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diplomáticos y viajeros

diplomáticos y viajeros

Los negocios

de un diplomático:

Matías Romero en Chiapas

Mónica Toussaint Ribot*

resumen: en este artículo se analiza a matías romero como político liberal en el méxico del siglo xix, colaborador del presidente Benito juárez; como diplomático negociador en Was- hington del tratado de límites entre méxico y Guatemala, durante 1882; y, de manera es- pecial, como empresario cafetalero en la región del soconusco, en chiapas. con el objetivo de ofrecer un panorama de las actividades económicas de matías romero y explicar cómo sus intereses privados se vincularon con su actividad diplomática, se examina su relación con justo rufino Barrios, presidente de Guatemala, así como sus negocios ferrocarrileros con ulysses s. Grant. en particular, se destaca su interés en favorecer el desarrollo económico del país, al tiempo que promovía sus negocios personales.
palaBras clave: matías romero, café, Ferrocarriles, soconusco, límites, Guatemala, chiapas. aBstract: in this article, matías romero is studied as a liberal politician who lived in me-
xico in the nineteenth century and collaborated with president Benito juárez; as a diplo-
mat who negotiated in Washington the treaty of Boundaries between mexico and Guatemala during 1882; and specially, as a coffee entrepreneur in the soconusco region, in chiapas. in order to offer a panoramic vision of matías romero’s economic activities and to explain how his private interests were linked to his diplomatic performance, his relationship with justo rufino Barrios, president of Guatemala, and his railway investments with ulysses s. Grant are mainly is examined, as well as his interest in favoring mexico’s economic deve- lopment, while he promoted his personal businesses.
Key Words: matías romero, coffee, railways, soconusco, Boundaries, Guatemala, chiapas.

* Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (mtoussaint@mora.edu.mx).

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l tratado de límites entre México y Guatemala se firmó a fines de 1882, después de un intenso proceso de negociaciones en el cual desempe-
ñaron un papel fundamental el representante mexicano en Washing- ton, Matías Romero, y el presidente guatemalteco, Justo Rufino Barrios. Para llegar a un acuerdo, se tuvo que definir cuál de los dos países detentaba los derechos soberanos sobre el territorio de Chiapas y el Soconusco, al tiempo
que se buscaba garantizar la paz y la estabilidad política en la franja fronteriza.
Las relaciones diplomáticas entre ambos países tuvieron origen en el con- flicto limítrofe mexicano-guatemalteco derivado de las disputas territoriales por Chiapas y el Soconusco. La definición de los límites se mantuvo como una asig- natura pendiente a lo largo del siglo xIx, debido a que tanto Guatemala como Mé- xico reclamaban la soberanía absoluta. Cuatro momentos fundamentales definieron el destino de la relación bilateral: el plebiscito de 1824, a partir del cual se llevó a cabo la agregación de Chiapas a México; la invasión de Santa Anna al Soconusco en 1842 y el consecuente proceso de anexión del territorio; la fallida negociación de 1853, en la que se pretendía que el gobierno mexicano otorgara una indemnización económica a los guatemaltecos; y, por último, la firma de la Convención preliminar sobre los límites entre los Estados Unidos Mexicanos y la República de Guatemala en 1877, que buscaba sentar las bases para la rea- lización de un estudio amistoso de los límites territoriales entre ambos países.
Pero fue al inicio de la década de los ochenta cuando el presidente Barrios pidió a México la devolución de Chiapas y el Soconusco. Entre otras razones, bus- caba ensanchar su territorio para luego conseguir la unión del resto de los paí- ses del istmo y así reconstituir la unión centroamericana. Sin embargo, dada la disparidad de poder con México y convencido de que tenía todas las de perder si emprendía un trato directo con las autoridades mexicanas, el gobierno gua- temalteco pidió la ayuda de Washington. En medio de este proceso, tuvieron un peso especial los intereses particulares de Barrios y Romero, ambos posee- dores de fincas en el área fronteriza y con vínculos económicos en la región.
Por lo anterior, el objetivo de este artículo consiste en analizar la figura de
Matías Romero a partir de tres facetas: la del político, colaborador del presidente
Juárez tanto en México como en Estados Unidos en el momento de la inter-

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vención francesa; la del negociador en Washington del tratado de límites entre México y Guatemala, durante 1882; y, sobre todo, la de empresario cafetalero en el Soconusco, sus lazos con Justo Rufino Barrios, presidente de Guatemala, así como sus negocios ferrocarrileros con Ulysses S. Grant.1
En particular, interesa explicar cómo la estancia de Romero en Estados Uni-
dos lo llevó a concebir diversos proyectos que podrían favorecer el desarrollo económico del país, al tiempo que le daban la oportunidad de promover sus negocios personales. De este modo, se observa cómo Romero impulsó una serie de proyectos desde la Secretaría de Hacienda con el fin de lograr el mejora- miento económico de la región del Soconusco, en Chiapas. Asimismo, se busca ofrecer un panorama de los negocios de Romero en el sur de México y exponer cómo sus intereses privados se vincularon con su actividad diplomática a la hora de participar en la solución del conflicto limítrofe entre México y Guatemala.2
EL poLítiCo
Matías Romero nació en la ciudad de Oaxaca en febrero de 1837. Realizó sus pri- meros estudios en el Seminario de la Santa Cruz para luego ingresar al Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca, donde cursó primero filosofía y luego la carrera de abogado, de la cual se recibió en 1857. Ya en México se relacionó con figuras políticas de la época tales como Ezequiel Montes, José María Lafra- gua, Mariano Riva Palacio, Valentín Gómez farías, Melchor Ocampo, francisco Zarco y Sebastián Lerdo de Tejada.3
En la capital estudió francés e inglés pues había optado por la carrera di-
plomática y esperaba poder llevarla a cabo en Londres. Buscó trabajo y recurrió

1 Para conocer con más detalle la vida y obra de Romero, se puede consultar Harry Bernstein, Ma- tías Romero, México, fCE, 1982.

2 Un texto más amplio que retoma estos aspectos será publicado por el Acervo Histórico Diplo- mático de la SRE. Mónica Toussaint y Mario Vázquez, Territorio, nación y soberanía: Matías Romero ante el conflicto de límites entre México y Guatemala, México, AHD-SRE, 2012.

3 Emma Cosío Villegas, “El Diario de Matías Romero”, en Historia Mexicana, núm. 31, enero- marzo, 1959, p. 411.

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a Juárez, su antiguo profesor, quien le dio colocación como empleado merito- rio y más tarde suplente en la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde se en- cargaba de redactar las cartas que luego presentaba a firma de los distintos funcionarios. En ese mismo año le fue otorgado el permiso para el ejercicio de su profesión e ingresó a la Barra de Abogados.4
Según Luis González y González, la amistad entre Juárez y Romero se ini-
ció en los años cincuenta. Parece ser que Juárez conoció a Romero en 1855, cuando éste era estudiante en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca y aquél su director. Ambos eran originarios del estado de Oaxaca, compartían ideales semejantes y eran fieles a las mismas ideas políticas. De aquí que, entre 1856 y
1872, Romero y Juárez sostuvieran un intercambio epistolar en el que se evi- denciaba el compromiso de ambos con la vida política del siglo xIx. Así, surgió una amistad entre ellos que se fue incrementando con el paso de los años.5
Romero se convirtió en colaborador del gobierno liberal durante toda la guerra de Reforma. Juárez era reservado, discreto y de pocas palabras, mientras que Romero se caracterizaba por ser más sociable, buen orador y con una gran facilidad para relacionarse. Esta diferencia de personalidades contribuyó a acer- carlos y favoreció la complementariedad en las diversas tareas que la actividad política exigía. Asimismo, el dominio de Romero del idioma inglés hizo que se convirtiera en un candidato ideal para representar en Estados Unidos al go- bierno encabezado por Juárez.6
Cuando estalló la guerra al proclamarse en diciembre de 1857 el Plan de
Tacubaya, Romero acompañó al presidente Juárez en su viaje de la ciudad de Mé- xico a Guanajuato, Guadalajara, Colima, Manzanillo, Panamá, La Habana y Vera- cruz.7 Como empleado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en el puerto de

4 Para conocer los detalles de la vida del joven Romero, véase Harry Bernstein, “Mocedades de Matías Romero”, en Historia Mexicana, núm. 40, abril-junio, 1961, pp. 588-612 o Jorge fer- nando Iturribaría, “El ‘Diario’ de Don Matías Romero”, en Historia Mexicana, núm. 43, enero- marzo, 1962, pp. 382-415.

5 Epistolario Liberal en el Archivo Histórico del Banco de México. Benito Juárez y Matías Ro-

mero: correspondencia 1856-1872, México, Banco de México, 2003, pp. 17 y 18.

6 Ibid., p. 54.

7 Cosío Villegas, op. cit., p. 413.

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Veracruz fungió como secretario de Melchor Ocampo y asistió a las negociacio- nes para celebrar un tratado de cooperación con Estados Unidos,8 cuyo repre- sentante era Robert McLane, a cambio del libre tránsito de los norteamericanos por México.9
Juárez pidió a Matías Romero hacerse cargo de las relaciones entre México
y Estados Unidos y en diciembre de 1859 lo nombró secretario de la legación en Washington. En 186010 fue designado encargado de negocios ad interim de los asuntos mexicanos en sustitución de José María Mata y, en mayo de 1862, le otorgó el nombramiento de embajador y ministro plenipotenciario ante el mismo gobierno, cuando apenas tenía 25 años.11 Sin embargo, decepcionado por la oposición del gobierno de Lincoln a autorizar la venta de armas y muni- ciones para la defensa de México y debido a la negativa de Estados Unidos a conceder cualquier préstamo al gobierno juarista,12 Romero pidió regresar a Mé- xico en 1863 para alistarse en el ejército que luchaba contra los franceses, tomó las armas y alcanzó el grado de coronel bajo el mando de Porfirio Díaz.13 Su ac- tividad militar duró sólo algunos meses ya que en septiembre del mismo año fue nombrado nuevamente embajador en Washington, con el objetivo de contribuir al triunfo de la causa nacional desde ese puesto.14
Juárez dio a Romero la responsabilidad de conducir los vínculos entre México
y el poderoso vecino del norte debido a que, en su opinión, la relación con Estados Unidos era un asunto estratégico que podría coadyuvar a un buen desenlace del conflicto. Por ello, la misión diplomática de Romero ante el gobierno de Estados

8 Marcela Terrazas, “Matías Romero, un diplomático en apuros. 1859-1863”, en Iztapalapa, núm.

17, enero-junio, 1989, p. 94.

9 Epistolario…, p. 48.

10 Romero se encontraba en Washington en 1860 cuando Abraham Lincoln fue electo candidato a la presidencia y cuando Carolina del Norte inició el movimiento de secesión. Terrazas, op. cit., p. 96.

11 Epistolario…, p. 56.

12 Terrazas, op. cit., p. 102.

13 María de la Luz Topete, Labor diplomática de Matías Romero en Washington, México, SRE,

1976, p. 56.

14 Puede consultarse Emma Cosío Villegas, Diario personal de Matías Romero, México, El Cole- gio de México, 1960.

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Unidos tuvo como objetivo principal dar a conocer el proyecto del gobierno de Juárez para el progreso de México y lograr el apoyo de Washington para el go- bierno liberal mexicano, con el fin de ganar la guerra a los invasores franceses.15
Además, Juárez deseaba que Romero emprendiera un esfuerzo diplomático de
persuasión con los presidentes Abraham Lincoln y Andrew Johnson, así como con el secretario de Estado, William Henry Seward.16 De aquí que, durante su es- tancia en Estados Unidos, Romero se encargara de conseguir préstamos, armas y municiones para que Juárez pudiera hacer frente a los invasores.17
Como portavoz de la política exterior de México ante el gobierno de Was-
hington, Romero sostuvo 150 conferencias con el secretario de Estado entre
1861 y 1867, a través de las cuales le informó sobre los acontecimientos que te- nían lugar en territorio mexicano con el fin de hacerle comprender la magnitud de los mismos.18 Especialmente, insistió en explicarle a Seward que la interven- ción europea en México también tendría graves consecuencias para Estados Uni- dos, ya que los franceses podrían establecer una alianza con los confederados con el propósito de contener el avance del gobierno de la Unión. Con el fin de mantener informado al gobierno de Juárez, Romero escribió una reseña de cada una de sus conferencias con Seward y las envió a la Cancillería.19
Romero redobló sus esfuerzos para tratar de que el gobierno de Estados Uni-
dos tomara una postura más favorable a México por medio de la publicación de artículos, editoriales y reseñas en los cuales se informaba sobre la situación que prevalecía en la República mexicana, todo lo cual contribuyó a incrementar la simpatía estadounidense por la causa de Juárez. También se entrevistó con los miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, en particular

15 Epistolario…, pp. 58 y 59.

16 Ibid., p. 59 y Josefina Macgrégor, Matías Romero. Textos escogidos, México, Conaculta, 1992, p.

21.

17 Hubo algunos ofrecimientos para el envío de voluntarios para luchar a favor de Juárez, pero Ro- mero los rechazó y declaró que la única ayuda que México pretendía de Estados Unidos era de tipo pecuniario. Topete, op. cit., p. 51.

18 Romero fue el único conducto utilizado por Seward en sus comunicaciones con el gobierno de

Juárez. Ibid., p. 125.

19 Ibid., p. 47.

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con el presidente, Charles Sumner, pues consideraba que podrían influir en la toma de decisiones del Congreso.20 La labor de Matías Romero encontró eco en la opinión pública y en algunos funcionarios del gobierno de la Unión, pero tam- bién fue secundada por los representantes diplomáticos de algunos gobiernos de América Latina quienes le dieron muestras de solidaridad, especialmente los representantes de Perú, Chile, Venezuela y Colombia.21
Como resultado de su estancia en Estados Unidos, Romero conoció a fondo
la vida cotidiana, cultivó excelentes amistades y empezó a pensar en la necesi- dad de imitar algunas de sus ventajas para favorecer el desarrollo nacional: la construcción de vías de ferrocarril y cables telegráficos, el desarrollo de una eco- nomía sana y la posibilidad de la explotación petrolera.22 Durante sus años en Washington, conoció a políticos importantes como los generales Ulysses S. Grant y Edward O. C. Ord, y a empresarios como William Dodge, Hiram Barney y Jay Gould. Además, fue testigo de cómo amasaron grandes fortunas, las cuales, en su opinión, contribuían al progreso de su país.23
Matías Romero volvió a México en octubre de 1867 y en enero del año si-
guiente se hizo cargo del Ministerio de Hacienda, aunque por poco tiempo, pues en mayo volvió a Estados Unidos para concluir, entre otros asuntos, el arreglo de las reclamaciones mutuas. Romero firmó con Seward una convención para el arreglo de las reclamaciones de ciudadanos mexicanos y estadounidenses que estuvieran pendientes, para lo cual se creó una comisión mixta compuesta por un comisionado de cada país, que debía reunirse en Washington para atender los casos que se presentaran por ambas partes.24
En enero de 1868, a la edad de 30 años, retomó la cartera de Hacienda,
hasta mayo de 1872. Habiendo caído el imperio de Maximiliano y gracias a que

20 Ibid., p. 49.

21 Patricia Galeana, La disputa por la soberanía (1848-1876), en México y el mundo. Historia de sus relaciones exteriores, México, Senado de la República, 2000, p. 168.

22 Macgrégor, op. cit., pp. 21 y 22.

23 Alfredo Ávila, “Diplomacia e interés privado: Matías Romero, el Soconusco y el Southern Me- xican Railroad, 1881-1883”, en Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales, Instituto Mora, núm. 38, mayo-agosto, 1997, pp. 55 y 56.

24 Galeana, op. cit., pp. 219 y 220.

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Romero había realizado una labor diplomática excepcional, Juárez resolvió en- cargarle la responsabilidad de las finanzas nacionales al amigo y colaborador en quien depositaba toda su confianza. Durante su estancia en Hacienda, Romero tuvo que enfrentar los diversos problemas derivados de una economía en ban- carrota, lo que lo llevó a desarrollar intensas jornadas de trabajo que minaron su salud.25 Pagó regularmente la deuda reconocida, aumentó los ingresos del gobierno, redujo el ejército para obtener recursos, estableció escuelas y pro- movió la construcción de caminos, todo ello con el fin de implantar una política económica que fortaleciera las finanzas nacionales.26 Su propuesta consistía en dar prioridad a la producción de materias primas de alta calidad, desaparecer los impuestos locales que obstaculizaban el comercio y estimular la importación y exportación de mercancías. No todas sus iniciativas tuvieron éxito, pero años más tarde, tendría de nuevo la oportunidad de impulsarlas.27
EL EMpREsaRio
Romero tenía la firme convicción de que el gobierno debía promover el apro- vechamiento de las riquezas nacionales, concentrando sus esfuerzos en una re- gión, para luego extender esa política de mejoramiento económico a todo el país.28 Así, desde el inicio de la década de los setenta, se dio a la tarea de buscar un lugar para hacerlo prosperar, fomentar el desarrollo nacional y, de paso, en- riquecerse. El lugar elegido fue el Soconusco, del cual Romero admiraba su ri- queza.29 De aquí que, al retomar la cartera de Hacienda entre 1868 y 1872, una

25 Epistolario…, p. 59.

26 En este periodo, Romero apoyó también la construcción del ferrocarril de Tuxpan y así se lo hizo saber a los inversionistas estadounidenses interesados en este proyecto. David M. Pletcher, Rails, mines and progress: seven american promoters in Mexico, 1867-1911, Ithaca/Nueva York, American Historical Association/Cornell University Press, 1958, p. 44.

27 Macgrégor, op. cit., p. 22.

28 Daniel Cosío Villegas, “La aventura de Matías”, en Historia Mexicana, núm. 1, julio-septiembre,

1958, p. 41.

29 Matías Romero a Cayetano Romero, Tapachula, 4 de septiembre, 1872, Archivo Matías Romero, Banco de México (en adelante AMR), libro 19, f. 75. Por ello, invita a su hermano a hacer lo

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de sus acciones fundamentales fuera promover el desarrollo de esta región, como una manera de experimentar sus proyectos progresistas. Para ello, se de- dicó a obtener información sobre la producción agrícola en la zona, en espe- cial, acerca de la producción de café y hule.30
Algunas de sus primeras medidas fueron ordenar la compra de una em-
barcación en Estados Unidos, destinada a la costa chiapaneca, y ofrecer un sub- sidio a los vapores que tocaran algún puerto de Chiapas. Igualmente, envió un cargamento de rifles norteamericanos Spencer con el fin de armar a las guarni- ciones fronterizas del sur, en tanto pudiera llegar al Soconusco una guarnición federal capaz de hacer respetar la soberanía y proteger a sus habitantes.31 Del mismo modo, presentó diversas propuestas al Congreso: una para habilitar un puerto en la costa soconusqueña al comercio extranjero; otra para celebrar con- tratos con compañías de vapores; una más para construir un camino carretero del Soconusco a México que facilitara la venta de sus productos, tanto en las re- giones circundantes como en el resto del país; y, por último, otra para tender ca- bles telegráficos en aquella región y otros puntos. Todas fueron aprobadas. También propuso favorecer la inmigración y dar protección a los extranjeros en Chiapas, que los artículos guatemaltecos entraran libres de impuestos, para ex- portarlos a su vez desde Chiapas, y que se estimulara la exportación de pro- ductos agrícolas del Soconusco.32
Actividades públicas e intereses privados
En mayo de 1872, Romero decidió presentar su renuncia al cargo por encon- trarse enfermo y porque tenía el deseo de dedicarse a las labores agrícolas en una finca de café que había comprado en el Soconusco.33 Así, Romero renunciaba al

mismo. Matías Romero a Cayetano Romero, México, 27 de febrero, 1872, AMR, Corresponden- cia enviada, libro 17, f. 417.

30 Matías Romero a Miguel Ponce de León, México, 21 de marzo, 1872, AMR, Correspondencia en- viada, libro 17, fs. 624 y 625.

31 Cosío Villegas, “Diario…”, p. 421.

32 Cosío Villegas, “Aventura…”, pp. 41 y 42.

33 Loc. cit.

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ministerio de Hacienda para dedicarse a los negocios, pues creía que si combi- naba sus actividades públicas con sus intereses privados podría enriquecerse y, al mismo tiempo, contribuir al progreso económico del país.34 Antes de llegar al Soconusco, realizó un viaje de 134 días —a caballo, en diligencia, en vapor y a pie— por Veracruz, Yucatán y Tabasco, estados en los cuales pudo apreciar sus avances agrícolas en el cultivo del café, el tabaco, el algodón, el henequén y el cacao, en contraste con Chiapas, territorio muy rico con tierras abundantes y ba- ratísimas pero, desde su punto de vista, completamente desperdiciado.35
Durante estos años, y con base en los conocimientos adquiridos en sus via-
jes, Romero escribió algunos trabajos para difundir la información acerca de los beneficios de diversos cultivos en México. Uno de ellos fue la Importancia del cultivo del hule en el porvenir de la república, publicado en 1872, y otro se in- titulaba El cultivo del café en la costa meridional de Chiapas. Este último apa- reció primero en el periódico El Porvenir de México, en 1874; luego fue publicado en El Correo de México, en 1875; y, finalmente, apareció como libro a finales de ese mismo año.36
Una frontera, dos amigos
A su llegada a Chiapas, Romero estableció una relación de amistad con Justo Rufino Barrios, uno de los principales caudillos liberales guatemaltecos.37 Ro- mero visitó a Barrios por primera vez en Quezaltenango,38 antes de que éste

34 Ibid., p. 40.

35 Matías Romero, Refutación de las inculpaciones hechas por el general D. José Rufino Barrios, presidente de la república de Guatemala, contra Matías Romero, México, Imprenta y librería de la enseñanza, 1876, p. 29.

36 Ávila, op. cit., pp. 58 y 59.

37 Matías Romero envía una gran cantidad de cartas a Justo Rufino Barrios entre 1872 y 1875. AMR, Co- rrespondencia enviada, libros 19-23. La correspondencia se interrumpió por varios años a raíz de los conflictos entre Barrios y Romero y se reanudó con motivo de la discusión del tratado de lími- tes en 1882. Las cartas enviadas por Romero a Barrios entre 1882 y 1885 pueden consultarse en AMR, Correspondencia enviada, libros 39-43. En cambio, son muy pocas las cartas de Barrios a Romero que se encuentran en AMR, fechadas todas ellas en 1884. La correspondencia recibida por Romero ha sido microfilmada y estas cartas pueden encontrarse en el rollo núm. 42.

38 Romero, Refutación…, p. 31.

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fuera nombrado presidente de Guatemala, y fue recibido por él de manera efu- siva y con grandes muestras de cariño. Romero quedó cautivado por la perso- nalidad de Barrios: su manera franca, la sencillez de sus modales, la energía de su carácter, las ideas liberales que expresaba,39 sus sentimientos patrióticos, así como su simpatía por México. Desde entonces se convirtió en su buen amigo y admirador.40 Confieso, decía Romero, “que la confianza que me inspiró la amis- tad del general Barrios, fue uno de los motivos que me acabaron de decidir por establecerme en Soconusco”.41
Al principio, la cercanía entre ellos era muy grande. Barrios era dueño de
la finca llamada El Malacate, cuyas escrituras de propiedad había recibido de su padre a principios de los años sesenta, la cual se encontraba entonces en terri- torio mexicano. En El Malacate se habían reunido los liberales guatemaltecos para organizar el movimiento revolucionario de 1871 y fue hasta después del tratado de límites de 1882 que la finca pasaría a ser territorio guatemalteco.42
Barrios ofreció la finca en venta a Romero en más de una ocasión,43 pero final-
mente el trato nunca se llevó a cabo y decidió conservarla.44
A su vez, Romero le propuso a Barrios que celebraran un contrato de so- ciedad para la plantación y cultivo de café en terrenos mexicanos situados al norte de El Malacate,45 e incluso intercedió ante las autoridades de Tapachula para que encarcelaran a tres emigrados guatemaltecos que planeaban asesinar a Barrios en una de sus visitas a México. A petición de Barrios, Romero elaboró un proyecto de concesión para impulsar la construcción de ferrocarriles, como se hacía ya en México, y lo ayudó a redactar dos decretos relativos a la toleran-

39 Matías Romero a Juan Avendaño, Guatemala, 16 de marzo, 1873, AMR, Correspondencia enviada, libro 20, fs. 20 y 21.

40 Cosío Villegas, “Aventura…”, p. 44.

41 Romero, Refutación…, p. 33.

42 Paul Burguess, Justo Rufino Barrios: una biografía, Guatemala, Sociedad de Geografía e His- toria de Guatemala, 1971, pp. 40, 46 y 47.

43 Romero hace una descripción detallada de El Malacate en Refutación…, pp. 34 y 35.

44 Ibid., p. 43.

45 Bases para un contrato de Sociedad entre José [sic.] Rufino Barrios y Matías Romero, Guatemala,

27 de marzo, 1873, AMR, Correspondencia enviada, libro 20, f. 72.

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cia religiosa y a la prohibición de inhumar cadáveres en las iglesias.46 Años más tarde, cuando la relación entre ellos se había deteriorado, esto último sería apro- vechado para que Barrios acusara al ministro mexicano de inmiscuirse en la po- lítica interna de Guatemala.47
Haciendas en conflicto
Una vez en el Soconusco, Romero adquirió varias fincas, denunció terrenos bal- díos48 y desarrolló el cultivo del café en el Cafetal Juárez.49 En particular, adqui- rió una finca llamada El Bejucal, la cual le generó muchos problemas ya que se encontraba justo en el territorio que se disputaban México y Guatemala.50 Ambas propiedades, al igual que su rancho llamado El Mango, fueron invadidas por guatemaltecos, algunos de ellos indígenas, quienes las sembraban como si fue- ran propias e incluso introducían ganado en ellas. Ésta había sido una práctica común a lo largo de varias décadas y no se interrumpió con la llegada de Romero a la región.51
En especial, El Bejucal fue motivo de severas controversias.52 El primer in-
cidente tuvo lugar en 1873, cuando sus habitantes fueron incluidos en un em- padronamiento realizado por las autoridades chiapanecas, lo que provocó la resistencia armada de las autoridades guatemaltecas. Los chiapanecos dieron marcha atrás a la medida, pero Romero protestó pues consideraba que no había razón para ceder frente a los guatemaltecos. A raíz de este conflicto, Romero concibió la idea de que el gobierno mexicano debía concluir cuanto antes un tra-

46 Romero, Refutación…, p. 43.

47 Cosío Villegas, “Aventura…”, p. 45.

48 Ese fue el caso de las 350 hectáreas de terrenos nacionales que formaban el Rancho del Zu- chiate. Matías Romero al C. Juez de Distrito del Estado de Chiapas, Tapachula, 27 de septiem- bre, 1872, AMR, Correspondencia enviada, libro 19, f. 79.

49 Los detalles de la medición del terreno del Cafetal Juárez los explica Romero en su Refuta- ción…, pp. 47-65.

50 Cosío Villegas, “Aventura…”, pp. 44-47.

51 Ibid., p. 37.

52 Matías Romero a Justo Rufino Barrios, Tapachula, 7 de septiembre, 1873, AMR, Corresponden- cia enviada, libro 21, fs. 39-41.

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tado de límites con Guatemala.53 Asimismo, convencido de que los ataques de los indios a sus propiedades en el Soconusco eran instigados por Barrios, re- solvió aprovechar su antigua amistad con el general Ignacio Mejía, ministro de Guerra, y solicitar el despacho de tropas federales para la defensa de la zona fronteriza.54 En ese mismo año le escribió, primero al gobernador del departa- mento guatemalteco de San Marcos y luego a Barrios, para anunciarles que el go- bierno mexicano había resuelto considerar que El Bejucal formaba parte del territorio nacional.55
La enemistad había comenzado. Barrios respondió a Romero argumentando
su certeza de que el gobierno mexicano no invadiría Guatemala con motivo de ese incidente y conminaba a Romero a tener calma y a no hacer demostraciones militares que, desde luego, no conllevarían ningún buen resultado. Barrios es- taba convencido de que Romero planeaba una invasión a Guatemala y se mostraba resuelto a resistir con las armas cualquier acción de las autoridades mexicanas en El Bejucal, por lo que sugería la negociación inmediata del tratado de límites para garantizar la paz y la concordia entre dos pueblos hermanos.56
En enero de 1874, Barrios decidió visitar su finca El Malacate ubicada, como
se dijo antes, en lo que se consideraba territorio mexicano.57 A sugerencia del propio Romero y con el fin de evitar cualquier conflicto, comunicó previamente sus intenciones de manera que a su llegada fue recibido con muestras de con- sideración por las fuerzas federales, acompañadas de una banda militar. Ade- más, se le ofreció un banquete en Tapachula y se hicieron votos por su prosperidad personal así como por la de su país, destacándose la necesidad de un tratado de límites para poner fin a las disputas fronterizas.58 Durante su es-

53 Matías Romero a Justo Rufino Barrios, Tapachula, 7 de septiembre, 1873, AMR, Corresponden- cia enviada, libro 21, fs. 39-41.

54 Matías Romero a Justo Rufino Barrios, Tapachula, 20 de octubre, 1873, AMR, Correspondencia enviada, libro 21, fs. 164 y 165.

55 Cosío Villegas, “Aventura…, p. 46.

56 Ibid., p. 47.

57 Los detalles de la visita de Barrios al Soconusco los explica Romero en su Refutación…, pp. 72-82.

58 Los incidentes de esta visita los reportó Matías Romero al presidente Sebastián Lerdo de Tejada, Tapachula, 12 de enero, 1874, AMR, Correspondencia enviada, libro 21, fs. 374 y 375.

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tancia en El Malacate, Romero convino con Barrios un proyecto de tratado el cual tenía como base la idea de que cada país conservara el territorio que ocupaba en ese momento y en el cual se reconocía su autoridad. En este proyecto, El Be- jucal quedaba del lado mexicano.59
Los ataques de indios
No es posible saber a ciencia cierta si Barrios organizó o no los ataques de indios. Sin embargo, es necesario destacar que el conflicto tenía que ver también con las formas de trabajo prevalecientes en Chiapas, derivadas de la escasez crónica de mano de obra para la explotación cafetalera y la necesidad de ocupar para ello a los indios guatemaltecos, que año con año bajaban de la montaña al Soco- nusco para sembrar maíz. Romero pertenecía a un grupo de propietarios que buscaba desarrollar nuevas formas de explotación de la tierra, más productivas y alejadas de los antiguos sistemas de control social. Por ello, cuando resolvió de- nunciar unos baldíos situados al norte de El Malacate y emprender en ellos el cul- tivo del café, hubo de enfrentar una serie de resistencias a los cambios que deseaba imponer.
Los problemas continuaron debido a que, al tiempo que se realizaban los trabajos de demarcación de los baldíos, Romero insistió en aclararles a los indios que estaban en tierras mexicanas.60 En consecuencia, los indios de Altaná, en una actitud francamente hostil, quitaron los mojones que marcaban los límites del Cafetal Juárez y mataron un novillo.61 Romero trató de hablar con ellos pero no tuvo éxito, por lo que pidió a Barrios su intervención con las autoridades guatemaltecas de la frontera para apaciguarlos.62
Las dificultades aumentaron pues Romero no conseguía que los indios res- petaran sus terrenos. Además, empezó a sufrir la presión de las autoridades fron- terizas guatemaltecas que hostilizaban a los indios que habían aceptado trabajar

59 Cosío Villegas, “Aventura…, pp. 48 y 49.

60 Matías Romero a Rosalío Hernández, Tapachula, 31 de enero, 1874, AMR, Correspondencia en- viada, libro 21, fs. 435 y 436.

61 Romero, Refutación…, pp. 66-71.

62 Cosío Villegas, “Aventura…”, pp. 51 y 52.

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para el mexicano. Como Barrios insistió en que estas agresiones no eran insti- gadas por él, Romero intentó entrar en contacto directo con las autoridades de San Marcos, con la finalidad de evitar que por su culpa se suscitara un conflicto mayor entre México y Guatemala. Sin embargo, en mayo de 1874, alrededor de
200 indios de Tajumulco y sus alcaldes invadieron el Cafetal Juárez,63 destruye- ron los ranchos, cercas, corrales y almácigos de café y, además, se llevaron pre- sos al mayordomo y a algunos mozos.64 El resultado fue que Romero tuvo que invertir nuevos recursos económicos para reponer todo lo destruido.65 Tiempo después, Romero narraría con precisión la destrucción del Cafetal Juárez por los indígenas guatemaltecos y daría a conocer las razones que, desde su punto de vista, demostraban que el general Barrios había ordenado dicha destrucción o al menos había estado al tanto de ella.66
De aquí en adelante las relaciones de Romero con Barrios y con las autori-
dades fronterizas fueron de mal en peor. Una de las razones fue que el ministro mexicano tenía una orden de arresto en su contra en el Departamento guate- malteco de San Marcos, pues se le acusaba de haber mandado incendiar casas y ranchos de los pueblos y parajes de Tajumulco, Altaná y Sibinal,67 con el fin de ahuyentar a los moradores y adueñarse de los terrenos.68 Éste fue el motivo por el cual Romero salió prácticamente huyendo del Soconusco en 1875, con temor de perder la vida por orden de Barrios.69

63 Romero, Refutación…, pp. 94-108.

64 Además de los ataques a las propiedades de Matías Romero entre 1873 y 1875, en los años si- guientes se registraron invasiones al territorio mexicano en varias ocasiones. César Sepúlveda, “Historia y problemas de los límites de México II. La frontera sur”, en Historia Mexicana, núm.

30, octubre-diciembre, 1958, p. 152.

65 Ibid., pp. 152-154.

66 Romero, Refutación…, pp. 94-108.

67 Ibid., pp. 109-117 y 158-165.

68 Matías Romero a José Pantaleón Domínguez, Tapachula, 11 de junio, 1874, AMR, Correspon- dencia enviada, libro 22, fs. 260-261.

69 Matías Romero a Justo Rufino Barrios, Tapachula, octubre, 1874, AMR, Correspondencia enviada, libro 22, f. 581; Matías Romero a Justo Rufino Barrios, Tapachula, 10 de noviembre, 1874, AMR, Correspondencia enviada, libro 22, fs. 658-660; Matías Romero a Justo Rufino Barrios, 10 de enero, 1875, AMR, Correspondencia enviada, libro 22, fs. 789-792.

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Inculpaciones que van y vienen
A partir de todos estos problemas, el presidente guatemalteco ordenó a su re- presentante en México, Ramón Uriarte, que entregara una nota formal al mi- nistro de Relaciones Exteriores, José María Lafragua, quejándose de Romero y calificándolo como una amenaza para las buenas relaciones entre los dos países. En nombre de Barrios, Uriarte acusó a Matías Romero de alentar al comandante de las fuerzas mexicanas en la frontera a invadir el territorio de Guatemala70 y ad- virtió que, de ser así, el gobierno guatemalteco se vería en la necesidad de de- fender el territorio y la dignidad de su país. La serie de inculpaciones y cargos en contra de Romero que el presidente de Guatemala hizo llegar al gobierno me- xicano, aparecieron publicadas en la Memoria de la Secretaría de Relaciones Ex- teriores de 1875. En respuesta, Romero escribió el texto intitulado Refutación de las inculpaciones hechas por el general D. José Rufino Barrios, presidente de la república de Guatemala, contra Matías Romero, el cual fue publicado en
1876. Una vez más, la enemistad con Barrios se hizo presente y de nueva cuenta se evidenció la íntima relación entre los intereses privados de Romero y el interés público.
Por su parte, el presidente Barrios hizo llegar a los diarios mexicanos co- rrespondencias “espontáneas” de Guatemala acerca de las fechorías de Romero y en los periódicos guatemaltecos se comenzó a hablar de “la maligna influen- cia con que Romero dirigía la prensa chiapaneca”.71 Por eso Romero consideraba que lo amenazaba un peligro constante, no tanto de la gente del Soconusco, sino de parte de Barrios y los guatemaltecos.72 Había vivido en carne propia los conflictos generados por la indefinición de los límites entre México y Guatemala y, por ello, percibió la urgente necesidad de fijarlos.

70 Romero, Refutación…, pp. 157.

71 Cosío Villegas, “Aventura…”, p. 39 y Romero, Refutación…, p. 189.

72 Cosío Villegas, “Aventura…”, p. 38.

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Romero y la prensa
En agosto y septiembre de 1875, Romero publicó sendos artículos sobre la cues- tión de límites en la Revista Universal. En ellos llamó la atención del público acerca de la gravedad del problema fronterizo y lo urgente que era resolverlo de una vez por todas. En el primero, sostenía que era casi imposible que dos na- ciones limítrofes pudieran vivir en paz, cuando no tienen demarcados sus lími- tes y, sobre todo, cuando el territorio que media entre ambas es “de lo más rico y apetecible”.73 De manera enfática, Romero denunciaba la invasión silenciosa y constante de parajes remotos en las fronteras de Chiapas por parte de indíge- nas guatemaltecos, los cuales actuaban bajo el influjo de las más altas autorida- des del vecino país, que de este modo pretendían recuperar una parte de los territorios ocupados en 1842. Insistía en señalar que las medidas a las que se había recurrido hasta ese momento habían sido ineficaces y habían dejado en mal el nombre de la nación y del gobierno mexicano.74
Un mes más tarde, en otro de sus artículos, Romero señaló la imprecisión
de los mapas y la carencia de datos exactos sobre las regiones fronterizas, ante lo cual proponía integrar urgentemente una comisión que formulara una pro- puesta de trazo limítrofe, con miras a encarar futuras negociaciones. Asimismo, subrayó la necesidad de hacer acopio de pruebas y documentos que sustenta- ran la reivindicación mexicana con el fin de evitar que, por ser Guatemala una nación más débil que la mexicana, cualquier acción fuera considerada como un abuso de fuerza por parte de México.75
Legislando a favor del Soconusco
En abril de 1875, Romero regresó a México en calidad de senador suplente al Congreso de la Unión por el Soconusco y Tapachula. Entonces aprovechó el en- cargo para insistir en su proyecto de desarrollar esa región y promovió varias pro-

73 Romero, Refutación…, p. 175.

74 Loc. cit.

75 Ibid., p. 274.

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puestas que buscaban beneficiar al Soconusco.76 Impulsó la aprobación de pre- supuestos para llevar a cabo los proyectos, que como secretario de Hacienda había presentado a las Cámaras, y propuso establecer juzgados en Tapachula así como una aduana, con el fin de evitar el contrabando de artículos guatemalte- cos que se consumían en Chiapas. En 1876 fue electo diputado federal por Oaxaca. Sin embargo, sus actividades como legislador fueron cortadas abrupta- mente debido a la rebelión de Porfirio Díaz.77 Mientras tanto, decidió aprovechar el tiempo realizando un viaje por Jalisco, Colima y Michoacán con el objetivo de conocer sus recursos naturales y estudiar las posibilidades de desarrollar el cul- tivo del café.78
Cuando Díaz obtuvo el triunfo electoral, Romero le dio su apoyo. Ya para
entonces Juárez había muerto y Romero se sentía en libertad para colaborar con el nuevo gobierno.79 fue secretario de Hacienda por tercera vez, desde 1877 hasta 1879. Durante su gestión, Romero volvió a preocuparse por recuperar el crédito de México en el extranjero, por medio del pago de la deuda. Otorgó atención especial a los contratos ferrocarrileros y marítimos e insistió en que la economía del país debía basarse en la riqueza de sus productos agrícolas y mi- neros, así como en su comercio, sin preocuparle demasiado el desarrollo de la industria.80 Renunció a la Secretaría de Hacienda en 1879 por motivos de salud e inició un recorrido por Oaxaca y Veracruz donde observó los cultivos de café y escribió una monografía sobre este tema. Asimismo, viajó por el país y tomó notas para escribir artículos y libros en los cuales predominaba su interés por los problemas económicos.
El sueño ferroviario
Uno de los sueños de Romero era construir un sistema ferroviario que integrara todas las regiones productivas del país y que llegara desde el sur hasta la fron-

76 Ibid., pp. 240-253.

77 Macgrégor, op. cit., p. 23.

78 Cosío Villegas, “Diario…”, p. 421.

79 Macgrégor, op. cit., pp. 13 y 23.

80 Ibid., p. 24.

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tera entre México y Estados Unidos. Estimaba que las exportaciones mexicanas ascendían a 35 millones de pesos y que, con la construcción de una red ferro- viaria en todo el país, esa suma podría llegar a los 200 millones.81 Por ello, pro- movió una empresa ferrocarrilera en el Istmo de Tehuantepec, de la cual fue socio el general Ulysses S. Grant,82 amigo de Romero desde 1864, cuando éste fungía como representante del gobierno de Juárez en Estados Unidos. El obje- tivo de Romero era comunicar al Golfo de México con el litoral del Pacífico, pero también logró interesar a Porfirio Díaz en la idea de un sistema de ferrocarriles nacionales e internacionales.83
En los últimos meses de 1880, Romero obtuvo una concesión del gobierno
oaxaqueño para construir un ferrocarril que iría de la ciudad de México a la de Oaxaca, y contaría con ramales que unirían las bahías de Huatulco, en el Pacífico y de Antón Lizardo, en el Golfo de México. De inmediato, Romero gestionó la au- torización para traspasar la concesión y se trasladó a Estados Unidos para em- prender una campaña con el fin de conseguir inversionistas que quisieran llevar sus capitales a México. En esta campaña fue apoyado por Grant, quien mientras realizaba una gira en apoyo a la candidatura presidencial del republicano James Garfield, difundió en Boston las ideas de Romero y expresó su convicción de que México era un país propicio para la inversión extranjera.84
En noviembre del mismo año, Romero se reunió en Nueva York con un
grupo de empresarios estadounidenses, algunos de los cuales eran sus viejos co- nocidos, interesados particularmente en los negocios ferrocarrileros. A esta cena asistió el general Grant, a quien Matías Romero y Vicente Riva Palacio habían en- viado una carta, pidiéndole formalmente que difundiera entre los capitalistas nor- teamericanos las ventajas de invertir en la construcción de ferrocarriles en México.85 A partir de la concesión de Romero, se proyectó la construcción de vías

81 Pletcher, op. cit., p. 304.

82 Romero y Grant tenían una relación de amistad desde 1864, cuando el primero fungía como re- presentante del gobierno de Juárez en Estados Unidos. Ibid., p. 152.

83 Ávila, op. cit., p. 61.

84 Ibid., p. 62.

85 Pletcher, op. cit., p. 159.

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férreas entre México, la frontera con Guatemala y Oaxaca, con ramales a Te- huantepec.86
En 1881, se constituyó en Nueva York la Mexican Southern Railroad Com- pany, la cual fue conocida en México como el ferrocarril Meridional Mexicano, cuyo presidente era Ulysses S. Grant. fungían como vicepresidente, William Dodge; como secretario, James Work y, como tesorero, Russell Sage. La Junta Di- rectiva quedó integrada por Jay Gould, frank Work y Russell Sage. El capital ini- cial de la empresa era de un millón de dólares.87 Romero y Grant estaban seguros de que el ferrocarril estaría concluido a fines de 188388 pero, de acuerdo con el propio pensamiento antiproteccionista de Romero, la concesión no incluía sub- sidio alguno, por lo que el proyecto estuvo destinado al fracaso.89 En 1882, el mismo Grant había propuesto a Justo Rufino Barrios que le otorgara una con- cesión de 250 millas de vías ferroviarias. Sin embargo, debido a que no pudo al- canzar el éxito con su empresa ferroviaria en México, la concesión de Barrios tampoco derivó en ningún resultado concreto.90 En mayo de 1885, la compañía perdió definitivamente la concesión ferroviaria mexicana, pues hasta entonces no había constancia alguna de que se hubieran iniciado los trabajos de cons- trucción del ferrocarril.91
Por su parte, el fracaso del sueño ferroviario llevó a Romero a separarse de
la gerencia de la empresa para volver a Washington como embajador extraordi- nario y ministro plenipotenciario de México, de 1882 a 1884.
EL nEgoCiadoR
Durante su estancia en Washington, Romero fue el promotor principal del tra- tado comercial de reciprocidad con Estados Unidos en 1883, en el que se in-

86 Ávila, op. cit., pp. 52 y 53.

87 Ibid., p. 62.

88 Pletcher, op. cit., p. 164.

89 Ávila, op. cit., p. 63.

90 Pletcher, op. cit., p. 164.

91 Ávila, op. cit., p. 72.

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cluían dos listas de productos, los cuales debían ser admitidos libres de im- puestos en ambos países. La comisión para la firma del tratado estuvo integrada por cuatro miembros: el Departamento de Estado, designó a William H. Trescot y al general Ulysses S. Grant, a la sazón presidente de la Southern Mexican Rail- road Company; del lado mexicano, los representantes eran Estanislao Cañedo y el propio Matías Romero.92
Al revisar el contenido de este tratado, se hace evidente el vínculo entre los
negocios de Romero y su actividad diplomática. En la lista de productos de im- portación y exportación establecidos en el tratado, encontramos que entre los productos estadounidenses que podrían llegar a México sin pagar aranceles, es- taban los materiales necesarios para la construcción de ferrocarriles; además, entre los productos mexicanos de exportación libres de impuestos, se incluían los originarios de Oaxaca y Chiapas (café, azúcar, tabaco y hule), los cuales se pro- ducían en las haciendas de Romero y podrían ser transportados por el ferroca- rril del sur. 93 Como se ve, el negocio era redondo. Sin embargo, el tratado provocó fuertes protestas tanto en México como en Estados Unidos. La prensa denunció que este convenio beneficiaba a todas luces a los inversionistas de la Mexican Southern Railroad Company, por lo que Romero y Cañedo fueron acu- sados de una actitud antipatriótica y pro estadounidense. finalmente, el tratado fue ratificado en México pero, en Estados Unidos, los grupos proteccionistas impidieron su ratificación.94
Como se dijo arriba, una de las principales acciones de Matías Romero como
representante diplomático en Washington fue la negociación para la firma del tra- tado de límites entre México y Guatemala que tuvo lugar un año antes, a lo largo de 1882. A esas alturas, las noticias provenientes de la zona fronteriza y los recla- mos de una y otra parte ante presuntas transgresiones territoriales habían ido cris- pando el ambiente, al grado de llegar a temerse la ruptura de relaciones.95 Gracias

92 Pletcher, op. cit., pp. 173 y 174.

93 Ávila, op. cit., pp. 53 y 54.

94 Pletcher, op. cit., pp. 174-177.

95 Luis G. Zorrilla, Relaciones de México con la república de Centro América y con Guatemala, México, Porrúa, 1984, p. 326.

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a las hábiles gestiones de Romero no sólo se pudo llevar adelante la negociación con Guatemala, sino que se logró evitar la intervención norteamericana en el con- flicto limítrofe en perjuicio de la soberanía de México.
A su llegada a Washington a principios de 1882, Romero se encontró con que el gobierno guatemalteco había propuesto que Estados Unidos fungiera como árbitro en la disputa de límites con México, la cual tenía su origen tanto en el plebiscito de 1824, por medio del cual Chiapas se había anexado a México, como en la ocupación del Soconusco por parte de las tropas del presidente Santa Anna en 1842. De inmediato, Romero se comunicó con el secretario de Estado, frederick T. frelinghuysen, y le reiteró el rechazo de México a aceptar un arbitraje sobre un territorio que ya le pertenecía.96 Insistió en la importancia de retomar la Convención de 1877, por la cual Guatemala había reconocido implícitamente que Chiapas era parte del territorio mexicano, y enfatizó la necesidad de realizar el estudio sobre los límites como el único camino para llegar a un acuerdo.97
La situación se había complicado debido a que la negociación se llevaba a
cabo al mismo tiempo en México y Washington, por lo que existían dos inter- pretaciones acerca de los resultados alcanzados. El representante guatemalteco en México, Manuel Herrera, reportaba que el gobierno mexicano aceptaría el proyecto de tratado presentado por él, en el cual se incluía una indemnización para Guatemala a cambio de ceder en sus reclamos respecto a Chiapas y el So- conusco. En Washington, el guatemalteco Lorenzo Montúfar sostenía que se había llegado a un acuerdo con Matías Romero, en el sentido de someter la cues- tión de límites al arbitraje norteamericano.98 No obstante, ninguna de las dos versiones era del todo cierta.

96 Matías Romero a Ignacio Mariscal, Washington, 9 de marzo, 1882, Archivo Histórico “Genaro Es- trada” de la Secretaría de Relaciones Exteriores (en adelante AHGE-SRE), L-E-2005 (I), fs. 120-132.

97 Matías Romero a frederick T. frelinghuysen, Washington, 9 de marzo, 1882, U.S. Congress, “Boundary between Mexico and Guatemala. Message from the president of the United States, transmitting a communication from the Secretary of State relative to boundaries between Me- xico and Guatemala”, Washington, Government Printing office, 1885, Congress 48-1, House Executive Document(HED), núm. 154, 1885, pp. 86 y 87.

98 Hall a frederick T. frelinghuysen, Guatemala, 20 de marzo, 1882, U.S. Congress, “Boundary…”,

1885, p. 18.

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Romero escribió al Departamento de Estado informando que el proyecto de tratado presentado por Herrera en la ciudad de México era inaceptable, ya que en él se sugería que el gobierno mexicano cediera al vecino del sur una consi- derable porción de los estados de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, y se exigía una indemnización diez veces mayor que la solicitada en 1853.99 Además, comunicaba que el ministerio de Relaciones Exteriores de su país consideraba impropio que continuara la negociación en Washington con Lorenzo Montúfar, toda vez que ésta se llevaba a cabo en la ciudad de México con Manuel Herrera quien, según los informes de Romero, aseguraba que el presidente Barrios había instruido a Montúfar para que suspendiera las negociaciones en la capital esta- dounidense. Por ello, Romero notificó al Departamento de Estado que mien- tras el gobierno mexicano no fuera informado oficialmente por Guatemala que Montúfar estaba autorizado nuevamente para continuar con las negociaciones, no se tomarían en cuenta sus propuestas. Por el momento, la única negociación oficial era la encabezada por Herrera.100
No obstante, Montúfar no había recibido ninguna orden por parte del go-
bierno de Guatemala en el sentido de abandonar las negociaciones. Por ello, in- sistía en pactar en Washington la mediación por parte de Estados Unidos,101 con el fin de garantizar la imparcialidad y la justicia en la solución del conflicto limí- trofe.102 Además, frelinghuysen ya tenía en sus manos la copia del proyecto de arbitraje y estaba dispuesto a cooperar para que ambas partes llegaran a un acuerdo tomando este documento como base. De aquí que, hacia los últimos días de julio, las negociaciones continuaran estancadas.
Por su parte, Mariscal envió un telegrama a su ministro en Washington ins- truyéndolo a rechazar abiertamente el arbitraje, debido a que nunca se le habían dado instrucciones oficiales para aceptarlo. Romero mantuvo entonces la nega-

99 Matías Romero a frederick T. frelinghuysen, Washington, 23 de junio, 1882, U.S. Congress, “Boundary…”, 1885, p. 158.

100 Matías Romero a frederick T. frelinghuysen, Washington, 22 de julio, 1882, U.S. Congress, “Boundary…”, 1885, pp. 170 y 171.

101 Lorenzo Montúfar a Matías Romero, Washington, 25 de julio, 1882, AHGE-SRE, L-E-2017, f. 82.

102 Lorenzo Montúfar a frederick T. frelinghuysen, Washington, 21 de julio, 1882, U.S. Congress, “Boundary…”, 1885, p. 169.

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tiva del gobierno mexicano103 a someter al arbitraje “su derecho a considerar
Chiapas y el Soconusco como un estado de la unión mexicana”.104
Ante esta situación, el presidente de Guatemala, Justo Rufino Barrios, deci- dió ocuparse directamente del caso.105 Con la idea de llegar a un acuerdo, a fines de junio tomó la decisión de viajar a Washington106 para hacerse cargo de la cues- tión de límites con México y, al mismo tiempo, solicitar el apoyo de Estados Uni- dos para emprender la campaña de unión de Centroamérica.107 Barrios llegó a Washington y, de inmediato, comunicó a Montúfar que Guatemala desistiría de la reclamación de Chiapas y Soconusco ya que ello era el obstáculo principal para llegar a un arreglo.108 Al mismo tiempo, Barrios hizo un último intento para lograr la mediación. Comunicó al Departamento de Estado su voluntad de insistir en la propuesta de que Estados Unidos fungiera como mediador en el conflicto para que, si México la rechazaba una vez más, quedara claro que el gobierno guate- malteco habría puesto todos los medios para dar por terminada la cuestión limí- trofe y, en todo caso, sería obvio que la intransigencia estaba del lado mexicano. Sin embargo, el esfuerzo de Barrios fue inútil. frelinghuysen ratificó que la pos- tura de su gobierno consistía en aceptar el arbitraje, sólo en caso de que México hiciera una propuesta conjunta con Guatemala.109

103 Ignacio Mariscal a Matías Romero, México, 21 de julio, 1882, AHGE-SRE, L-E-2017, fs. 47-49.

104 Matías Romero a frederick T. frelinghuysen, Washington, 20 de julio, 1882, U.S. Congress, “Boundary…”, 1885, p. 168.

105 Barrios, Justo Rufino, Mensaje con que el presidente constitucional de la República, general J. Rufino Barrios, da cuenta a la Asamblea Nacional del arreglo de la cuestión de límites con México, Guatemala, Tipografía El Progreso, 1882, pp. 4 y 5.

106 Para una versión detallada de la visita de Barrios a Washington véase Romero, “Settlement of the Mexico-Guatemala boundary question”, en Bulletin of the American Geographical Society, vol. xxIx, 1897, pp. 136-142.

107 Matías Romero a Ulysses S. Grant, Washington, 11 de julio, 1882, AHGE-SRE, L-E-2013, fs. 59-72.

108 El detalle del viaje puede consultarse en Matías Romero a Ignacio Mariscal, Washington, 11 de julio, 1882, AHGE-SRE, L-E-2013, fs. 59-72.

109 Matías Romero a Ignacio Mariscal, Washington, 24 de julio, 1882, AHGE-SRE, L-E-2017, fs. 162-167.

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Romero resolvió tomar la iniciativa y aprovechar su estrecha relación con Ulysses S. Grant,110 con quien desde años atrás tenía vínculos personales y de ne- gocios derivados, como ya dijimos, del interés de ambos en las inversiones en empresas ferroviarias en México. Tanto Grant como el presidente de Estados Unidos, Chester Arthur, pertenecían a la misma fracción política dentro del par- tido republicano; por ello, Romero pensaba que su amigo Grant podría influir en la decisión presidencial. Asimismo, estaba convencido de que Justo Rufino Ba- rrios tenía la obligación de resolver el conflicto a toda costa, tal y como lo había prometido a la Asamblea de Guatemala y, de no hacerlo, daría una muestra de gran impotencia que acabaría con su prestigio dentro y fuera de su país.111
Barrios inició la negociación con Matías Romero en julio, con el objetivo de
llegar a un acuerdo y firmar los preliminares al tratado de límites.112 Sin embargo, el punto crucial fue de nueva cuenta la mediación. El presidente guatemalteco in- sistió en esta propuesta, pero el diplomático mexicano consideró que sólo sería viable en el caso de que el mediador fuera el propio general Grant, quien era el
único que gozaba de toda su confianza. Sin embargo, el gobierno de México vol- vió a oponerse de manera tajante, ya que consideraba que la mediación significaba una violación absoluta a la soberanía del país.113 El problema fue que Barrios em- pezó a presionar a Romero pues pensaba viajar a Europa y los preliminares de- bían estar firmados antes de su partida. Romero se encontraba entre la espada y la pared: la negativa del gobierno de México a aceptar la mediación y la presión de Barrios para firmar el documento, sólo si la mediación estaba incluida.114 Ro- mero prefirió entonces firmar los preliminares en Nueva York el 12 de agosto de
1882, dejando abierta la puerta a la acción mediadora norteamericana,115 pues

110 La correspondencia enviada por Romero a Grant puede consultarse en AMR, Correspondencia enviada, libros 1, fs.19, 37-41 y 44. Las cartas de Grant a Romero pueden verse en AMR, Corres- pondencia recibida, rollos 6 y 40-42.

111 Matías Romero a Ignacio Mariscal, Washington, 6 de agosto, 1882, AHGE-SRE, L-E-2017, fs. 123-134.

112 Matías Romero a Ignacio Mariscal, Washington, 23 de julio, 1882, AHGE-SRE, L-E-2014, fs. 64-70.

113 Matías Romero a Ignacio Mariscal, Washington, 24 de julio, 1882, AHGE-SRE, L-E-2014, fs. 87-92 y

Matías Romero a Ignacio Mariscal, Washington, 23 de julio, 1882, AHGE-SRE, L-E-2014, fs. 104-112.

114 Ávila, op. cit., p. 69.

115 Matías Romero a frederick T. frelinghuysen, Nueva York, 14 de agosto, 1882, U.S. Congress, “Boundary…”, 1885, p. 172.

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pensó que era mejor aceptar una mediación altamente improbable a dejar pasar la oportunidad de realizar un contrato a todas luces ventajoso para México.116
finalmente, el 27 de septiembre de 1882 se firmó en la ciudad de México el tratado de límites entre México y Guatemala por medio del cual quedó fijada la línea divisoria y se reconocieron los derechos soberanos sobre el territorio en cuestión. Una vez habiendo rescindido cualquier reclamación sobre Chiapas y Soconusco, Guatemala cedió a México alrededor de 27 949 kilómetros cuadrados de territorio y recibió a cambio aproximadamente 3 105 kilómetros cuadrados.117
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Matías Romero estaba convencido que su aventura en el Soconusco podía con- tribuir a un fin mayor, el progreso del país. Sin embargo, la experiencia en El Bejucal, las continuas invasiones de indígenas guatemaltecos a Chiapas, así como los intentos del gobierno chiapaneco por empadronar poblaciones guatemal- tecas, le habían comprobado que la principal necesidad del Soconusco era la celebración de un tratado que resolviera el problema limítrofe. Por ello, al tiempo que buscó el lucro personal, su principal preocupación fue la de promover que se fijaran clara y permanentemente los límites con Guatemala.
En 1878, cuatro años antes de lograr la firma del tratado de límites entre ambos países, Romero escribió una carta sobre su experiencia en el Soconusco en la que explicaba las ventajas de la convergencia de los intereses nacionales con los negocios personales y manifestaba su preocupación por el clima de violen- cia e inseguridad en el área fronteriza. Romero no se hacía ilusiones; sabía que había llevado algunos beneficios a la región, pero también estaba convencido de que no podía seguir haciéndolo pues cualquier esfuerzo suyo podría resultar

116 Romero, “Settlement...”, 1897, pp. 148-157 y Matías Romero a Ignacio Mariscal, Nueva York, 11 de agosto, 1882, AHGE-SRE, L-E-2018, fs. 125-139.

117 El texto completo del tratado puede consultarse en Luis Miguel Díaz, Historia de las relacio- nes internacionales de México, México, Porrúa, 1983, pp. 155-157.

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contraproducente, “y en vez de producirle un bien, no hiciera más que causarle una reacción de la barbarie contra la civilización, que causaría nuevas desgra- cias, ocasionaría nuevas víctimas y haría retroceder a ese Departamento muchos años en el camino del progreso”.118
Romero consideraba legítimo aprovechar su posición política en beneficio de
sus intereses privados, ya que estaban estrechamente vinculados con el desarrollo del proyecto liberal mexicano en la segunda mitad del siglo xIx. En su opinión, el desarrollo y la consolidación política del país estaban indisolublemente liga- dos al éxito de las empresas individuales de los ciudadanos quienes, a fin de cuentas, trabajaban para la república. En suma, la defensa de sus intereses pri- vados y la acción diplomática debían dirigirse a fortalecer el proyecto de cons- trucción de la nación.
Recibido: 10 de enero, 2012. Aceptado: 29 de mayo, 2012.
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118 Cosío Villegas, “Aventura…”, p. 35.

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