. 151.

36 Ibid., p. 150.

37 Ibid., pp. 159 y 160.

38 Ibid., p. 158.

39 Informe sobre actividades de los españoles, op. cit.

40 Memorándum, México, agn, Fondo Dirección Federal de Seguridad, 30 de marzo de 1962.

41 Aub, op. cit., p. 158.

42 Informe sobre republicanos españoles, México, agn, Fondo Dirección Federal de Seguridad, 14 de abril de 1962.

43 Informe sobre el rancho “del Peñón”, México, agn, Fondo Dirección Federal de Seguridad, 24 de junio de 1962.

44 Memorándum, México, agn, Fondo Dirección Federal de Seguridad, 30 de marzo de 1962.

45 Aub, op. cit., p. 145.

46 Al respecto puede consultarse Elena Poniatowska, La noche de Tlatelolco: testimonios de historia oral, México, Era, 1998; Jorge Moreno Barrera, La guerra sucia en México: el toro y el lagarto 1968-1980, México, Libros para Todos, 2002 y Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, Los patriotas: de Tlatelolco a la guerra sucia, México, Aguilar, 2004.

47 Aub, op. cit., p. 155.

48 Véase el testimonio de Xavier de Oteyza en ibid., pp. 192 y 193.

49 Ibid., pp. 198 y 199

50 Ibid., pp. 199-206.

51 Jorge Martínez Reverte, La furia y el silencio. Asturias 1962, Madrid, Espasa, 2008.

52 Aub, op. cit., p. 227.

53 Véase Joaquín Satrústegui, Cuando la transición se hizo posible: el contubernio de Múnich, Madrid, Tecnos, 1993 y Javier Tusell, La oposición democrática al franquismo 1939-1962, Barcelona, Planeta, 1977.

54 Aub, op. cit., pp. 240-242.

55 Gambarte, op. cit., pp. 115 y 116.

56 Aub, op. cit., p. 246.

Enlaces refback

  • No hay ningún enlace refback.