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Weinberg, Liliana y Rodrigo García de la Sienra (coords.). Siglo XIX. Tiempo de Letras. México: Instituto Panamericano de Geografía e Historia/Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, 2018 (Serie Historia Comparada de las Américas).

DOI: 10.22201/cialc.24486914e.2019.68.57156

Siglo XIX. Tiempo de Letras representa un esfuerzo loable y serio por repensar los estudios históricos y literarios existentes sobre el siglo xix en América Latina. El volumen tiene el acierto de poner en diálogo diferentes disciplinas y contribuye, sin lugar a dudas, a reflexionar, por un lado, sobre la tradición historiográfica de la literatura latinoamericana y, por otro, sobre la relevancia intelectual, cultural y política que tiene el siglo xix para nuestros días.

Los textos que integran el libro resultan, desde ópticas disímiles, sumamente sugerentes. Si bien están centrados en el análisis sobre la producción literaria e intelectual de la época, no escapa en ellos la discusión acerca de la región, la nación y el discurso político. En ese sentido, los artículos exploran, por ejemplo, el papel de la prensa literaria no sólo como formadora de un discurso legitimador de los Estados nación, sino también la posibilidad de observarla desde los intersticios y las polémicas en su propio campo.

Asimismo, permite pensar la manera en que se conformaron redes intelectuales y circuitos editoriales que generaron un intercambio de ideas incluso más allá de Latinoamérica. Es decir, se examinan espacios tradicionales de la producción intelectual pero sin dejar de apuntar, por un lado, la construcción de espacios simbólicos y, por otro, la relevancia de lo marginal. De ahí que textos como los dedicados al teatro y la música brasileña de la época, así como los que apuntan los debates entre José Martí e Ignacio Manuel Altamirano con respecto a la función de las obras dramáticas, resulten una veta de exploración digna de mencionar. De igual manera, hay artículos que rescatan un cúmulo de factores y actores poco estudiados cuando se hace referencia al periodo, por ejemplo la función que cumplían los libreros artesanos o el papel de difusores y legitimadores del español que desempeñaron los “bibliófilos eruditos” norteamericanos.

Siglo XIX. Tiempo de Letras es una obra cuya riqueza reside en la profundidad de enfoques y saberes que se ponen a discusión lo que, en el fondo, refleja también un debate intelectual permanente y en constante renovación por parte de los participantes, quienes estudian una etapa tan relevante en la historia de nuestra América. Se trata de una muestra patente de un diálogo interdisciplinar que contribuye a la construcción de un espacio intelectual crítico, serio, responsable y necesario. En el volumen no hay una visión sobre el siglo xix sino visiones, amplitud de miras y ensanchamiento de los vasos comunicantes culturales de Latinoamérica.

Los textos del libro se caracterizan por su originalidad en cuanto a los temas, pero también en la forma de análisis. Basta mencionar, por ejemplo, el artículo dedicado a las antologías literarias que resalta el proceso en el que éstas se integraron, generando así un espacio de discusión e intercambio intelectual. Vale la pena señalar, en esa misma dirección, el hecho de que la perspectiva analítica de las y los autores busca ser abarcadora.

Pensar el siglo xix en América Latina significa observar cómo circularon las ideas y los nombres de distintos actores, pero no sólo en nuestro continente sino en otros lugares del mundo como Francia, España y Estados Unidos. Los textos que abordan esas temáticas amplifican el campo analítico, pues lejos de circunscribir los debates sólo en el territorio latinoamericano, o sólo a una temática determinada, presentan una perspectiva global y de múltiples polémicas. Es decir, se examinan tanto la forma como los medios con los que las letras latinoamericanas estuvieron presentes en el marco internacional. De igual manera, el libro destaca por su pertinencia cimentada en la crítica que propone una lectura fresca en el acercamiento a la época. Si bien varios autores abordan figuras representativas del periodo –José Martí, Ignacio Manuel Altamirano, Andrés Bello, Francisco Pimentel, Bartolomé Mitré, entre los más destacados– lo novedoso reside en los aspectos examinados. Por ejemplo, el papel de lector y polemista del prócer cubano en torno a los estudios historiográficos de Estados Unidos y, por lo tanto, su presencia en el campo de las ideas desde y en aquel país. Otro aspecto relevante en el volumen es el que se refiere al de las revistas como una fuente para historiar la producción intelectual del momento, desde la cual se pueden rastrear claves de los debates predominantes. Además, merece señalarse el análisis con respecto a las lenguas indígenas y la polémica surgida en cuanto al tema en México.

En ese sentido, los artículos del libro son imprescindibles porque a través de los distintos análisis planteados se cuestiona el quehacer intelectual del crítico literario latinoamericano. Asimismo, abre más de una posibilidad para repensar con seriedad aspectos menos estudiados sobre el siglo xix; más que ceñirse a una sola temática, como el papel de las instituciones o el de la literatura en cuanto discurso legitimador o crítico de los Estados nación, el libro en su conjunto cuestiona esa visión tradicional y sugiere la necesidad de estudiar aquellos aspectos que, durante mucho tiempo, han quedado fuera del canon de análisis. Cada uno de los textos, además de revisar estudios clásicos en sus respectivas líneas de investigación en las que se insertan, presenta un mapeo de fuentes recientes. Con éstas, los autores respaldan o confrontan sus planteamientos de un modo serio, respetuoso y generando una imprescindible discusión sobre la importancia de las letras y el campo intelectual tanto en el siglo xix como en la actualidad.

Los textos son de una gran manufactura intelectual, tienen una calidad académica exquisita y, en conjunto, dan pie a un generoso y vital intercambio de ideas. No se trata sólo del rescate de ciertas figuras cimeras, sino de aquello que se rescata y cómo se rescata. La ciudad letrada, la de ayer y la de hoy, no está cimentada fuera de una realidad social y política, sino en ella y con ella; las y los autores hacen hincapié, a su modo, desde su postura ante el mundo, sobre ello. El volumen es muestra de un ejercicio de militancia intelectual que responde a un pasado que interpela a nuestra quemante realidad y, desde ésta, se interpela a ese pasado para encontrar ciertas pistas que bien pueden ayudar a pensarnos, a repensarnos. Se trata, por lo tanto, de un quehacer de resistencia, de existencia. Los temas y las preocupaciones responden, en más de un sentido, a un doble diálogo: por un lado, el que se realiza entre las y los distintos autores, es decir, en las claves académicas acuñadas por su labor; por otro, el diálogo entre esta comunidad y la voz popular y los saberes no oficiales cuyos ecos, inexorablemente, vibran en la propia ciudad letrada. En ese sentido, lo popular, lo informal, se resignifica porque es capaz de proponerse como un punto en la agenda de discusión de los saberes formales.

El libro, editado con amor y cariño de maestro artesano, es pues un espacio, simbólico y palpable al mismo tiempo, en el que convergen diferentes generaciones académicas que, sin complejos de superioridad pero sin falsa modestia, son dignos representantes en el concierto internacional del pensar. Enhorabuena a todas y todos por generar una comunidad solidaria desde el pensamiento y para el pensamiento de nuestra América. Enhorabuena por la experiencia del pensar generosamente compartida.

José Arreola

grafdar@gmail.com

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