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EDUCACIÓN: TEMAS Y PROBLEMAS

EDUCACIÓN: TEMAS Y PROBLEMAS

La influencia pedagógica del exilio republicano español: la edad de oro de

la enseñanza en Colombia

José Ángel Hernández García*

RESUMEN: La llegada de exiliados españoles a Colombia como consecuencia de la Guerra Civil española (1936-1939) supuso un florecer del mundo educativo colombiano, hasta ese momento apático y anticuado. El que entre los exiliados hubiera una cantidad considera- ble de docentes y pedagogos explicaría esta “Edad de Oro” de la educación en Colombia. La apuesta decidida de las instituciones del Estado por las nuevas técnicas pedagógicas que representaban los pedagogos españoles fue fundamental para el despegue de la educación en Colombia en los años treinta, cuarenta y cincuenta, abandonando viejas prácticas edu- cativas. Este artículo intenta explicar el devenir de estos exiliados desde el punto de vista laboral y vital, así como de las instituciones en que compartieron sus conocimientos peda- gógicos en Colombia.
PALABRAS CLAvE: Exilio, España, Colombia, Pedagogos.
ABSTRACT: The arrival of Spanish exiles to Colombia as a result of the Spanish Civil War (1936-1939) meant a flowering of the Colombian educational world, until then apathetic and outdated. The fact that among the exiles there were a significant number of teachers and educators explains this “golden age” of education in Colombia. The firm commitment of state institutions for the new techniques of the Spanish was central to the launch of education in Colombia in the thirties, forties and fifties. Old educational techniques were abandoned. This article attempts to explain the fate of these exiles, from a standpoint of their labor and li- ving conditions, as well as institutions with which they shared their pedagogical knowledge in Colombia.
KEY WORDS: Exile, Spain, Colombia, Educators.

* Universidad de la Sabana, Colombia ( jose.hernandez@unisabana.edu.co).

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lama la atención el que si la emigración a Colombia como consecuencia de la Guerra Civil española fue muy reducida, el aporte intelectual y sobre todo pedagógico de estos exiliados políticos fuera tan ingente.
El perfil del emigrante español a Colombia después del conflicto fraticida en la “Vieja Piel de Toro”, obviando la emigración de religiosos, es eminente- mente técnica. Encontramos en las listas de solicitud de visas para Colombia, y desde 1936, una muy vasta proporción de profesionales liberales, técnicos, in- dustriales, etc.1 En el rubro de profesionales liberales encontramos un alto por- centaje de universitarios, muchos de ellos se habían ejercido como docentes en España, y había una proporción de pedagogos considerables. Además, por las cir- cunstancias propias del país que los recibía, en este caso Colombia, muchos de estos transterrados al no encontrar ocupación para su preparación técnica y con un alto nivel intelectual, se decantaron por la enseñanza. Para lo anterior con- taron con el apoyo total del ministro de Educación de la época, Germán Arci- niegas. Un personaje siempre presto al apoyo de la causa republicana durante el conflicto en España y luego a fungir como introductor de los españoles que iban llegando a Colombia cuando las armas gubernamentales ya mostraban sig- nos de no poder ganar la contienda.
En esta labor de promoción de fomento de la emigración intelectual repu- blicana española, Arciniegas contó con un franco opositor, su compañero de ga- binete, Luis López de Mesa, ministro de Exteriores. Aún recuerdan algunos exiliados el comentario del canciller colombiano cuando le recomendaban algún peticionario español de visa: “¿Quién me garantiza que no es un bombista anar- quista o comunista?”.2

1 Para mayor información, véase: V. Llorens, En la emigración republicana”, Barcelona, Taurus,

1978, p. 172. Concretamente el capítulo referido a Educación y Pedagogía de C. Sainz de la Cal- zada.

2 Esta percepción respecto a los exiliados republicanos españoles era, paradójicamente, común entre los liberales colombianos, a los que se suponía más receptivos con estos refugiados po- líticos. Así lo ratifican los que lo sufrieron como Paulino Gómez Basterra, hijo del último mi- nistro de la Gobernación de la República Española. Paulino Gómez Sainz, exiliado en Colombia. El enfrentamiento por el tema de los refugiados entre el canciller López de Mesa y el ministro de Educación, Germán Arciniegas, era vox pópuli entre los exiliados, pero también en las ins-

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Lo cierto es que el filtro de la emigración republicana española por parte de las autoridades colombianas de la época fue concienzudo y se centró en la con- cesión de permisos de emigración, eso sí pocos, para personas con un alto grado de preparación intelectual y sin un destacado pasado revolucionario, cuestión esta que causaba auténtico pavor, tanto a los liberales en el gobierno, como, sobre todo, a los conservadores en la oposición. Recordemos que esto se dio a pesar del nominal, más que práctico, apoyo a la República española de los go- biernos liberales de López y Santos, que presagiaban una mayor receptividad de los exiliados republicanos. Las autoridades liberales fueron más asequibles a la presión conservadora y a una parte importante de la opinión pública colom- biana que veía en los posibles demandantes de visas como unos “rojos peligro- sos y asesinos de monjas y curas”.3
El intento de López Pumarejo de, según palabras del liberalismo, “moder-
nizar las estructuras del Estado” —o de manera oficial a través de la frase “la re- volución en marcha” que se convirtió en el eslogan de la presidencia de López y que demandaba de burócratas preparados para afrontar los cambios que se preveían— vio en los españoles republicanos recién arribados una fuerza inte- lectual e ideológica que no se podía obviar. Era evidente que entre las reformas necesarias para los liberales, la más necesaria era la de la educación y que para ejecutarla no era suficiente el aporte de los intelectuales y pedagogos autócto-

tituciones del Gobierno. Sirva de ratificación el intento de Germán Arciniegas por traer al país al filósofo Stefan Zweig, exiliado, huyendo de las hordas nacional socialistas, en Brasil. La opo- sición tenaz de López de Mesa no hizo posible la arribada del prestante pensador que terminó suicidándose en 1941 quizá esperando un visado hacia Colombia y desesperando por ello.

3 Laureano Gómez, jefe indiscutible del Partido Conservador, se refería a la lucha que se daba en

España en los siguientes términos: “El carácter decisivo de la lucha no se lo ha ocultado a nadie, si la marejada comunista llega a preponderar sobre la España Católica, las turbulentas aguas inun- darán de rechazo la patria de San Luis y amenazarán con gravedad inaudita las instituciones ac- tuales de Alemania e Italia”, en Diario el Siglo, 6 de junio, 1937.

Tampoco ayudaban a la causa de la emigración republicana las noticias de asesinato y tortura de unos religiosos colombianos de la orden hospitalaria por los milicianos en agosto de 1936. P. Roberto M. Tisnes J. CMf, Los mártires colombianos de la orden hospitalaria de San Juan de Dios, Santa fe de Bogotá, Orden hospitalaria de San Juan de Dios, Curia Provincial.

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nos. Como dijo el presidente en su toma de posesión: “No tenemos verdaderos maestros en la enseñanza primaria y secundaria…”
Para López las llamadas universidades colombianas no eran más que aca- demias, así “la situación nos obliga a buscar profesionales extranjeros”.4
Seguramente López no pensó en los españoles como primera opción de pe-
dagogos foráneos, la francofilia y la anglofilia de la oligarquía colombiana a la que pertenecía López era grandísima. Además, los prejuicios en contra de la vieja potencia colonial, en este caso española, nos lleva a pensar así, pero la Guerra Civil española con el exilio republicano consiguiente hizo que fuera la opción más factible para la administración lopista y luego santista.
Los consulados colombianos, en francia y Bélgica, especialmente, comen- zaron a informar al Palacio de San Carlos, sede de la cancillería colombiana, de una gran cantidad de peticionarios visados para Colombia de españoles repu- blicanos atrapados en francia que no podían salir del país sin un permiso o vi- sado. El Ministerio de Exteriores colombiano se mostraba poco receptivo con la llegada de extranjeros, así que decidió, como mal menor, permitir la llegada de algunos exiliados españoles con expedientes laborales prestantes en el ámbito de la academia, de la ciencia y en general de la cultura, obviando descarada- mente a los que tenían marchamo revolucionario y a los que se suponían peli- grosos desde el punto de vista político por sus ideas de izquierda.
Esto suele ser desconocido por algunos historiadores del exilio republicano en Colombia que prefieren dejar de lado este espinoso asunto en aras de un re- lato más “buenista” sobre la actuación con el exilio español de las autoridades colombianas de la época.5

4 Jaime Jaramillo Uribe, “La educación en los gobiernos liberales 1930-1946”, en Nueva Historia de Colombia, t. IV, Bogotá, 1989, p. 89.

5 Así se comprueba que quizá la única autora en España que ha tratado de manera monográfica el exilio español en Colombia es María Eugenia Martínez Gorroño. La autora no obvia que los exiliados fueron “seleccionados”, pero no plantea lo discriminatorio de esta criba, lo que hizo, por citar un ejemplo, que hubiera más exiliados republicanos españoles en la República Do- minicana del terrible dictador Trujillo que con los presidentes liberales López o Santos, en Co- lombia. “La educación en la Colombia Liberal de los años 30 y 40: la trascendente contribución

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LLegada de Los primeros exiLiados y su peripeCia pedagógiCa
Durante el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo empezaron a llegar los primeros exiliados a Colombia, en este caso vascos que, después del conocido Pacto de Santoña, habían abandonado la lucha contra los franquistas. Dos per- sonajes destacan entre los demás, francisco Abrisketa y Andrés Perea Gallaga.
La contribución a la educación de estos dos prestantes representantes del na- cionalismo vasco merece ser destacada. francisco, “Patxi”, Abrisketa6 había cur- sado en España los estudios de economía en la universidad de Deusto y había ingresado en el Banco de Vizcaya. Al llegar a Colombia desempeñó cargos en el Banco de la República y otras entidades financieras, debido a su preparación.
Durante años fue profesor de Estadística y Economía en la Universidad Na- cional de Colombia así como en la Universidad Pontificia Javeriana, ambas sitas en Bogotá. Muchos de los que luego ocuparon cargos de dirección económica, tanto en un nivel estatal como privado, fueron alumnos de Abrisketa.
Abrisketa publicó o fomentó la publicación de varios libros de reivindicación vasquista, normalmente editados en Caracas o por la editorial Ekin de Buenos Aires. Su biblioteca sobre el libertador Simón Bolívar es considerada como una de las más extensas en Europa, actualmente está repartida entre la Universidad de Deusto, su alma mater, y el convento de los padres benedictinos de Ataún en Guipuzcoa. La llegada de esta colección a su País Vasco natal no fue fácil y se aceptó por parte del gobierno colombiano cuando Abrisketa se comprometió a donar su biblioteca de economía a la Pontificia Universidad Javeriana de la capital bogotana regentada por la Compañía de Jesús y donde él había fungido como docente.

del exilio español consecuencia de la Guerra Civil, 1936-1939”, en Revista Migraciones y Exi- lios, núm. 4, Universidad de Educación a Distancia, UNED, facultad de Geografía e Historia, De- partamento de Historia Contemporánea, 2003, pp. 9-30.

6 Quizá el compendio de la peripecia vital y política más enjundioso de francisco Abrisketa se puede encontrar en R. Basurto Larrañaga [coord.], “Homenaje a francisco de Abrisketa”, en Frantzisko Abrisketa-ri Omenaldia, Sociedad Bolivariana del País Vasco, 1993.

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Tal fue su contribución al desarrollo del país que lo acogió que se le con- cedió la Cruz de Boyacá, máxima condecoración de la República de Colombia.
El exilio vasco no termina con Patxi Abrisketa, otro destacado representante de esta peculiar diáspora dentro de la general republicana es Andrés Perea Ga- llaga, quien se dedicó también a la enseñanza y realizó el primer censo de Co- lombia, con el que ganó la máxima condecoración del país, la Cruz de Boyacá. Su hijo José Perea Sasiain fue profesor en la facultad de Medicina de la Univer- sidad Nacional, principal centro de educación superior estatal y que en 1934, por normas inspiradas por el presidente López Pumarejo, se configuró con la es- tructura actual. Gran amigo de los derrotados en la guerra fraticida que se había dado en la Península ibérica, contó con ellos para conformar el plantel docente desde la llegada de los primeros republicanos hispanos. Uno de ellos fue el vasco Juan Antonio Irazusta, diputado en la época republicana, se dedicó a la literatura durante su exilio en Colombia y escribió dos novelas cuya temática se centraba en lo vasco, Joañixio y Bizia Garratzada, publicadas por la editorial Vasquista Ekin. finalmente terminó sus días como religioso en Perú.
A finales de 1937 y principios de 1938, el Ejército Nacional conquistó am- plias zonas de España y comenzó el exilio máximo, unos cuantos eligieron Co- lombia como destino para comenzar su nueva singladura vital.
El embajador republicano en Bogotá, Rafael Ureña,7 empezó a informar a Madrid de estas arribadas ya para 1937, pero sobre todo para principios de 1938, cuando la colonia de exiliados ya contaba con prestantes personajes que con- tribuirían de manera significativa al desarrollo académico e intelectual de Co- lombia, una vez salvadas las oposiciones oficiales eran ya motejados “de hombres ilustres, alejados de la política y entregados a sus disciplinas intelectuales […]

7 Rafael Ureña fue nombrado embajador, el primero con tal categoría en Colombia, tomó pose- sión de la representación diplomática a finales de mayo de 1938. Rápidamente empezó a remitir informes al Ministerio de Estado en España sobre la situación de la colonia de exiliados espa-

ñoles. En honor a la verdad, sus informes no fueron muy optimistas sobre la fe en la victoria de la causa republicana entre la colonia residente en Colombia, así como del apoyo del Go- bierno del presidente colombiano Eduardo Santos a la misma causa. En el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares, Madrid, España, se encuentra una carpeta a nombre de “Rafael Ureña”, la 3114, que ratificaría lo dicho.

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hombres de estudio, profesores e investigadores, que buscan un sitio tranquilo para continuar sus trabajos, lejos de la dura presión dictatorial y en el ambiente acogedor y propicio de un pueblo libre”.8
Luis de ZuLueta, eL más destaCado poLítiCo y pedagogo deL exiLio repubLiCano en CoLombia
Luis de Zulueta Escolano es, sin lugar a dudas, el más prestante de los exiliados republicanos españoles en Colombia, avalado por los cargos y responsabilidades políticas que ostentó en España antes de su forzado exilio. fue diputado de la República, ministro y embajador, además de uno de los principales teóricos de la pedagogía contemporánea española.
Zulueta era considerado un moderado dentro de los círculos de la izquierda española e incluso por la derecha que veía en su porte y sus maneras diplomá- ticas alguien distinto al “miliciano” común. Estos modales y prestancia le hicie- ron el personaje más idóneo para desempeñar cometidos diplomáticos ante la Alemania hitleriana o en la Santa Sede, el último destino diplomático de este re- publicano liberal-burgués y católico. Al ser desalojado violentamente del Palazzo de Spagna, sede de la Embajada española en el Vaticano, por los franquistas y con la aquiescencia de las autoridades fascistas italianas, Zulueta decidió no volver a una España ya en plena contienda, y optó por el exilio el 30 de septiembre de
1936.
Eduardo Santos, quien luego sería presidente colombiano, al saber de su exi- lio en París, le ofreció emigrar a Colombia, y le propuso un contrato como co- laborador en el periódico El Tiempo de su propiedad.
Luis de Zulueta había sido profesor de la Escuela Superior de Magisterio en España, lo que lo hacía personaje idóneo para laborar en el ámbito educativo en Colombia, así pronto le ofrecieron un puesto en el Ministerio de Educación colombiano.

8 El Tiempo, 14 de abril, 1939.

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Su llegada a Colombia no pasó inadvertida, incluso los conservadores pro- franquistas, es decir la mayoría, le desearon parabienes, no sin antes advertir al ex ministro de Estado

[…] para que por encima de cualquier otra conveniencia, se mantenga en su línea de intelectual puro, le pedimos, anticipadamente, que desoiga las sirenas partidistas que el Ministerio de Educación pretenderán poner su pluma al servi- cio de la república liberal, faltos, como se hallan, de valores siquiera medianos. El debe sentirse en esta ciudad como en la prolongación espiritual de una de esas resacas y melancólicas urbes empotradas en Castilla que hoy lucha bravamente por la reconquista de los blasones fundamentales, amenazados tan rotundamente por la barbarie rusa. Confiamos en el resurgir de España, que será ‘La edad de oro’ de la que habló a sus discípulos en la residencia de estudiantes el mismo don Luis de Zulueta, bienvenido.9

Sirva lo anterior como ejemplo de la fama de fino intelectual y pedagogo que precedía a este amigo de Azaña y de Unamuno. Recordemos que había sido catedrático de la Historia de la Pedagogía en España y que si bien abandonó la enseñanza efectiva en 1910 al ser elegido diputado a cortes por Barcelona, no descuidó nunca el interés por la pedagogía como demuestran sus publicaciones sobre el tema después de ese año.10
Lo cierto es que la vida de Zulueta y su familia si no fue feliz, sí apacible, sobre
todo por la buena remuneración de sus regulares colaboraciones en el periódico liberal El Tiempo. Sin embargo, y no por necesidad, decidió seguir ejerciendo la profesión docente en distintas instituciones educativas de Bogotá como la Uni- versidad Nacional, la Escuela Normal Superior, el Instituto Pedagógico Nacional o la Universidad de los Andes, esta última que él ayudó a fundar.
Hasta 1960, la vida de Zulueta transcurrió sin especiales sobresaltos, año en que Zulueta decidió cambiar de aires al partir hacia Estados Unidos, donde murió a los 64 años de edad. Se acababa así la vida del que, sin ningun titubeo,

9 El Siglo, 11 de marzo, 1937.

10 Entre otras destacaremos El alma de la escuela (1910), El Maestro (1924) y El ideal de la edu- cación (1942).

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fue el personaje más destacado de un exilio que lo obvio y lo sometió a una mar- ginación que aún se mantiene en los trabajos sobre el exilio republicano.11
eL gimnasio moderno, instituCión señera de La eduCaCión primaria CoLombiana
Aunque el ámbito de actuación académica de los exiliados españoles estuvo muy centrado en la Educación Superior, también hubo españoles que se ocuparon de la formación primaria de la oligarquía liberal y librepensadora, sobre todo a tra- vés del elitista Gimnasio Moderno, fundado en 1914.
Agustín Nieto Caballero, fundador del Gimnasio Moderno y que luego en reconocimiento a su labor educativa fue nombrado ministro de Educación, pen- saba que era necesaria la creación de una institución pedagógica que formara una nueva “aristocracia colombiana”, para ello viajó a Europa, sobre todo a fran- cia y España, con la misión de informarse sobre los nuevos métodos pedagógi- cos, destacando el conocido como Montessori. En uno de sus viajes a Madrid quedó gratamente impresionado por los intentos de la nueva administración republicana de ofrecer a sus alumnos en las distintas escuelas un sistema edu- cativo más práctico y moderno de la que la Institución Libre de Enseñanza sería el ejemplo más destacado y emblemático. Por sugerencia de dicha institución, Nieto Caballero contactó con varios educadores para un posible desplazamiento a Colombia que permitiera, junto con otros colegas colombianos, empezar la singladura del revolucionario Gimnasio Moderno. Los profesores elegidos fue- ron Pau Vila i Dinarés, Miquel fornaguera y flora González. De los tres, Pau Vila será el encargado de coordinar la nueva etapa del Gimnasio Moderno. Su ex-

11 Un estudio pormenorizado sobre la figura política y pedagógica de Zulueta está en M. de C. Crespo Pérez, “Luis de Zulueta, político y pedagogo”, en Revista Complutense de Educación, vol. 7, núm. 1, Madrid, Servicio Publicaciones Universidad Complutense, 1996. También Carmen de Zulueta, Luis de Zulueta, Alicante, Instituto de Cultura Gil-Alvert, 1996 y C. Zulueta Cebrián, “Mi viaje a Cuba, una reeducación sentimental”, en Revista Historia 16, año XXV, núm. 312, abril de 2002.

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periencia era sumamete valorada y conocida en los ambientes pedagógicos es- pañoles, lo que lo hacía ser el líder natural para esta tarea.12
Durante los primeros momentos de su actividad renovadora en el Gimna- sio Moderno, Vila recibió una carta de un paisano catalán, que enterado del pro- yecto, ofrecía sus servicios y su experiencia, era Miquel fornaguera Ramón.
Miquel fornaguera se había formado como docente en la Escola de Mestres, de la ciudad Condal, cuya dirección en ese momento estaba a cargo de Juan Bardina, miembro de la generación del ’98 y amigo y correligionario de Ginés de los Ríos. De la Institución Libre de Enseñanza tomó Barcina los parámetros a seguir en su escuela. En 1912 Barcina hizo una visita a París para especializarse en las nuevas técnicas pedagógicas y eligió entre sus pupilos a fornaguera para que le acompañara durante los dos años que duraba la estancia. Al estar en la ca- pital gala, fornaguera empezó a interesarse por Colombia y seguramente lle- vado por su espíritu aventurero decidió emigrar al país sudamericano en 1915. La idea era dedicarse a la agricultura, concretamente al cultivo de tomates, junto con otros cinco compañeros. Rápidamente se dio cuenta de que el cultivo de hortalizas no era lo suyo y decidió marcharse a Medellín. Estando en la capital antioqueña se enteró del proyecto de regeneración pedagógica del Gimnasio Moderno y escribió ofreciendo sus servicios. Pau Vila enseguida lo llamó a su lado, recordemos que Vila fue el rector del Gimnasio Moderno de 1915 a 1917 y que tenía carta blanca para contratar a cualquier pedagogo que él considerara necesario.

12 Pau Vila i Dinarés nació en Barcelona en 1881, murió a punto de cumplir un siglo de vida en su ciudad natal. Estudió en el Instituto de Ciencias de Ginebra, por lo que estaba muy al tanto de las modernas técnicas pedagógicas del momento. Al terminar su cometido en Colombia, re- gresó a España en 1918, para volver como exiliado a causa de la derrota de las armas republi- canas en España y por intercesión del presidente Eduardo Santos. La Escuela Normal Superior lo acogió como profesor de Geografía y por supuesto “su” Gimnasio Moderno. Para algunos sería el más destacado miembro de la geografía moderna en el mundo hispano, después de la disolución de la Escuela Normal Superior, emigró a Venezuela donde siguió desempeñándose como geógrafo. Volvió a España después de la muerte del dictador francisco franco y murió en 1980.

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fornaguera fue nombrado director de Internos, entre las actividades que fo- mentó destaca el “excursionismo escolar”, que según él era el mejor método para canalizar el vitalismo juvenil y romper con la indolencia y apatía de méto- dos pasados.
En 1924, en plena dictadura de Primo de Rivera, regresó a Barcelona, pero salió huyendo de aquel régimen para trasladarse de nuevo a Bogotá, donde re- tomó su actividad en el Gimnasio Moderno, hasta que le ofrecieron la vicerrec- toría de la Universidad del Cauca en Popayán. Ahí se enteró de la victoria electoral de las izquierdas en España y partió a Barcelona en 1933, donde se de- dicó a la docencia hasta la victoria de las tropas franquistas, momento en que decidió volver de nuevo a Colombia. Hasta su muerte en 1980 fornaguera se desempeñó como docente, además del Gimnasio Moderno, en los prestigiosos colegios Refus, Boston, Nemesio Camacho y en el Instituto de Segunda Ense-
ñanza de Santa Marta.
Su compromiso político, republicano y catalanista nunca menguó, sirva de ejemplo la carta que dirigió al director del diario colombiano El Espectador en
1977 como muestra palmaria de ello:

[…] como colaboración al aniversario de la proclamación de la República Espa-

ñola, me permito enviarle estos papeles. Dado el hecho de que a pesar del rui- doso éxito del ‘referéndum’ realizado por la dictadura en España, en estos días se desencadena nuevamente una ola de detenciones y persecuciones de las li- bertades humanas y sociales, he creído de actualidad publicar la traducción de los versos que ganaron la ‘Englatina de oro’ en los juegos florales de la lengua cata- lana que se celebraron en París en el año 1965 […] puesto que después de 35 años de paz, aún no se puede celebrar en Barcelona. Podrán publicarse en la hoja dominical como nuevo estilo literario […] los catalanes, españoles del mundo libre se lo agradecerán […].13

13 Nota mecanografiada del archivo familiar de los fornaguera, en “La pedagogía moderna desde una perspectiva transnacional: Miguel fornaguera, un libre pensador catalán en Colombia”, leída por Alejandro Álvarez Gallego como ponencia en el IX Congreso Iberoamericano de His- toria de la Educación Latinoamericana: educación, autonomía e identidad en América Latina, Río de Janeiro, 16 al 19 de noviembre de 2009. En el Magazine dominical de El Espectador se publicó lo demandado por fornaguera, es decir los poemas de Coloma Leal.

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Tanto fornaguera como Vila fomentaron y avalaron la arribada de exiliados republicanos a Colombia, ayudando a su ubicación laboral en el país que los acogió, sobra decir que la mayoría lo hicieron en el gremio docente, dejando muy alto el pabellón del exilio español no sólo en Colombia, sino en Iberoa- mérica.
La Revista de indias, revista de extensión CuLturaL

deL ministerio de eduCaCión

En 1936 y casi coincidiendo con el estallido de la Guerra Civil española, apare- cía en Colombia la Revista de Indias, una publicación que marcaría un hito en la cultura colombiana y que contó con la colaboración inestimable de prestan- tes exiliados españoles.
Había nacido esta revista para sustituir a la pionera Senderos que patroci- nada por la Biblioteca Nacional y dirigida por Daniel Samper había tenido una limitada difusión debido a su vocación elitista más que de difusión de cultura.
La reforma de la Universidad Nacional, la creación de la Escuela Normal Su- perior y la Revista de Indias, son los tres pilares sobre los que se sustentaba la gran reforma de la Educación colombiana enmarcada dentro de la llamada “Re- volución en Marcha” patrocinada por el liberalismo en el poder y por su presi- dente López Pumarejo de manera personal.
Los dos primeros años de la revista son un tanto parecidos a los de su an- tecesora Senderos, pero para 1938 al coincidir con la llegada de los primeros ibéricos exiliados, la revista experimenta una sacudida que tiene como disparo de salida la conmemoración de los 400 años de la fundación de Bogotá, en que escritores de los dos lados del Atlántico decidieron darle un sesgo internacional a la revista conformando su comité editorial españoles exiliados llegados a Co- lombia, que huyeron de la ya ineludible derrota de las armas gubernamentales en España, como: José Cuatrecasas, Luis de Zulueta o José María Ots Capdequí, todos ellos guiados por el director de la revista, Germán Arciniegas, quien des- pués fungiría como ministro de Educación y desde ese puesto como protector
de exiliados españoles.

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Las inquietudes de los exiliados están consignadas en la revista a través de artículos que denotan las preocupaciones trascendentales y vitales de los mis- mos y la plasmación de sus saberes académicos que aunque ya demostrados en Europa, no habían sido descubiertos y compartidos en Colombia.
José Cuatrecasas Arumí publicó algunos artículos de pensamiento político, aunque su área de saber era la botánica, sobresale el trabajo “Colectivismo e in- dividualismo”. Recordemos que a la par que colaboraba en la revista como autor, también era miembro del comité de redacción.
Otro colaborador de la revista fue el poeta Enrique Diez Canedo, escritor con experiencia tras haber trabajado en la revista Tierrafirme, publicación fun- dada en 1935, durante la Segunda República en España y que sirvió para pro- mover los estudios americanos en España, publicando textos de Röpke, Huizinga y Mannheim. Diez editó algunos artículos en la Revista de Indias, entre los que resaltan “Perfiles de Sor Juana Inés de la Cruz” por su profundidad y los traba- jos alrededor de la pintura española “De Goya a Picasso” y “Goya, iniciador del Arte Moderno”. Algún tiempo trabajó en el diario Sol de Madrid como crítico de teatro, cuyo interés se refleja en su artículo “De los espectáculos, el teatro y sus enemigos”.
Luis de Zulueta, quien también formó parte del comité editorial, publicó algunos artículos en la Revista de Indias de temática internacional, igual que lo hacía de manera simultánea en el principal periódico del país, El Tiempo, “1940, un año decisivo” y “América frente a Europa”, este último publicado en 1939.
Otros exiliados colaboraron con esta Revista de Indias, que bajo la batuta del maestro Arciniegas, se convirtió en referente del pensamiento histórico, so- ciológico y filosófico de Colombia e inclusive de América Latina.
La esCueLa normaL superior
Si hubo una institución educativa que acogió a los exiliados españoles fue la Es- cuela Normal Superior. Esta entidad se había hecho necesaria para surtir, sobre todo a la estatal Universidad Nacional de docentes suficientemente cualificados, déficit que existía en la Academia Colombiana hasta ese momento.

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Como lo expresan en el excelente trabajo sobre esta institución Marta He- rrera y Carlos Low, “la Normal” tenía como objetivo principal profesionalizar a los maestros, hasta ese momento ocupados en compartir generalidades con los alum- nos sin ningún aporte científico de enjundia y mucho menos de investigación.14
La tradición de la Escuela Normal Superior sería comparable a la de la Ins-
titución Libre de Enseñanza española y aunque la colombiana tenía en un prin- cipio como ejemplo a sus homónimas en Alemania y francia, el aporte de los exiliados españoles se hizo notar en la mente y el ánimo de algunos de los ges- tores de la Escuela Normal Superior.
Lo que sí es claro es que el azar de la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial fue providencial para hacer posible la llegada de foráneos que aportaron su experiencia para hacer posible la tarea de cambio pedagógico in- tegral, lo que difícilmente hubiera sido posible con el único elemento autóc- tono.
La llegada, forzada por las circunstancias bélicas en su país, de exiliados es- pañoles con características laborales e intelectuales que pudieran cubrir la de- manda de verdaderos profesores fue providencial para la Colombia de los años treinta y representó un renacimiento cultural sin parangón en la moderna his- toria colombiana. Junto a lo mencionado, el patronazgo del presidente liberal Santos hizo que los exiliados fueran recibidos con las manos abiertas, lo que sin lugar a dudas no hubiera sido así con un gobierno conservador en el poder.
Una carencia evidente dentro de la Academia Colombiana era la de profe- sionales académicos dedicados a las ciencias técnicas y científicas, lo que se in- tentó paliar con la contratación de profesionales extranjeros entre los que destacaron una importante cantidad de exiliados republicanos españoles que fue- ron “reclutados” en distintos países, donde el forzado exilio los radicó, en su mayoría en francia. A manera de resumen, destacaré los más descollantes, al- gunos de ellos ya referidos: Mercedes Rodríguez Bellido fue contratada por la Es-

14 Marta Herrera y Carlos Low, Los intelectuales y el despertar cultural del siglo. El caso de la Es- cuela Normal Superior: una historia reciente y olvidada, Santa fe de Bogotá, Imprenta Na- cional, 1994.

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cuela Normal Superior como consecuencia del decreto 1039 que establecía la creación, dentro de la Escuela Normal, del Instituto de Psicología Experimental. Esta profesional de la psicología que mantuvo una relación epistolar con freud en el pasado, introdujo la psicotecnia en Colombia, algo innovador hasta este momento en el país. Su test para los nuevos aspirantes de ingreso a la Univer- sidad sentó las bases del sistema actual de selección universitaria en Colombia.
Antonio García Banus al llegar a Colombia ya era un químico renombrado en su gremio. Había sido catedrático en La Sorbona, donde lo reclamó el presi- dente Santos, su llegada a Colombia representa un antes y un después en la en- señanza de la química en Colombia. En 1938 fue nombrado director del novedoso Departamento de Química de La Universidad Nacional, que en un principio estaba situado en el sótano de la facultad de Medicina. A la perseve- rancia de García Banus se debe el reconocimiento del estatus de carrera de la Química en Colombia, cuyo primer decano fue él. Su gran contribución a la quí- mica estuvo a punto de ser reconocida en un nivel mundial con su candidatura al Premio Nobel. En 1946 decidió abandonar Colombia y marchar a Venezuela donde suponía encontrar un ambiente más propicio para desenvolverse social y laboralmente.
José Cuatrecasas Arumí es otro de los destacados científicos que eligió Co- lombia para su exilio, tras la derrota de la República en España. Cuatrecasas ya era conocido en Colombia, donde había acudido en 1932 como representante del Estado español en la efeméride del centenario de José Celestino Mutis, por lo que la concesión de su visa se dio sin problemas.
Sus trabajos sobre la flora colombiana se generaron en la Universidad Na- cional, concretamente, en el Instituto Botánico, como profesor de Botánica hasta
1947. En este año emigró a Estados Unidos al conseguir un contrato en el Smith- sonian Institute y en el Museo de Historia Natural de Chicago. Se le reconoció su labor en Colombia con la concesión de la Cruz de Boyacá en 1959.
José de Recasens Tuset fue otro prominente representante del exilio espa-
ñol en la Escuela Normal Superior. Llegó a Colombia sin los estudios de arqui- tectura terminados, lo que no fue óbice para que se reconociera su sapiencia. Trabajó también como profesor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad

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Javeriana de Bogotá. Su polifacética preparación hizo que impartiera clases de filosofía y Psicología en la facultad de Comunicación de la misma universidad, en la Nacional y en la de los Andes, en esta última como decano de Antropolo- gía. A partir de 1974 fungió como director de la facultad de Diseño Industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, cargo que abandonó para con- vertirse en decano de la facultad de Periodismo de la Universidad Externado hasta 1990, año en que falleció.
Pedro Urbano González de la Calle había sido por oposición catedrático de Latín y Sánscrito en la Universidad salmantina, así como vocal del Consejo Na- cional de Cultura. Con su llegada a Colombia su peripecia laboral no cambió drásticamente ya que se dedicó a enseñar Latín, Sánscrito y Lingüística en las principales instituciones de Educación Superior de Colombia.
Miguel fornaguera es otro ilustre pedagogo que colaboró con la formación de docentes en la Escuela Normal Superior. Participó en la creación y elabora- ción de los estatutos del Gimnasio Moderno de Bogotá, institución de ense-
ñanza de la clase alta bogotana, también fue vicerrector de la Universidad del
Cauca y rector de la de Popayán.
En el Instituto de Educación física se forjó su fama de competente el médico Pedro Mayoral Carpintero, quien consiguió para aquel el grado de facultad y di- rigió hasta 1946. No podemos dejar de mencionar en este trabajo a José María Ots Capdequí, ilustre americanista y más concretamente fino conocedor de las insti- tuciones indianas. Su España en América: las instituciones coloniales escrito y publicado en Colombia es prueba de ello. Volvió a España en 1953 donde se le restituyó su cátedra en la Universidad de Valencia en 1963, poco antes de jubilarse. fernando Martínez Dorrien fue uno de los primeros exiliados a Colombia
y contribuyó de manera especial a la difusión cultural con la fundación de la re- vista Estampa, la primera en utilizar el huecograbado en Colombia; José de Be- nito, catedrático de Derecho Mercantil en España, laboró en el periódico bogotano El Tiempo, propiedad de la familia Santos, cuando volvió a España re- cobró su plaza en la Universidad de Zaragoza; felipe Andrés Cabezas había sido profesor de Literatura en la Universidad de Salamanca, especialista en Luis Vives,
en Colombia fue profesor de Lengua española en Ocaña, departamento del

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Norte de Santander; Antonio fabra Rivas, sociólogo, fue profesor de la Univer- sidad del Cauca y de la Escuela Superior de Agricultura de Colombia; el catalán francisco del Olmo Barrios fue jefe de Educación Pedagógica de la Dirección de Educación Nacional del Atlántico y profesor de la Escuela Industrial de Ba- rranquilla; Santiago Sentis Melendo, magistrado en España, fue docente del colegio Colón de Barranquilla, en Colombia; Ignacio Vidal Guitart fue director de la Escuela de Agricultura de Cali; Marco Aurelio Vila fue profesor en la Uni- versidad de El Rosario y director de varios internados en Bogotá. El geógrafo Pau Vila i Dinarés fue profesor en la Universidad Nacional; Pablo Ardila, geó- grafo, elaboró la Primera geografía con parámetros modernos en Colombia, también impartió clases en el prestigioso Colegio Mayor San Bartolomé de la capital colombiana; José francisco Cirre, profesor de Literatura en la Escuela Normal Superior, marchó a Estados Unidos junto con su esposa, Manuela Man- zanares, quien trabajó en la Biblioteca Nacional de Colombia; Pedro Villa fue el pri- mer rector del más prestigioso centro de enseñanza primaria y secundaria, el Gimnasio Moderno; Manuel Usano Martín, cirujano, quien había sido profesor ayudante en la Universidad de Valencia, en Colombia, fue profesor de la Escuela Normal Superior. El galeno Carlos Zozaya Balza fungió como titular de Parasi- tología y Enfermedades Tropicales en la Universidad Pontificia Javeriana y en la Universidad Nacional, terminó como profesor en la Autónoma de Caracas; el ar- quitecto Esteban de la Mora, quien construyó y proyectó la Plaza de Toros de Bo- gotá, fue profesor de Urbanismo en Bogotá; los hermanos Manuel y Enrique García Reyes trabajaron como profesores en la Escuela de Ingenieros de Bogotá. Antonio fabra Rivas, uno de los organizadores de la Semana Trágica de Barce- lona en 1909, fue profesor de la Universidad de Popayán, en Colombia.
ConCLusión
Llama la atención el hecho de que en la bibliografía disponible sobre el exilio re- publicano como consecuencia de la Guerra Civil española, el caso colombiano sea prácticamente desconocido, y aún más, el de los profesores y pedagogos, que

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sentaron los pilares educativos en un país hasta ese momento indolente res- pecto a los asuntos pedagógicos y académicos.
La coincidencia de un gobierno liberal en Colombia, simpatizante de los que habían perdido la guerra en España y la disposición, como consecuencia de ello, de un número importante de profesores e intelectuales expatriados, lla- mando a la puerta de cualquier país que les ofreciera refugio, se aunaron para poder disponer de un contingente humano que intelectualmente no tenía pa- rangón en Colombia y del que se podía disponer casi sin inversión previa de ningún tipo.
Lo expuesto no evita la crítica de gobiernos liberales a los que llenándose- les la boca de internacionalismo y solidaridad, fueron muy restrictivos con la lle- gada de estos profesionales foráneos de la educación, a los que no se les negaba su alta cualificación laboral, pero a los que se suponía un bagaje político cuando menos comprometido con ideologías de izquierda consideradas peligrosas para un gobierno liberal acosado y acusado de fomentarlas por la oposición conser- vadora y una parte importante de la opinión pública.
Otros españoles que recalaron en Colombia huyendo de la dictadura fran- quista como los anteriormente expuestos, merecerían ser mencionadas en este artículo. Todos contribuyeron con sus conocimientos y enseñanzas en Colom- bia al dejar bien alto el concepto de la pedagogía en España y de todos los es- pañoles, sentando las bases de la actual estructura académica colombiana.
Como dijo al autor, quien fuera ministro de Educación en los años treinta, “fue la Edad de Oro de la educación en Colombia”. Sirva pues este trabajo para reivindicar a todos y a cada uno de los españoles que nos precedieron en las aulas colombianas y que dejaron un listón muy difícil de superar.
Recibido: 22 de noviembre, 2011.
Aceptado: 23 de enero, 2012.

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