09_Resen_a-Victor_P._Verde

Poblete, Juan (ed.). New Approaches to Latin American Studies: Culture and Power. Nueva York: Routledge, 2018.

DOI: 10.22201/cialc.24486914e.2020.70.57196

Para quien pretende introducirse al campo de los estudios latinoamericanos, la densidad y multiplicidad de los enfoques pueden parecer abrumadoras en un primer acercamiento. Por ello, el esfuerzo que hacen académicos de producir textos introductorios a sus enfoques es sumamente valioso. El libro New Approaches to Latin American Studies: Culture and Power es un gran esfuerzo en ese sentido. Lo particularmente meritorio de este volumen está en el hecho de que está constituido por 16 ensayos escritos por 19 autores latinoamericanos y estadounidenses. Cada ensayo plantea la historia, los presupuestos metodológicos y los límites de un enfoque teórico en particular.

Para lograr semejante hazaña, el libro está articulado bajo el concepto de “giro teórico” (theoretical turn). Este concepto puede entenderse como los cambios de paradigma que han cuestionado los supuestos establecidos en una disciplina y planteado un camino propio para la investigación de Latinoamérica. El editor, Juan Poblete, narra en su introducción que este libro surge del trigésimo tercer congreso de la Latin American Studies Asociation (lasa), en 2014, donde se invitó a distintos pensadores latinoamericanistas para discutir la historia del campo y los distintos planteamientos que se han producido en los últimos veinticinco años. A partir del intercambio producido en dicho encuentro, se les sugirió a los participantes la producción de un texto que introdujera al lector a una orientación de investigación específica. El producto es un libro sumamente ambicioso, donde se plantea una multiplicidad de direcciones que han tomado los estudios latinoamericanos en la academia estadounidense en el último cuarto de siglo.

La cantidad de enfoques y opiniones disímiles haría imposible una esquematización simple del contenido del libro. No obstante, pueden trazarse ciertos puntos de intersección que, aunque produjeran distintos encauzamientos teóricos, nos ayudan a recorrer los distintos caminos a partir de sus orígenes y fines en común. Como todo investigador social sabe, la complejidad de la realidad cultural y sus transformaciones exigen nuevos planteamientos que correspondan a nuevas actualidades. En este sentido, de acuerdo con los distintos autores, hay al menos cuatro fenómenos que han motivado los cambios de paradigma en los estudios latinoamericanos en el último cuarto de siglo: la caída de la Unión Soviética, la globalización y la aplicación de políticas neoliberales, la necesidad de lidiar colectivamente con las secuelas de la violencia, y las luchas políticas locales que expresaron malestares fuera de la academia.

Mabel Moraña, en su texto “The Cultural Studies Turn”, expone los distintos factores que hicieron necesario un replanteamiento de las categorías analíticas con las que los estudios sociales abordaban la cultura. Además de los fenómenos ya mencionados, Moraña le da importancia al desarrollo de nuevos medios de comunicación y a la aceleración de las innovaciones tecnológicas. El enfoque de los cultural studies, de acuerdo con la autora, hereda los planteamientos que emergieron en Birmingham en los años sesenta, una tradición novedosa que buscaba decodificar la cultura desde una mirada interdisciplinaria, partiendo de las interrelaciones entre las formas simbólicas, la sociedad civil y el pensamiento crítico.

Otros autores dentro del libro dan gran peso al fin de la Guerra Fría, la cual trajo una crisis al pensamiento político de izquierda. Esta crisis produjo la necesidad de repensar y criticar los proyectos occidentales de emancipación. Así, un planteamiento que toma fuerza en este momento es el de los estudios decoloniales. De acuerdo con Nelson Maldonado-Torres, autor de “The Decolonial Turn”, la decolonialidad se define como la posicionalidad insurgente de sujetos frente a la posibilidad de subvertir las estructuras de poder modernas y, por tanto, coloniales. Basado en autores como Frantz Fanon, Enrique Dussel y Walter Mignolo, esta perspectiva busca el reposicionamiento del sujeto colonizado como sujeto político. En el mismo espíritu crítico se encuentra el “Transatlantic Turn”, ensayo en el que el autor Béquer Seguín expone las caracteristicas de los estudios transatlanticos. Este enfoque busca replantear las categorías clásicas de los estudios literarios que se usan para el análisis de textos en ambos extremos del atlántico. La relación entre los polos distintos del mundo iberoamericano y su historia colonial se plantea como un problema que permea los abordajes y valoraciones de las obras.

En esta misma línea se ubicaría el “Indigenous Turn”, que busca dar acceso a las comunidades indígenas al campo político. Este enfoque en particular, como exponen las autoras Nicole Fabricant y Nancy Postero, nace de las luchas sociales de distintas comunidades indígenas latinoamericanas, donde la teoría se utiliza para entender la categoría “indígena” en intersección con otras características de clase, género y raza.

“The Popular Culture Turn” presenta una reflexión alrededor del concepto de lo popular desde y sobre América Latina. Su autor, Pablo Alabarces, presenta lo popular como el lugar donde emergen voces marginales que, por sí mismas, crean experiencias colectivas. Un espacio donde el subalterno efectivamente habla, pero que también sufre reapropiaciones por parte del capital produciendo consumidores, o bien por el Estado, a partir de discursos populistas.

Por su parte, Gareth Williams y Alberto Moreiras, autores de “The Subalternist Turn” y “The Turn to Deconstruction”, respectivamente, se muestran sumamente críticos con la postura decolonial. Para ellos, los esfuerzos decolonialistas sólo han reapropiado la misma estructura de poder político que se habían planteado criticar. La idea de transformar al sujeto subalterno en un sujeto hegemónico captura a las posibilidades críticas del subalterno dentro de la lógica identitaria de la hegemonía, que entiende la política como una afirmación de la fuerza y la violencia. Para estos autores, no debemos pensar el subalterno como un espacio de emergencia de una voluntad irreductible que, después de mucho tiempo de haber caído del lado de la víctima, busca ahora la afirmación de su voz. Wiliams se expresa categóricamente diciendo que, antes de buscar formas de acción política, tenemos que repensar la política misma y sus aporías. Su ensayo es particularmente sugerente en tanto plantea una confrontación inescapable entre diferentes posiciones dentro de los mismos estudios latinoamericanos. Bajo la misma mirada crítica estaría el “Ethical Turn”, texto en el que Erin Graff Zivin expone la perspectiva ética como la condición de posibilidad de la política. Una perspectiva basada en la apertura radical al otro, el cual no se deja reducir a una categoría identificable y cuya demanda es intraducible.

Bajo el mismo planteamiento de criticar las categorías identitarias cerradas, encontramos el “Performance Turn”, cuyo objetivo es acentuar el papel de las “actuaciones” sociales, esto es, priorizar el hacer sobre el ser. Como otras perspectivas, este enfoque revaloriza el papel del cuerpo en movimiento como el lugar donde se actualizan las normas sociales.

El concepto de performatividad ha sido crucial para entender el género, por lo que cercanos a este giro encontramos los textos “Turning to Feminisms” y “The Gender and Sexuality Turn”. En ellos, sus autores Sonia E. Álvarez, Claudia de Lima Costa, Robert McKee y Mónica Szurmuk ofrecen un panorama histórico sobre cómo el activismo político feminista y las luchas por el reconocimiento de la diáspora de orientaciones sexuales obligó a la academia local en Latinoamérica a plantearse las preguntas pertinentes sobre el género y la sexualidad dentro de la cultura y el ejercicio del poder, una academia que mostró mucha resistencia a estos problemas debido a la preeminencia que otorgaban al imperialismo, la dominación ideológica y las luchas de clase. En los últimos años, estos enfoques han mostrado ser cruciales para desentrañar las estructuras de dominación que operan en las intersecciones entre raza, género y sexo en articulación con la historia colonial latinoamericana.

Otros autores reflexionan a partir de los conflictos armados, la violencia y las secuelas de la dictadura militar en los gobiernos de América Latina. Los nuevos espacios políticos que trajo la transición a la democracia obligaron a pensar la relación entre la teoría crítica y las instituciones estatales. En el texto The Cultural Policy Turn, Ana Wortman explora los tropiezos que se vivieron al desarrollar políticas que buscaban reconstruir el espacio público a través de la cultura. Otra perspectiva que surge en esta transición la expone Michael J. Lazzara. En su texto “The Memory Turn”, observa una necesidad de los grupos sociales de reelaborar una memoria traumática que la violencia de los regímenes dictatoriales había producido. Resulta natural comprender que estos primeros esfuerzos fueron muy cercanos al activismo político, ya que estaban diseñados para acompañar, de manera crítica, ciertos actores sociales, tales como las familias de personas desaparecidas. Así, este primer acercamiento a la memoria sería entendido a partir del testimonio de la violencia, pero sería desarrollado posteriormente para reflexionar sobre la memoria en los contextos de identidad nacional y de migración.

En “The Affective Turn”, Laura Podalsky parte de una coyuntura similar. Este enfoque comienza como un esfuerzo por entender las secuelas psicosociales de las dictaduras militares. No obstante, es parte de un cambio de paradigma más amplio en el campo de la antropología, dónde se produjo un creciente interés en el papel de la emoción, el afecto, y los flujos sensibles como fuerzas generativas en procesos políticos y socioculturales. Este cambio se debe a la insuficiencia de las categorías analíticas que daban precedencia a los fenómenos representacionales. Gracias al desarrollo de este enfoque, es posible entender el papel del afecto en la constitución y el mantenimiento de colectivos y comunidades en particular. El afecto es también revalorizado por Abraham Acosta en “The Posthegemonic Turn”, aunque por razones distintas a Podalsky, Acosta expone cómo el concepto de hegemonía resulta insuficiente para entender la articulación del poder en una época donde el Estado-nación se ha debilitado como modelo político de la organización social. Por ello, si la hegemonía presuponía una subjetividad posicionada, la poshegemonía se plantea una ontología que no presuma la posicionalidad frente al movimiento. Siguiendo las críticas de Moreiras y Williams, Acosta piensa el afecto como un intersticio entre cuerpos e identidades; un proceso que no deja de agitarse. En este sentido, recupera los planteamientos políticos de Spinoza y Deleuze, quienes entienden el cuerpo social, no como un conjunto de sujetos singulares, sino como un ensamble dinámico de intensidades.

Desde otro punto de vista, el texto “The Transnational Turn” destaca la creciente migración producida por la globalización y la restructuración de la economía global en el neoliberalismo. De acuerdo con el autor Juan Poblete, los estudios transnacionales exploran las nuevas realidades de contacto humano, de desalojamiento e intercambio entre contextos distintos para explicar identidades sociales, agencias y acciones que subvierten las explicaciones sociales con base en categorías sociológicas tradicionales como la cultura local e identidad nacional. Nos muestran los espacios liminales y fronterizos donde sujetos transitan entre dos o más códigos sociales y formas de experiencia distintas.

En suma, el libro resulta ser una invitación irresistible a un campo sumamente prolífico de planteamientos novedosos. Los autores dan la impresión de que los estudios latinoamericanos son un campo donde la mirada del investigador nunca deja de ser objeto de escrutinio hermenéutico. Por ello, los enfoques planteados no se presentan como caminos disciplinarios cerrados, sino como compromisos metodológicos abiertos a la problematización. Por otro lado, la calidad argumentativa y claridad de exposición son grandes virtudes de los autores, lo que hace de sus textos, no sólo una excelente introducción para inexpertos, sino también una incitación estimulante para investigadores que buscan actualizarse en el campo.

Aunque algunos de los autores presentan problemáticas locales, gran parte de los textos son capaces de articular su crítica en un contexto amplio de problemáticas sociales globales, introduciendo discusiones de sociología, historia, psicología y filosofía. Estas son discusiones que no sólo interpelan al campo de estudios latinoamericanos, sino a la academia global. No cabe duda que esto es importante, no obstante, también se corre el riesgo de perder la especificidad de sus objetos.

Aunque la intención del editor es ofrecer un panorama de la academia estadounidense, al ser un libro sobre los estudios latinoamericanos, presenta una carencia autores de la academia latinoamericana: solamente cuatro. El problema de las dinámicas del conocimiento como vehículo de poder intelectual entre pensadores del cono norte y el cono sur no es discutido a detalle en ninguna parte del libro y deja la sensación de constituir un punto ciego del mismo. Una ceguera que, para los investigadores latinoamericanos, no es fácil dejar pasar. El editor Juan Poblete, no obstante, promete la próxima aparición de un volumen complementario a éste, escrito en su mayoría por autores latinoamericanos y articulado bajo el mismo concepto de giros teóricos. Si este futuro texto busca alcanzar una calidad semejante al presente libro, no queda más que esperar con grandes expectativas su llegada.

Victor Patricio Verde Neri

patverd@comunidad.unam.mx

Enlaces refback

  • No hay ningún enlace refback.