revista latinoamerica

POLÍTICA EXTERIOR LATINOAMERICANA

POLÍTICA EXTERIOR LATINOAMERICANA

Acción exterior y propaganda. Las visitas de líderes

latinoamericanos a Franco

Matilde Eiroa San Francisco*

REsuMEN: En este artículo se aborda el análisis de uno de los instrumentos de acción exte- rior del franquismo desde 1939 hasta 1975, concretamente las visitas de dirigentes latino- americanos concebidas como grandes operaciones políticas, propagandísticas y de relaciones públicas. De todas las que se produjeron, hemos seleccionado tres casos de gran relevan- cia y repercusión política y mediática: el de Eva Perón, Rafael Leónidas Trujillo y Alfredo stroessner.
PALAbRAs CLAvE: Política exterior, Propaganda, Franquismo, Eva Perón, Rafael Leónidas Tru- jillo, Alfredo stroessner.
AbsTRACT: This article deals with the analysis of one common practice of the spanish Fran- coist regime from 1939 until 1975, specifically the visits of Latin American leaders, inten- ded as a major political propaganda operations and public relations. Among all those visits, we have selected three cases of far-reaching relevance in politics and in the media: Eva Perón, Rafael Leónidas Trujillo and Alfredo stroessner.
KEy wORDs: Foreign Policy, Propaganda, Francoism, Eva Perón, Rafael Leónidas Trujillo, Al- fredo stroessner.

* Universidad Carlos III, Madrid (meiroa@hum.uc3m.es).

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IntroduccIón
a acción exterior es uno de los ámbitos más importantes de la política exterior y puede ejecutarse a través de actuaciones en el campo de la economía, la cultura, la propaganda, la diplomacia o cualquier otra ac- tividad de relaciones públicas. Resulta necesario, sin embargo, diferen-
ciar este concepto del término política exterior y relaciones internacionales. Ante todo, la política exterior es una parcela singular de la política general de cada Estado y podríamos definirla, siguiendo a R. Calduch, como “aquella parte de la política general formada por un conjunto de decisiones y actuaciones me- diante las que se definen los objetivos y se utilizan los medios de un Estado para generar, modificar o suspender sus relaciones con otros actores de la sociedad internacional”.1 Las relaciones internacionales, en cambio, abarcan una amplia gama de correspondencias entre estados, pueblos y grupos organizados en un
ámbito espacial determinado, el de la sociedad internacional. Tal como indica la historiografía francesa, especialmente P. Renouvin y J. B. Duroselle, en la política exterior y en las relaciones internacionales actúan no sólo los estados, sino las “fuerzas profundas” de éstos, a saber, grupos de presión económica, la opinión pública, los medios de comunicación, las mentalidades colectivas, los naciona- lismos, las fuerzas armadas o la cultura. En definitiva, visiones e intereses múltiples que generan lazos políticos de distinta tipología.2 Según esta concep- tualización, entendemos que el franquismo tuvo política exterior y desarrolló una acción subordinada a sus intereses, entre los que ha de subrayarse la supervi- vencia en el poder de su principal protagonista.
En las páginas que siguen, analizaremos uno de los instrumentos de la ac- ción exterior de España desde 1939 hasta 1975, concretamente las visitas y en- cuentros de personalidades y representaciones políticas latinoamericanas. En este sentido proponemos una relación estrecha entre acción exterior y propa-
ganda, definida según A. Pizarroso como una forma de comunicación persuasiva

1 Rafael Calduch, “La política exterior de los Estados”, en Juan Carlos Pereira [coord.], La polí- tica exterior de España (1800-2003), Barcelona, Ariel, 2003, pp. 31-55.

2 Un estudio de ambos, en Pierre Renouvin y Jean Baptiste Duroselle, Introducción a la histo- ria de las relaciones internacionales, México, fCE, 2000.

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ideológica, que enmarca los mensajes con una orientación particular, reductora y partidista. La propaganda es el lenguaje de los imperativos categóricos, algo que no se discute y está sujeto a la manipulación con tal de alcanzar sus objeti- vos.3 La relación entre acción exterior y propaganda franquista es estrecha en cuanto que ambas contribuyeron a la ejecución de objetivos, tales como la pro- yección positiva del régimen y la imagen idealizada de su jefe de Estado.
El continente latinoamericano ha sido uno de los principales objetos de es- tudio de los historiadores interesados en las relaciones internacionales de la Es- paña de franco. Numerosos investigadores han profundizado desde hace tiempo en el estudio del “hispanoamericanismo” y la “hispanidad” desde perspectivas y temáticas distintas.4 En los últimos años se han publicado estudios específi- cos y análisis de conjunto que muestran la evolución del régimen en relación con los distintos actores y factores que contribuyeron a perfilar su identidad. En este sentido son dignas de mención las obras coordinadas por Juan Carlos Pereira, Ricardo Miralles, florentino Portero o Encarnación Lemús, estructuradas como
estudios de todos los elementos que definen la política exterior española.5 Con-

3 Alejandro Pizarroso, “Historia de la propaganda: una aproximación metodológica”, en Historia y comunicación social, núm. 4, 1999, pp. 145-171. Alonso Méndiz Noguero, “Diferencias con- ceptuales entre publicidad y propaganda: una aproximación etimológica”, en Questiones pu- blicitarias, vol. I, núm. 12, 2007, pp. 43-61.

4 Algunos estudios del extenso catálogo que componen las investigaciones sobre el tema son:

Eduardo González Calleja y otros, La Hispanidad como instrumento de combate. Raza e Im- perio en la prensa franquista durante la Guerra Civil española, Madrid, CSIC, 1988. Montse- rrat Huguet, “El concepto de la hispanidad en el franquismo en la inmediata posguerra (1939-1945)”, en Varios autores, Inmigración, integración e imagen de los latinoamericanos en España (1939-1945). Apuntes introductorios, Madrid, oEI, 1988. Silvia Enrich, Historia di- plomática entre España e Iberoamérica en el contexto de las relaciones internacionales (1955-1985), Madrid, Cultura Hispánica, 1989. Celestino del Arenal, España e Iberoamérica. De la Hispanidad a la comunidad iberoamericana de naciones, Madrid, Cedeal, 1989. Del mismo autor, La comunidad iberoamericana de naciones. Pasado, presente y futuro de la po- lítica iberoamericana de España, Madrid, Cedeal, 1992. Asimismo, La política exterior de Es- paña hacia Iberoamérica, Madrid, Editorial Complutense, 1994.

5 Véase Juan Carlos Pereira [coord.], “La Historia de las Relaciones Internacionales”, en Ayer,

núm. 42, 2001. Del mismo autor, La política exterior de España (1800-2003), Barcelona, Ariel,

2003. Juan Carlos Pereira y Ricardo Miralles [coords.], “franquismo, política exterior y memo- ria histórica”, en Historia contemporánea, Universidad del País Vasco, vol. I, núm. 30, 2005.

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sideramos, sin embargo, que quedan aún muchos aspectos que merecen una atención pormenorizada para avanzar en el conocimiento mutuo, de ahí que presentemos este trabajo formando parte de un estudio más amplio sobre las relaciones bilaterales y multilaterales entabladas por el franquismo.6 Nuestro ob- jetivo es, en consecuencia, analizar la acción exterior hacia Iberoamérica a tra- vés del hilo conductor de las cumbres celebradas entre jefes de Estado, un enfoque novedoso para el que hemos utilizado fondos documentales inéditos, depositados en el Archivo del Palacio Real y en la fundación francisco franco.
LA orIentAcIón hAcIA IberoAmérIcA:

Los Intentos de recuperAcIón de un pAsAdo común

La aproximación a las antiguas colonias no fue una innovacion del gobierno de 1939, sino más bien una constante de la política exterior desde los tiempos de la Restau- ración. El Nuevo Estado franquista le dio un perfil relacionado con la idea de que las naciones latinoamericanas y España formaban una singular colectividad, regulada por un orden común de valores cristianos y tradición que había que ex- plotar en el marco hostil de la posguerra, teniendo en cuenta que Madrid se ha- llaba en 1945 en una de las peores épocas, internacionalmente hablando, rechazada por occidente y vagando prácticamente sola en las aguas de las nue- vas instituciones mundiales.
La Hispanidad y el pasado común pasaron a ser los argumentos centrales en la explicación de las causas de esa firme tendencia de proyección de una po- lítica exterior hacia Latinoamérica.7 El objetivo más relevante era la recupera-

Igualmente, florentino Portero, “La política exterior de España en el siglo xx”, en Ayer, núm.

49, 2003; Encarnación Lemús y Rosa Pardo, “La política exterior al final del franquismo”, en

Historia del Presente, vol. II, núm. 6, 2005.

6 Se trata del libro de la autora del presente artículo, Política internacional y comunicación en España. Las cumbres de Franco con jefes de Estado (1939-1975), Madrid, Ministerio de Asun- tos Exteriores y Cooperación, 2009.

7 Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla, Diplomacia franquista y política cultural hacia Ibero- américa, 1939-1953, Madrid, CSIC, 1988. Del mismo autor, Imperio de papel. Acción cultural y política exterior durante el primer franquismo, Madrid, CSIC, 1992. Marisa González de oleada,

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ción de la influencia cultural y política en los países latinoamericanos, basán- dose en la existencia de la misma tradición, historia, lengua y religión. La oNU se vislumbraba como el escenario donde poner en marcha una iniciativa de inte- gración de ambas zonas del Atlántico a través de los resortes de la historia y el cristianismo, aunque España no formaba parte de esta organización, y en el con- texto de 1946 la mayor parte de los estados habían apoyado las resoluciones aprobadas contra España. Venezuela, Panamá, México, Guatemala y Chile pro- pusieron una ruptura en bloque mientras que Argentina y la República Domi- nicana rechazaron las propuestas planteadas contra el gobierno de franco.8 La Hispanidad, sin embargo, no se aplicaría del mismo modo a lo largo de la pro- longada duración del régimen, y atravesó diversas fases acomodándose a las cir- cunstancias ideológicas y económicas que concurrieron en cada momento.
En un contexto, pues, poco propicio para el franquismo, una de las acciones más importantes de la política exterior fue organizar encuentros con jefes de Es- tado. Se trataba de practicar las relaciones públicas con el propósito de incre- mentar la popularidad, mejorar la imagen y conformar redes internacionales de apoyo. En el caso del régimen de franco creaban un valor intangible significativo, ya que las actuaciones en este ámbito servían para sacarlo del silencio al que es- taba sometido desde que Naciones Unidas recomendó la retirada de los embaja- dores en 1946. El gobierno consideró una actuación propagandística muy fructífera y positiva el hecho de departir sobre cuestiones internacionales, y aprovechar la estancia a fin de exhibir ante los extranjeros los logros franquistas con breves via- jes a ciudades seleccionadas a tal efecto. Las visitas se concibieron como una buena oportunidad de mostrar que Madrid era una alternativa diferente pero válida res-

El doble juego de la Hispanidad. España y Argentina durante la Segunda Guerra Mundial, Madrid, UNED, 2001, pp. 192 y 193, con una tabla de acciones de Hispanidad.

8 Alberto Lleonart Anselem, España y la ONU II (1947): la “cuestión española”. Estudio intro- ductorio y corpus documental, Madrid, CSIC, 1983. A favor de la retirada de embajadores vo- taron Bolivia, Brasil, Chile, Guatemala, Panamá, México, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela. En contra votaron Argentina, El Salvador, Costa Rica, República Dominicana, Perú y Ecuador. Colombia, Cuba y Honduras decidideron abstenerse. Por tanto, Argentina y Repú- blica Dominicana no retiraron a sus embajadores cuando se aprobó la resolución, además de Portugal, Suiza y el Vaticano.

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pecto a las demás formas políticas. Los encuentros, pues, se organizaron con gran profusión de actos sociales y con la presencia masiva de medios de comunica- ción, quienes se encargaron de complementar el trabajo diplomático que reque- ría la celebración de las entrevistas entre franco y las autoridades extranjeras.
Sin lugar a dudas, la relación de huéspedes obedeció a las simpatías perso- nales y a las afinidades del anfitrión. En consecuencia con ello, la coincidencia con las figuras invitadas fue indiscutible, abarcando desde militares de alta gra- duación a monarcas autoritarios, líderes dictatoriales o muy conservadores. Les unía el vocabulario, sus fines, sus formas, sus métodos represivos y de control so- cial. En este marco, los dirigentes de Argentina, Perú, República Dominicana, Pa- namá, Venezuela, Brasil, Paraguay y Nicaragua se pasearon en repetidas ocasiones por Madrid y otras ciudades españolas, en las que pudieron comprobar la evolu- ción económica y social del franquismo, realizándose la mayor parte de estas giras en las décadas de 1950 y 1960. Pero hubo también quien faltó a la cita con la an- tigua metrópoli, como los dirigentes civiles de perfil liberal y las autoridades me- xicanas, país con el que España no mantuvo relaciones diplomáticas oficiales hasta después de la muerte del dictador. La ausencia de contactos personales no im- pidió, sin embargo, que ciertos dirigentes enviaran mensajes de reconocimiento a franco. Haití, Colombia, Chile o Ecuador, entre otros, le condecoraron con las más altas distinciones de sus estados en prueba de la admiración que le profesa- ban y como gesto de amistad.9 En realidad, la antigua metrópoli les ofrecía poco: cultura —contaban ya con una representación a través de los republicanos exi- liados instalados en casi todos los países de la región—; pasado imperial —anti-
cuado y sin réditos claros para el presente— y votos en Naciones Unidas a partir

9 Las condecoraciones fueron: por parte de Haití, en febrero de 1951, concesión de la Gran Cruz, placa oro de la Condecoración Honneur et Mérite; en la misma fecha el gobierno de Colom- bia le condecoró con la Gran Cruz Extraordinaria de la orden de Boyacá; desde Ecuador se re- mitió en julio de 1953 la Gran Cruz Extraordinaria de la orden del Mérito del Ecuador, y en enero de 1956 en su más alto grado, el Gran Collar de la orden Nacional “Al Mérito”. Procedente de Chile en junio 1955, Collar de la orden al Mérito Bernardo o’Higgins. Asimismo en agosto de

1956 tuvo lugar la imposición del Gran Collar de la orden de Pedro de Valdivia. Archivo del Mi- nisterio de Asuntos Exteriores de Madrid (en adelante AMAE), leg. R-6981.21, R- 6953.96, R-

6953.151 y R-6953.108 y 109, respectivamente.

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de 1955. El atractivo fundamental de España era el pacto firmado con Estados Unidos en 1953 que le dotó en un principio de cierto aire prometedor, aunque pronto fueron conscientes de que Madrid no realizaría inversiones significativas y que no podía erigirse en líder de ningún bloque.
Tampoco las antiguas colonias podían ofrecer mucho a la España autárquica y antidemocrática. Tenían un escaso peso internacional, en su mayoría estaban supeditadas a la acción política y económica norteamericana, y se hallaban en un proceso lento de desarrollo con altos índices de pobreza y desempleo. Además, en los años cincuenta y sesenta muchas habían registrado movimientos revolu- cionarios o eran víctimas de una gran conflictividad. Se trataba, en consecuen- cia, de una zona con una importante inestabilidad hacia la cual la España franquista tenía cierta prevención, aunque nunca se expresara públicamente. La idea del contagio revolucionario y de la introducción subterfugia del comunismo estuvo presente en las conversaciones confidenciales de las autoridades fran- quistas, a menudo reacias a concluir tratados con ciertos países susceptibles de caer en las veleidades del socialismo revolucionario.
Las visitas de estos altos representantes respondían a diferentes motiva- ciones, que podemos tipificar en torno a cuestiones de afinidades ideológicas, de beneficios económicos o de intereses políticos. Incluso hubo visitas, como las de algunos argentinos, que obedecían a una promoción política personal. A veces un encuentro perseguía varios fines. Todas ellas vinieron precedidas de un trabajo intenso de los gabinetes ministeriales de Exteriores, de Economía o de Cultura cuyos funcionarios desempeñaron un papel crucial en todo el proceso.
Entre los considerados como “afinidad ideológica” figuran los de Argentina, República Dominicana, Nicaragua y Paraguay. Si bien, hemos de destacar que los viajes de los argentinos Alejandro Agustín Lanusse (febrero de 1973) y Héctor Cámpora ( junio de 1973) no fueron emprendidos con la intención prioritaria de despachar con franco, sino con el propósito de captar el apoyo de Juan Domingo
Perón para las elecciones.10 Los viajes relacionados con las necesidades informa-

10 Casa Civil de S. E. el jefe del Estado y Glmo. de los Ejércitos, Protocolo, Visita a España de per- sonalidades extranjeras, 1973, Archivo Palacio Real (en adelante APR). Sobre las relaciones

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tivas directas, primaron en las estancias de los representantes de Panamá (abril de 1953), El Salvador y Perú (ambos en junio de 1953), atraídos por el inicio de las relaciones bilaterales hispano-norteamericanas.11 Como hemos dicho ante- riormente, algunos viajes aunaron distintos intereses y fueron aprovechados para conocer los avances sociales de la España franquista, como fue el caso de la es- posa del presidente de Perú, María Delgado de odría ( junio de 1953).
finalmente, los temas económicos tuvieron prioridad en las conversaciones con los dirigentes de Brasil (enero de 1956), Venezuela (octubre de 1956) y Costa Rica (noviembre de 1956), aunque este país fue una excepción para El Pardo. Esta cita fue una táctica propagandística del gobierno franquista, quien quiso aparecer con una actitud tolerante y de amplia generosidad con la apro- bación de la visita oficial de un jefe de Estado de origen español que deseaba vol- ver a la madre patria y que, a pesar de sus diferencias políticas, era aceptado por franco. La entrevista con Arturo frondizi de Argentina ( julio de 1960) cabría in- cluirla, igualmente, en este grupo, cuyo eje giraba en torno al establecimiento de relaciones económicas.
Podemos establecer, además, un primer grupo de estados con los que exis- tían lazos estrechos por razones de analogía política, que integraría a Argentina, República Dominicana, Nicaragua y Paraguay, y un segundo grupo reuniría a Ve- nezuela, Perú, El Salvador y Brasil, con quienes se entablaron meras relaciones cordiales. En consecuencia, la denominada “Comunidad Hispánica de Nacio- nes” quedaba circunscrita a un colectivo reducido de territorios con regímenes dictatoriales, militaristas o de democracias sesgadas. En todas ellas, el fuerte control social, económico, la represión de la oposición y la permanente pre-
sencia del ejército, forman parte de los elementos comunes que las definen.

franco-Perón hemos de destacar, entre otros, los trabajos de Raanan Rein, The Franco-Peron Alliance. Relations between Spain and Argentina, 1946-1955, Pittsburgh-Londres, University of Pittsburgh Press, 1993. Marisa González de oleaga, “La alianza franco-Perón: una aproxi- mación crítica desde la perspectiva de la dependencia, 1946-1951”, en Hispania, vol. 48, núm.

169, 1988, pp. 625-690.

11 Casa Civil de S. E. el jefe del Estado y Glmo. de los Ejércitos, Protocolo, Visita a España de per- sonalidades extranjeras, APR, 1953.

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En cuanto a la distribución cronológica de las visitas, a excepción de la rea- lizada por Eva Perón en 1947, el primer año del aislamiento internacional de Es- paña, el resto estuvieron polarizadas en torno a la coyuntura de 1953 —firma de Pactos con Estados Unidos—, y 1956 —diversas crisis internacionales—. Es decir, básicamente coincidieron con la década de mayor actividad internacional de los gobiernos franquistas, la de los años cincuenta. No obstante, en el tardofran- quismo se celebraron algunas recepciones relevantes, como la de Nicaragua (mayo de 1966) y Paraguay ( julio de 1973).
El excelente trato concedido a los séquitos y a las diplomacias de los países que fueron recibidos en Madrid, se completó con un plan turístico diseñado con una cuidada selección de las ciudades, monumentos y museos en función de su procedencia o la explotación de los recursos típicos del folclore ya fueran los toros, los espectáculos flamencos o las cacerías. Los programas de estancia gozaban de tanta importancia para el éxito de la misión extranjera como los con- tenidos y el desenlace de las reuniones. El plan incluía, para todos los invitados, independientemente de su lugar de origen, el obligado cumplido de El Esco- rial, el Alcázar de Toledo y el Valle de los Caídos, monumentos expresivos de la grandeza imperial, el heroísmo y sacrificio nacionalista en la Guerra Civil y la exal- tación del dictador. A los líderes iberoamericanos se les reservaban excursiones a algunas ciudades castellanas —Segovia, Ávila— o a las más industrializadas como Barcelona, Zaragoza o Bilbao, aunque a veces repetían el mismo periplo andalusí de los dirigentes árabes, es decir, Granada, Sevilla y Córdoba. General- mente se completaban con inspecciones a organismos ilustrativos de la política social, como centros de formación profesional, escuelas de artesanía o centros relacionados con otro tipo de cobertura social como orfanatos, escuelas, hos- pitales o comedores. Muchos de estos países se hallaban, al igual que España, en vías de desarrollo y estaban interesados en comprobar el funcionamiento del modelo social franquista. A esta operación propagandística se añadían las visitas
al museo de El Prado y la asistencia a actos culturales que preparaba el Instituto

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de Cultura Hispánica, teniendo en cuenta que la lengua y la historia común eran las artífices del enlace hispanístico.12
Además de los banquetes con las élites políticas y económicas, los invitados compartían grandes recepciones con miembros destacados de los grupos so- ciales que apoyaban al régimen, es decir, representantes de la aristocracia, la Iglesia, la universidad, los militares, los falangistas y a partir de los años sesenta con los tecnócratas del opus Dei. La grandilocuencia de los discursos en las ce- remonias oficiales rayaba en la fatuidad, especialmente en los pronunciados ante los árabes y los latinoamericanos. Expresiones como “el genio de la raza”, “el quijotismo hispánico”, “la solidaridad con el alma de la España eterna” o la “his- panidad erguida frente al materialismo sin alma”, eran realmente vacuas pero de un gran impacto emocional, especialmente ante los líderes afines. Los huéspe- des eran homenajeados con condecoraciones de alta graduación mientras que franco recibía medallas, cruces y distinciones en prueba del reconocimiento de su papel en la lucha contra el comunismo, en esa peculiar interpretación de los acontecimientos que divulgó el fanquismo.
A continuación analizaremos las visitas de Eva Perón, Rafael Leónidas Tru- jillo y Alfredo Stroessner. Hemos seleccionado estos tres casos como ejemplos de encuentros realizados en coyunturas políticas especiales: la primera dama argentina viajó a Madrid en 1947, en plena crisis de subsistencias y aislamiento internacional; Rafael L. Trujillo lo hizo en 1954, el año central entre la firma de los acuerdos con Estados Unidos y el ingreso de España en Naciones Unidas; mientras que A. Stroessner visitó a franco en 1973, el año de la crisis econó- mica provocada por la guerra del Yom Kippur, uno de los conflictos árabe-is- raelíes de mayor impacto mundial. Estos dirigentes eran los mejores aliados a quien recurrir en caso de necesidad: Argentina y la República Dominicana no se
habían sumado a las sanciones impuestas por Naciones Unidas a España mien-

12 Ingrid Schultze, “franco, propagandista internacional”, en Juan Antonio García Galindo y otros [eds.], La comunicación social durante el franquismo, Málaga, Diputación Provincial y Aso- ciación de Historiadores de la Comunicación, 2002, pp. 243-259.

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tras que Paraguay, desde la llegada al poder de Stroessner, había manifestado una gran admiración hacia franco y su política.
evItA perón en espAñA. LA expLotAcIón poLítIcA

y propAgAndístIcA de un mIto

Desde el inicio del mandato de Juan Domingo Perón las manifestaciones de sim- patía hacia el gobierno español fueron claras. Recién instalado en la presidencia, confirió al general franco el Collar de la orden del Libertador San Martín “para robustecer y afianzar la buena y tradicional amistad existente entre la República Argentina y la nación española, enalteciendo y acrecentando los vínculos espi- rituales, culturales y económicos que la rigen”.13 Esta actitud fue recíproca puesto que España, inmersa en una etapa de profunda crisis económica y política, no contaba con muchas opciones de alianzas y necesitaba a Argentina como pro- veedor de trigo.
La afinidad ideológica entre los gobernantes y los mutuos intereses co- merciales impulsaron un entendimiento recíproco. Argentina funcionó como un salvavidas para solucionar la cuestión alimenticia a corto plazo mediante la firma del Protocolo franco-Perón, en virtud del cual España recibía un crédito para salir del estrecho callejón en el que se hallaba gracias a las resoluciones de Naciones Unidas.14 Durante el periodo 1946-1948, el Protocolo proporcionó ayuda diplomática y política, la defensa del gobierno franquista en los foros in- ternacionales, las acciones persuasivas ante otros ejecutivos latinoamericanos con el fin de mejorar las relaciones con Madrid, y visitas de representaciones políticas y económicas argentinas que culminaron con la llegada de la esposa
del presidente en junio de 1947.15 Estas actividades tenían una importancia ex-

13 Collar orden del Libertador San Martín, Argentina, AMAE, leg. R-6953.4, 1946.

14 Resumen de los puntos que se tratarán en las negociaciones con Argentina, fundación Nacio- nal francisco franco (en adelante fNff), doc. 13108, 1946.

15 Entre algunos de los monográficos dedicados a su estudio figuran: Beatriz J. figallo, El Proto- colo Franco-Perón. Relaciones hispano-argentinas, 1942-1952, Buenos Aires, Ed. Corregi-

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traordinaria, puesto que la ayuda económica procedente del Plan Marshall no llegó a España y no había ninguna otra nación dispuesta a financiar al denos- tado ejecutivo hispánico.
En este marco, el viaje de la primera dama constituyó el punto culminante de la acción del Ministerio de Asuntos Exteriores. Evita significó el símbolo más visible del pacto Madrid-Buenos Aires, a pesar de que su apariencia y orígenes constituían un cierto desafío a los valores y principios del régimen. Representaba el sueño del cese del hambre, el triunfo popular y la ayuda del antiguo imperio a su metrópoli. Su resplandeciente aspecto y los agasajos preparados en su honor, se transformaron en un espectáculo de gran magnitud, un instrumento de propaganda de primer nivel y una oportunidad única para desviar la aten- ción de las masas de los problemas cotidianos como las restricciones impuestas con la cartilla de racionamiento, las visitas a los presos políticos en las cárceles, el difícil contacto con el familiar exiliado, las compras furtivas en el mercado negro o la escasez general de materias primas.
El 9 de junio, franco recibió en el aeropuerto de Barajas a la primera dama argentina con honores de jefe de Estado, según ella misma había indicado. El Caudillo aceptó sus exigencias y toleró los excesos protocolarios puesto que Ar- gentina estaba desafiando la condena lanzada contra España en Naciones Uni- das. Las altas esferas del gobierno acudieron a recibirla también y al final de la ceremonia de bienvenida una larga hilera de automóviles oficiales la condujo a través de las principales calles de Madrid, donde el pueblo la vitoreó calurosa- mente.16 Las portadas de la prensa se hicieron eco de esas primeras fotografías de su llegada, el recibimiento y la acogida multitudinaria que se le preparó.17
Eva compareció ante el numeroso público congregado por falange y las orga-

dor/Pontificia Universidad Católica, 1992. Raanan Rein, La salvación de una dictadura. Alianza Franco-Perón, 1946-1955, Madrid, CSIC, 1995. Marisa González de oleaga, Las rela- ciones hispano-argentinas, 1939-1946. Identidad, ideología y crisis, Madrid, Universidad Com- plutense, 1991. De esta misma autora, El doble juego de la Hispanidad…, ya citado.

16 Casa Civil de S. E. el jefe de Estado y Glmo. de los Ejércitos, Protocolo, Visita a España de per- sonalidades extranjeras. Palacio de oriente, APR, leg. 1, años 1942, 1947 y 1949.

17 Véase, entre otros, las portadas de La Vanguardia Española y AbC, 10 de junio, 1947.

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nizaciones juveniles para ser homenajeada en el balcón de la Plaza de oriente, desde donde se oyó una retransmisión radiofónica de Juan Domingo Perón. En el palacio de El Pardo la esperaban los ministros con sus esposas, el Cardenal Pri- mado, el embajador argentino, el presidente del Tribunal Supremo, almirantes, generales y la aristocracia española, todos embelesados ante su figura. Es decir, un conjunto muy nutrido de los grupos sociales más representativos del régimen franquista, que venían a conocer y agasajar a esta especie de heroína que les servía como distracción pasajera de su endogámica forma de vida en el Madrid de posguerra.
Al día siguiente de su llegada, franco le impuso la Gran Cruz de Isabel la Ca- tólica, la mayor de las condecoraciones españolas. Comercios, oficinas y fábricas cerraron durante cuatro horas, el ministro de Educación proclamó un día de asueto en las escuelas, y los sindicatos verticales incitaron a los trabajadores a concurrir al acto principal a fin de que pudieran participar en una demostración de masas en apoyo de Argentina y de franco. En la ceremonia celebrada en El Palacio Real, éste pronunció un discurso que versaba sobre la Hispanidad y el concepto de España como madre y creadora de naciones. No olvidó los elogios a los principios del peronismo, a los que comparó con la grandeza del pasado español. Evita retribuyó con alabanzas y, sobre todo, hizo referencias propa- gandísticas a la obra de su marido. Después de la ceremonia, transmitida por al- tavoces a la multitud que esperaba fuera, salió al balcón del palacio al lado de franco donde la muchedumbre aplaudía, y donde tuvo lugar una anécdota en la que se vio involucrado un puñado de falangistas que saludaron con el ademán fascista perjudicando notablemente la imagen de Perón.18
El itinerario seguido durante los quince días de estancia, incluía un gran
número de ciudades de Castilla, Andalucía, Galicia y Cataluña, en las que le ofre- cieron innumerables recepciones y agasajos. Evita tuvo un nutrido programa de

18 En el momento de salir al balcón un puñado de falangistas que se hallaban en el centro de la plaza, levantó la mano haciendo el conocido saludo fascista. Muchos otros se les unieron en este gesto que había sido prohibido. Evita y franco devolvieron el saludo, aunque no está claro si ella levantó la mano saludando. El caso es que la prensa mundial dijo que había hecho el sa- ludo fascista, lo cual perjudicó la imagen de Perón a quien se le recordó su pasado al lado de los nazis.

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actividades sociales con representantes de diferentes sectores profesionales. Quiso ver bloques de viviendas, escuelas de capacitación profesional, mercados de artesanía y hospitales, pronunciando discursos sobre el progreso social, el bienestar de los trabajadores y la necesidad de renovar el pensamiento del siglo xIx. En todas partes las multitudes la saludaron y la percibieron como la repre- sentante de un país rico, símbolo de prosperidad y esperanza, una posible fuente de crédito y de importación de alimentos, la tierra de posibilidades ilimitadas sólo superada por Estados Unidos.
El impacto en la sociedad española de la época fue profundo debido a su juventud, estética y actitud: pidió que se libertaran a dos antifranquistas que ha- bían puesto una carga de explosivos en la embajada argentina de Madrid tres meses antes, y se ofreció para ser madrina de todos los niños nacidos durante su visita. Su estancia resultó ser un vehículo perfecto para la propaganda del ré- gimen puesto que franco se benefició de la popularidad que la envolvía, factor que le ayudó a aparecer con un perfil de hombre del pueblo en unos días coin- cidentes con la celebración del referéndum sobre la Ley de Sucesión a la Jefa- tura del Estado. Perón envió barcos con trigo y maíz a Barcelona como gesto de agradecimiento y abundancia.
La actitud hospitalaria del pueblo, las muestras de deferencia del Caudillo, la tolerancia respecto a la falta de cumplimiento del protocolo y hacia el estilo de éste, volcaron decididamente la simpatía de Eva hacia España. Cuando algu- nos días después estuvo con el Papa Pío xII, aprovechó para elogiar la magní- fica obra de recatolización que estaba realizando el franquismo, y le atribuyó el gran mérito de ser el único defensor de la Iglesia en Europa. A la vuelta del pe- riplo, Perón parecía verdaderamente emocionado por la narración de su esposa y no dejaba pasar ocasión sin alabar a su amigo.19 La visita había sido muy cara, pero franco quedó definitivamente vinculado a Argentina y ésta se empeñó en
crearle un ambiente favorable en Naciones Unidas.

19 Perón envió a franco como presente tres caballos de raza, dos caballos trotadores para su hija Carmencita, dos vacas holando-argentinas y un toro joven. Carta manuscrita de Perón a franco, fNff, doc. 2539, 17 de diciembre, 1947.

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Eva Duarte, sin embargo, no vino exclusivamente a España como el régi- men hubiera deseado. Madrid fue una escala más en el viaje que realizó por Eu- ropa y en la que pisó el Vaticano, París, Roma, Lisboa y Berna. En estos países no le prodigaron el recibimiento que franco le ofreció, incluso en algunos hubo abucheos. La prensa francesa aludió a ella en términos hostiles y en Roma se convocaron manifestaciones ante la embajada argentina como expresión de pro- testa ante su presencia. En Gran Bretaña la visita se suspendió al advertir al protocolo argentino de que no se le concedería carácter oficial, además del riesgo de la existencia de problemas de orden público como consecuencia de su encuentro con el dictador español.
La visita de Eva y la propaganda del Protocolo franco-Perón sirvieron para contrarrestar ante la opinión pública la desilusión que produjo el hecho de que el Plan Marshall no llegara a España debido al carácter antidemocrático de su gobierno. La luna de miel hispano-argentina, sin embargo, sólo duró hasta 1949, cuando Perón suspendió la aplicación del Convenio y los embarques de cerea- les hacia la Península, aunque este hecho no significó que la amistad entre ambos se rompiera.20 No se concederían nuevos créditos ni se seguiría aplicando el Pro- tocolo mientras no mejoraran las condiciones económicas de ambos países, es- pecialmente la de Argentina, que alegaba una situación desastrosa en su acopio de divisas. Para Madrid la ruptura significó una catástrofe, puesto que el déficit alimenticio sin el trigo argentino podía alcanzar niveles alarmantes. El gobierno, en consecuencia, se vio obligado a movilizar sus reservas y a diversificar las com- pras en otros mercados, pero las relaciones continuaron siendo estrechas como el régimen mostró con la acogida de Perón como exiliado de lujo desde finales
de 1955 hasta su retorno a Argentina en 1973.

20 Dictamen en el que se exponen los condicionantes sobre el Protocolo, fNff, doc. 12686, 23 de febrero, 1949.

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LA vIsIbILIdAd de LAs ALIAnzAs entre dIctAdores:
rAFAeL LeónIdAs trujILLo en mAdrId
Rafael Leónidas Trujillo protagonizó una de las dictaduras más longevas del con- tinente iberoamericano (1930-1961). Cuando franco triunfó en España en abril de 1939, Trujillo contaba con una larga experiencia política, caracterizada por la práctica de la intriga y la usurpación en provecho propio y de su clan. El Jefe, nombre con el que se le conocía internamente, fue uno de los dictadores que eli- minó sistemáticamente a la oposición interna, desarrolló mecanismos de repre- sión de gran dureza y eficacia y utilizó al ejército como el instrumento principal para su mantenimiento en el poder, es decir, un conjunto de procedimientos convergentes con el estilo del gobierno franquista.21 Sobre las apologías de las que se rodeó, basta sólo mencionar los títulos auto-otorgados entre los que figuran, Benefactor de la Patria (1933), El más grande de los jefes de Estado dominicanos (1938) o Padre de la Patria Nueva (1954).
La dominicanidad en Trujillo y la españolidad en franco, el catolicismo, la hispanidad y el anticomunismo, fueron elementos genéricos a sus regímenes, además del legado de transgresión de los derechos humanos comunes también a ambas políticas. Alonso Vázquez ha señalado que la colaboración se materia- lizó en la Guerra Civil, pero, sobre todo, en el apoyo al ingreso de España en Na- ciones Unidas y en el respaldo permanente a las propuestas del gobierno franquista. En la votación que tuvo lugar en diciembre de 1946 sobre la retirada
de embajadores, los representantes dominicanos votaron en contra y empren-

21 Son numerosos los libros publicados sobre R. L. Trujillo, entre otros: Jesús de Galíndez, La era de Trujillo. Un estudio casuístico de dictadura hispanoamericana, Santiago de Chile, Edito- rial del Pacífico, 1956. José Almoina, Una satrapía en el Caribe. Historia puntual de la mala vida del déspota Rafael Leónidas Trujillo, Santo Domingo, Cole, 1999. francisco Javier Alonso Vázquez, La alianza de dos Generalísimos. Relaciones diplomáticas Franco-Trujillo, Madrid, fundación García Arévalo, 2006. Del mismo autor, “La relación franco-Trujillo”, en Cuadernos Hispanoamericanos, núms. 613-614, Madrid, 2001. Ángel Lockward y francisco Javier Alonso Vázquez, Informes secretos de Franco a Trujillo, Santo Domingo, Editora Universitaria-UASD,

2007. Domingo Lilón, “Las relaciones dominico-hispanas durante Trujillo y franco, 1936-1961”,

en Toni Berta [coord.], A z Identitás régi és új Koordinátái. Tanulmányok Anderle Ádám 65 születésnapjára, Hungría, Universidad de Szeged, 2008.

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dieron una acción contraria a la mayoría, que consistió en elevar a rango de em- bajada permanente lo que con anterioridad era sólo una legación diplomática. España respondió el 16 de abril de 1948 con el nombramiento del primer jefe de misión diplomática española, que se acreditó con el rango de embajador ex- traordinario y plenipotenciario, Manuel Aznar Zubigaray, quien orientó su dis- curso a ensalzar la historia y la cultura española, no sólo en la Isla, sino en todo el subcontinente americano, es decir, el montaje de una estrategia basada en la construcción de una cultura común de siglos de antigüedad.
En junio de 1948, franco había recibido la Gran Cruz con Placa de oro de la orden de Cristóbal Colón como gesto de respaldo a su gestión a pesar de la condena internacional a la que estaba sometida. Los homenajes se confirmaron en dos ocasiones más con la imposición de las máximas condecoraciones que fueron compensadas con otras a Trujillo, como homólogos reconocimientos a su gestión al frente de la República Dominicana. En suma, correspondencias pú- blicas de la identificación entre los dos dictadores elevados a la máxima catego- ría institucional.22
La misión diplomática del embajador Manuel Valdés Larrañaga, iniciada en
1951, fue la encargada de preparar el viaje que Trujillo realizó a España. En julio de 1953 había tenido lugar la visita de su hija María de los Ángeles, disfrutando de unas jornadas de ocio y turismo, aunque no exentas de cierta exploración polí- tica ante la futura llegada de su padre.23 Al año siguiente, Trujillo llegó a Madrid el 2 de junio donde franco y todo el gobierno le esperaban en la Estación del Norte. En estos momentos su hermano Héctor ostentaba la presidencia de la Re- pública siendo éste el primer viaje oficial fuera de sus fronteras.24

22 Gran Cruz República Dominicana, AMAE, leg. R- 6953.132, 1948 y 1954. En 1950 fue la concesión de la Gran Cruz con Placa de oro de la orden del Mérito Juan Pablo Duarte y la de la Gran Cruz de la orden de Trujillo con Placa de oro, máximo grado reservado para jefes de Estado, otorgada personalmente por Trujillo a franco durante su estancia en España en 1954. franco concedió también grandes cruces de la orden de Isabel la Católica a secretarios de Estado y otras auto- ridades dominicanas. Igualmente, regaló a Trujillo un caballo valorado en 45 000 ptas.

23 Casa Civil de S. E. el jefe de Estado y Glmo. de los Ejércitos, Protocolo, Visita a España de per-

sonalidades extranjeras, Palacio de oriente, APR, años 1953, 1954, 1955.

24 Viaje a España de Trujillo del 2 al 14 de junio, AMAE, leg. R- 5847.9, 1954.

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El recibimiento y la estancia de Trujillo y su familia fueron apoteósicos. El alcalde de Madrid declaró fiesta escolar el día de la llegada, y se engalanó la ciu- dad para una recepción espectacular. Los dos dictadores se sentían henchidos ante la identidad ideológica que les unía, confraternizados no sólo en el pasado imperial, sino en el presente político que se presentaba, desde su punto de vista, esperanzador y exitoso ante la firma de los Pactos con Estados Unidos en 1953 y la próxima incorporación de España a Naciones Unidas. El periódico La Van- guardia Española del 3 de junio de 1954 titulaba su portada “Un paladín del an- ticomunismo” y ofrecía una imagen de un monumento de Trujillo a caballo, mientras que AbC publicaba una foto de cuerpo entero, y cubría la noticia con un amplio despliegue en su interior. franco parecía delirar ante la llegada de Trujillo, a quien prodigó frases gloriosas de admiración y agradecimiento. En el discurso de bienvenida habló de la siguiente manera:

Ninguna satisfacción más grande e íntima para una familia que la vuelta al hogar de algunos de sus hijos alejados, así sucede hoy en nuestra nación al recibir la vi- sita del Generalísimo Trujillo, Benefactor de su Patria, que durante tantos años viene siendo el Jefe indiscutible de la Nación Dominicana, la primogénita de nues- tras hijas de América, y que si recibió el nombre de Española en su bautismo, de- mostró en el transcurso de su historia su gran amor y adhesión al viejo tronco que le dio vida con actos divinos que los españoles jamás olvidaremos. […] Este im- perio de la fe que en vuestra Nación tanto cuidáis, es una nueva razón y poderosa razón de que vuestra presencia entre nosotros sea todavía más querida y apre- ciada, pues no solo [sic] sois el auténtico Jefe a quien tanto debe la prosperidad de vuestra Patria, ni el gran amigo de los días difíciles, ni el gallardo confesor de sus sentimientos hispanos, sino el gran defensor de aquella manera de ser y de sen- tir, y de aquella fe que un día llevaron a aquellas tierras nuestros capitanes y mi- siones, y si esto fuera poco, sois también, Excelentísimo Señor, el paladín del anticomunismo en el mar de las Antillas.25

25 El ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo envió el discurso al encargado de Ne- gocios de Ciudad Trujillo para que lo difundiera por la prensa dominicana y caribeña, AMAE, leg. R. 5847.9, 1954.

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Las jornadas fueron organizadas conforme a una planificación exhaustiva del tiempo para que El Jefe y su familia pudieran conocer las principales urbes españolas —Madrid, Barcelona—, pequeñas ciudades próximas a la capital
—Ávila y Toledo — y municipios relevantes para el imaginario franquista —El Es- corial—. Hubo también cultura —museo de El Prado —, ocio y deportes del gusto de franco —caza, corridas de toros y espectáculos de danza española— y de- mostraciones militares. Prodigaron los ágapes y banquetes con militares y civi- les, actos sociales multitudinarios preparados para la exaltación de ambos líderes, escenarios panegíricos de sus hazañas pasadas y presentes en los que abunda- ron discursos sobre los paralelismos entre ambos generalísimos, como el pro- nunciado por Trujillo en una cena en el Palacio Real de Madrid:

Nuestra política se halla inspirada en los mismos ideales que presiden la política de la Madre Patria. Estamos realizando, con energía inquebrantable, un programa de reivindicación y engrandecimiento nacionales, semejante al que la España tradicio- nalista, la España eterna, está llevando a cabo en un escenario naturalmente más ex- tenso […]. La lucha que el Generalísimo franco, campeón de la hispanidad y paladín del espíritu cristiano, encabezó aquí contra las fuerzas del ateísmo con- temporáneo, cuando todavía el destino del hombre no había empezado a decidirse en los campos de la segunda guerra mundial, es la misma lucha que hoy están li- brando en un escenario más vasto todos los pueblos del mundo occidental.26

La despedida fue igualmente entusiasta. Los dos se colmaron de elogios, de recuerdos del pasado y de promesas de futuro, y a partir de este viaje intensificó más sus ideales, a saber, el anticomunismo y el nacionalismo, especialmente el primero de los mencionados, muy acentuado después de las conversaciones con franco.
La visita del general Rafael Leónidas Trujillo y esposa tuvo gran eco en los medios de comunicación, en los que se reprodujeron con profusión imágenes
en actitud de una intensa compenetración. Los mensajes difundidos en España

26 Rafael Leónidas Trujillo, Discursos, mensajes y proclamas, Madrid, Ediciones Acies, 1957, pp.

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y en la República Dominicana, confeccionados con el matiz de la censura y de las consignas oficiales, dieron como resultado una cobertura fuera de toda pro- porción real a este pretendido acercamiento. Ciertamente, la ostentación de una estrecha amistad entre los dictadores no producía beneficios especiales más allá de la continuidad del apoyo en Naciones Unidas, el acuerdo de colabora- ción de las fuerzas de seguridad españolas con las dominicanas, y el cierre de filas con un aliado en el Caribe que a su vez era aliado de Estados Unidos. El encuentro se producía, sin embargo, en un momento oportuno, coincidente con la compleja situación creada en Guatemala por el coronel Jacobo Arbenz, quien había legalizado el Partido Comunista Laborista guatemalteco y se dispo- nía a poner en marcha una reforma agraria de amplias dimensiones. Las políti- cas de Arbenz se percibieron como una amenaza comunista, concepción que sirvió al ejército para unirse al consorcio de la CIA y la United fruit Company en sus propósitos de derrocarle. En esta coyuntura, Estados Unidos vio con buenos ojos las declaraciones contundentes de aliados anticomunistas, que previsible- mente contribuirían a desestimar otros intentos de reforma en la región cen- troamericana, y comprobaron con franco la existencia de un dócil intermediario.
propAgAndA y vIejAs dIctAdurAs: ALFredo stroessner y FrAnco
El general Alfredo Stroessner fue uno de los dictadores latinoamericanos que permaneció en el poder durante largas décadas (1954-1989) apoyado en la oli- garquía económica nacional, el ejército y Estados Unidos. En 1954 dio un golpe de Estado que derribó al anterior presidente, implantó una dictadura militarista, suspendió la Constitución, ilegalizó a los partidos políticos y suprimió las liber- tades democráticas, provocando el exilio de miles de personas.
El presidente paraguayo era un gran admirador de Hitler y franco, favora- ble a la presencia de una Iglesia católica ultraconservadora, partidario de la au- tarquía, ferviente anticomunista y buen anfitrión de nazis y de dictadores, como Anastasio Somoza Debayle. Stroessner se miraba en el espejo de franco para
conducir su país y admiraba de él su anticomunismo exacerbado y ese concepto

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nacionalista que ensalzaba la patria, el heroísmo de sus hombres, el paterna- lismo que engaña, propio de los dictadores.27
El general Alfredo Stroessner y su esposa estuvieron en Madrid en julio de
1973. Su visita generó una amplia cobertura propagandística en los medios de co- municación, donde se volcó una información en términos extremadamente lau- datorios sobre los aspectos que conformaban la realidad hispana y paraguaya, así como sobre la personalidad de sus respectivos líderes, entre quienes se esta- blecían comparaciones en sus similares orígenes, su obra político-social y su mi- sión como dirigentes destinados a salvar a sus patrias.28 El alcalde de Madrid le entregaba las llaves de la villa con las siguientes palabras:

Señor presidente: Hoy es un día de fiesta para Madrid. Y no sólo porque recibi- mos la visita del jefe del Estado de un país unido al nuestro por vínculos históri- cos de profunda raigambre, sino porque sabemos que sois un buen amigo de España […]. Sois, señor presidente, la máxima representación de un pueblo que coloca el heroísmo por encima de todas sus cualidades y virtudes […]. Vuestro pueblo luchó con admirable arrojo contra fuerzas muy superiores en número hasta casi el exterminio. Pero su gallardía no fue inútil, pues, habéis mantenido intacto el tesoro de vuestra independencia nacional. Y el pueblo de Madrid, que también supo luchar y morir por la independencia de España, puede compren- der muy bien. Porque nos une a paraguayos y españoles la suprema hermandad del patriotismo heroico.29

El dictador paraguayo fue agasajado con exhibiciones populares de cantos y bailes en una España desarrollada económicamente, y con una oposición in- terna poco dispuesta a considerar recepciones a dictadores. Stroessner no se conformó con la obligada visita al Valle de los Caídos y El Escorial, sino que rin-

27 A principios de 1954, franco había recibido en El Pardo, a través del embajador del Paraguay en Madrid, la orden Nacional del Mérito en el grado de Cruz Extraordinaria bordada en oro, para testimoniar el reconocimiento y la simpatía que profesaban a la madre Patria y al Caudi- llo. Gran Cruz de la orden Nacional del Mérito de Paraguay, AMAE, leg. R- 6981. 110, 1953. Una breve reseña crítica de su figura en la revista Triunfo, núm. 543, 24 de febrero, 1973, p. 13.

28 Aclamaciones especialmente exageradas fueron las escritas por Ernesto Giménez Caballero en el periódico El Alcázar, de 16 de julio, 1973, en un artículo titulado “Stroessner y franco”.

29 La Vanguardia Española, p. 4, 17 de julio, 1973.

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dió homenaje ante la tumba de José Antonio en un estilo fascista poco acorde con el mundo que le contemplaba. Durante su estancia asistió a varias reunio- nes con directivos del Banco Exterior de España, un reducido número de jefes de misiones diplomáticas y con el príncipe Juan Carlos.30
Las relaciones políticas bilaterales eran excelentes pero poco equilibradas
con lo económico, bastante escasas en los intercambios, cuyas cifras apenas al- canzaban 1% del que se realizaba con Latinoamérica, a pesar de que se habían firmado entre ambas naciones unos 20 convenios. En 1966 se acordó el Acta de Asunción sobre cooperación técnica y económica, en la que se preveía partici- par en el programa paraguayo que incluía acelerar los procesos de industriali- zación de materias primas y de transformación de productos para el consumo interno y la exportación. El Acta seguía en vigor pero no se habían efectuado los intercambios previstos.
En la visita de 1973 hubo diversas reuniones con el objetivo de profundizar en la colaboración económica, concretamente la inversión española en la cons- trucción de infraestructuras, la firma de algunos acuerdos sobre créditos ban- carios, la cooperación técnica y el turismo. Las relaciones económicas, pues, figuraban entre los objetivos prioritarios de la visita, de ahí que en su séquito se hallaran el ministro de obras Públicas y Comunicaciones, el de Hacienda, el pre- sidente del Banco Central y otras personalidades del mundo financiero.
El viernes 20 de julio en el Palacio de la Moncloa, Stroessner y franco firma- ron un documento llamado Declaración de la Moncloa, en el que reiteraban su adhesión a los principios fundamentales que regían las relaciones entre las nacio- nes, coincidían en la necesidad de fortalecer Naciones Unidas, como un instru- mento al servicio de la paz y de la seguridad internacional, incluían en este concepto la seguridad económica y reconocían la necesidad de reformar los sis- temas comerciales y financieros. Por último, hicieron públicas las buenas relacio- nes entre ambos estados, la eficacia de la cooperación bilateral y su propósito de
ampliar e intensificar las relaciones culturales, la colaboración técnica y científica.31

30 Casa Civil de S. E. el jefe de Estado y Glmo. de los Ejércitos, Protocolo, Visita a España de per- sonalidades extranjeras, Palacio de oriente, APR, 1973.

31 Comunicado oficial de la visita, AMAE, leg. R-15336.

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La visita finalizaba con un alegato a la reciprocidad y a la asociación entre dos militares, representantes del ala más reaccionaria de los ejércitos y de los jefes de estado coetáneos. Posteriormente, Stroessner realizó viajes oficiales para encontrarse con los emperadores de Japón, los presidentes norteamerica- nos, con el francés Charles de Gaulle y fue el primer mandatario en visitar a Au- gusto Pinochet a finales de 1973, pocos meses después de su estancia en Madrid. Como es de sobra conocido, franco no volvió a salir fuera de las fronteras desde los años cuarenta cuando se encontró con los jefes nazi-fascistas, pero mantuvo contactos con los mismos personajes que su homólogo paraguayo, confirmando de este modo la pertenencia a una amplia red de amistades políticas afines a estos sistemas antidemocráticos y represores.
concLusIones
La presencia de Stroessner en Madrid significaba el cierre del círculo de amis- tades iberoamericanas entabladas desde la década de 1940. El catálogo de visi- tantes se había iniciado en 1947 con Eva Perón e incluía casi todo el repertorio de las dictaduras del continente, una selección de invitados que muestra las pre- ferencias políticas de la España franquista, aunque en realidad siempre estuvie- ron claras desde 1936 con la postura favorable que adoptó hacia los regímenes fascistas, antecedentes de las amistades en el exterior que nunca abandonó.
Las nuevas formas de fascismos y regímenes excluyentes en la Guerra fría pasaron a ser las fórmulas políticas hacia las que franco se inclinó, como lo prueba la deferencia hacia los países dirigidos por dictaduras militaristas, po- pulistas o sistemas afines. La acción exterior hacia Iberoamérica, pues, no fue proyectada a todo el continente, sino únicamente a este tipo de naciones, ge- neralmente coincidentes con las más protegidas por Estados Unidos en cuanto que eran las más firmes candidatas a frenar la extensión del comunismo en la re- gión, y a doblegarse ante su superioridad económica y política. La propaganda y el exceso retórico dominaron en estas actuaciones políticas dirigidas a exhibir
ante el mundo que franco no estaba solo.

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Las visitas de Eva Perón, Trujillo y Stroessner tuvieron un contenido emi- nentemente político y propagandístico. La primera supuso una gran operación de imagen en el marco de la España aislada y la segunda, la comprobación de que el franquismo se asentaba en una gran red de países de carácter dictatorial. El encuentro con Stroessner, en cambio, fue un magnífico ejemplo de los últimos estertores del régimen en el que un dictador siniestro comparece ante uno de los viejos maestros de la represión y el control social en un tiempo en el que las formas políticas antidemocráticas resultaban anacrónicas. El denominado tar- dofranquismo recuperó parte de su perfil original y resultó capaz de recibir en Madrid, con todos los honores, a uno de los gobernantes latinoamericanos más represores. La acción exterior y la propaganda hacia Iberoamérica actuaron, pues, conjuntamente al servicio de la política interna del franquismo y de sus propósitos, entre los que figura la difusión de una imagen de franco y de una España pacífica, próspera y al servicio del anticomunismo.
Recibido: 30 de junio, 2011. Aceptado: 9 de enero, 2012.

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