Berríos, Claudio; Gonzalo Jara (eds.). Contrapuntos Latinoamericanos II: ensayos sobre una perspectiva continental. Valparaíso: Inubicalistas/Voces Opuestas, 2022.

Javier Molina-Johannes

latinoam. 2024 Apr 19; (77)
doi: 10.22201/cialc.24486914e.2023.77.57595


Un libro que problematiza cuestiones como la materialidad de las ideas, la discusión sobre lo propio y lo impropio, la correspondencia del pensamiento con su situación histórica, la potencialidad emancipadora de ideas, la búsqueda de una transformación epistémica y social del mundo en el cual vivimos. Estos son algunos de los hilos conductores de los distintos artículos y que, rápidamente, trato de hacer emerger en esta reseña.1

Homenaje a Sergio Vuskovic

En primer lugar, y a la inversa de la presentación del texto, destacamos el homenaje al profesor Sergio Vuskovic Rojo, de quien mencionaremos solamente dos de los elementos señalados en el libro: su militancia comunista, desde la época escolar, y su trayectoria como filósofo latinoamericanista. Nacido en Illapel en 1930, prontamente emigró a Valparaíso, donde hizo su vida hasta la prisión política y el exilio. Como alcalde de Valparaíso durante la Unidad Popular, comenta Jaime Villanueva, consiguió la habilitación para el acceso al agua potable de 10 mil hogares y las redes de alcantarillado para otros 15 mil, además de las 6 mil familias trabajadoras que vacacionaron en los balnearios populares durante su gestión. Jaime expone el recorrido filosófico que tuvo Sergio Vuskovic y las relaciones de su reflexión con sus experiencias vitales como la tortura, la prisión política y el exilio. Esos entrecruzamientos, siempre vigentes entre biografía y reflexión, se reflejan en su viaje interior. Quizás por lo mismo, en 1990 forma el Centro de Estudios del Pensamiento Latinoamericano (Cepla) en la Universidad de Playa Ancha, es decir, buscando reposicionar aquella utopía ultrajada. Haciendo eco también de sus reflexiones sobre la condición humana, situada, específicamente, en nuestros confines continentales. Aspectos que Gonzalo Rovira comenta a partir de una de las enseñanzas que le dejó Vuskovic, con quien compartió en el Campo de Concentración de Conchi. Ahí comenta que el oficial del campo les permitió jugar a cambio de que Vuskovic le enseñara las reglas para así poder codearse con los altos mandos; el filósofo aceptó y hasta el cambio de oficial, los presos políticos pudieron jugar al cricket. Rovira resume su experiencia con el homenajeado diciendo que “un maestro es un maestro en toda situación” (316).

Situar el pensamiento para las transformaciones sociales

Rápidamente, retomamos la estructura del libro, compuesto por once artículos de autores que tratan temáticas de diversa índole, aunque siempre nucleados sobre las problemáticas mencionadas al comienzo. Primero, el movimiento por encontrarle lugar a los pensamientos, en toda su profundidad, es una de las búsquedas de la mayoría de artículos.

Cuando Osvaldo Fernández alude a la corriente pregunta de ¿cuánto vale? no habla en referencia a cualquier espacialidad ni temporalidad global, sino desde un terruño al sur del mundo encantado. Para dar cuenta de las fantasmagorías en las cuales habitamos, el profesor Fernández, haciendo uso de categorías marxianas, comienza por lo más elemental de nuestra vida cotidiana. Así, cuando las cosas esconden su fantasmagoría, el mundo se invierte. Por eso, preguntarse por los meros actos de comprar y vender, el dinero que usamos —y por qué, para qué, desde cuándo se usa— y un largo etcétera que se encuentra naturalizado en la vida cotidiana es una actividad extraña, no tiene mayor cabida. Sin embargo, la simple pregunta de por qué una cosa vale abriría el camino a la desmitificación del encantamiento del mundo, porque estas dudas cuestionan el conjunto del sistema. En cambio, si en vez de preguntarse cuánto, qué vale, cómo sale, etc., se consultará si se puede llevar, posiblemente, se abriría, desde la negación, la razón fundante del secreto y fetichismo de este mundo encantado. Por lo mismo, como recalca Jorge Olivares en su reseña sobre Lanata, cabe tener presente que el capitalismo sigue siendo contingente y no el fin de la historia.

Luego, Pamela Soto y Leticia Arancibia exponen el contexto sociopolítico de su país para profundizar, en particular, sobre las formas de subjetivación teniendo como horizonte la posibilidad de fractura en medio del neoliberalismo. Tomando en consideración la revuelta de 2019 y el proceso constituyente -todavía abierto- reconocen que estos andamiajes estructurales, a pesar de su relevancia histórica, no aseguran el quiebre de la racionalidad neoliberal. En ese marco, reflexionan sobre las alternativas de/para su fisura. Esta racionalidad de mercado —como la llaman las autoras— hace necesaria la instalación de sus lógicas en los procesos de subjetivación, haciendo desaparecer la solidaridad como eje estructurante de la sociedad chilena. En este sentido, Soto y Arancibia proponen al sujeto-grupo, es decir, a los movimientos sociales como posibilidad de romper con dicha subjetividad cero, esa que suspende la implicancia con el otro, no se compenetra emocionalmente, por lo que se mantiene en la indiferencia, en la desafección. Por ello, a pesar de la implementación forzada de aquella racionalidad, ésta no termina de clausurar todas las subjetividades, adquiriendo fuerza los procesos colectivos, aquellos agenciamientos colectivos que puedan interpelar la racionalidad impuesta. Esta interpelación, a partir de la potencia de la movilización, puede modificar los límites, fracturarlos, porque los procesos de subjetivación nunca se terminan de cerrar. Por eso, las autoras llaman al desmontaje de lo instituido, a recuperar los contextos, la dimensión del cuerpo y, mediante otro tipo de uso del lenguaje, al enriquecimiento del diálogo (50).

En la misma línea, Patricio Gutiérrez esclarece la composición del concepto de clase en E. P. Thompson, quien se aparta del canon economicista representado en la vulgarización del marxismo. Por lo mismo, señala que la distinción entre base y estructura ha confundido más que apoyado los procesos emancipatorios, es decir, a partir de los análisis thompsonianos se vislumbra el imprescindible proceso histórico de la clase o economía moral de la multitud. En consecuencia, los motines del pan o de subsistencia son la parte visible de una estructura subyacente que los soporta, es decir, una práctica socio-cultural: costumbres y normas, representaciones sociales y morales que legitiman -o no- ciertas acciones económicas. De este modo, las clases no pre-existen a las experiencias heredadas y compartidas, por eso la clase es un fenómeno “histórico”. En definitiva, la utilidad de esta noción se vincula con la posibilidad de su contextualización, su construcción histórica rendirá cuentas para ver cuán elástica se constituye ésta.

En este hilo conductor también incluimos a Nadia Rojo que reflexiona sobre la participación del Partido Comunista en las alianzas políticas a mediados del siglo XX chileno, especialmente, el periodo del Frente Popular y la Alianza Democrática. A partir de la experiencia chilena, la autora recalca las similitudes discursivas que mantuvieron el Partido Comunista y la política de los frentes populistas en el ámbito internacional. Así, la década de los treinta llevó a plantear una disputa directa contra el fascismo, por lo que se planteó —quizás de modo apresurado— la ampliación del espectro político, abriendo la coalición hacia fuerzas burguesas y pequeñoburguesas: lo importante era defender la democracia contra el fascismo y la guerra. Entonces, en búsqueda de desplazar a las derechas de sus posibilidades electorales se le entrega la hegemonía del movimiento al Partido Radical, representante de la burguesía terrateniente y la clase media. Ahora, teniendo como trasfondo las discusiones de la revista Principios, la autora analiza las consecuencias y los resultados de estas coaliciones. Como dato, cabe recordar que durante su conformación salió electo González Videla, quien luego se derechiza, al promulgar la Ley de Defensa Permanente de la Democracia en 1948, dejando proscrito al Partido Comunista. En consecuencia, tras revisar las discusiones de la revista señalada, Rojo expone que el principal error habría sido la falta de unidad de la clase obrera y sus partidos representantes, por eso el desarrollismo y los planes de industrialización fueron permanentemente lentificados por las políticas aburguesadas de los distintos gobiernos del período. Tampoco se modificó la estructura agraria, y la batalla contra la desviación de tipo derechista que denunciaban personajes como Ricardo Fonseca se tornó casi imposible. De hecho, la autora destaca que la falta de unidad implicó perder la dirección del proceso, aun cuando enfatiza que esta experimentación posteriormente permite la victoria de Allende.

Lo propio e impropio: apropiaciones, disputas y devenires

Primero, Gonzalo Jara, a partir de una pequeña nota a pie de página, comienza los desvaríos por esta relación: la apropiación que Fausto Reinaga hace de Nietzsche, la que nos llevará por algunos de los principales textos de ambos, haciéndonos ver cómo la resonancia del filósofo alemán pudo tener una materialización propia en el autor andino. De este modo, Reinaga hace uso de la obra del europeo y, mediante la crítica al poeta Franz Tamayo por su forma caduca de ver al indio, destaca la subsistencia metafísica que todavía existe en el pensamiento boliviano. En consecuencia, también realiza el llamado y la necesidad de superarla: mantener los pies en la tierra. Al intelectual boliviano, Nietzsche le sirve para la superación del racionalismo y del inmovilismo del hombre moderno, ya que las abstracciones lo desvitalizan, obligándolo a vivir fuera de la tierra. En este sentido, potenciando el pesimismo dionisiaco del indio, quien tiene como referencia al Sol y la Pachamama, podremos escapar del encantamiento metafísico.

Por su parte, Claudio Berríos analiza la tríada Mariátegui-Salazar Bondy-Quijano para repensar las vinculaciones originales que hay entre los pensamientos que emergen en nuestro continente, lo que no significa que exista total autonomía, o bien, una supuesta purificación de las ideas foráneas: no es un esencialismo. De hecho, comienza a partir de las condiciones de dominación, dependencia y/o coloniales, por lo tanto no se propone una lucha tajante entre lo autóctono y lo foráneo, sino una síntesis propia y creadora. En la misma línea, y sin desechar los aportes del pensamiento europeo, lo que importa es su traducción, es decir, cómo los conceptos conversan con la realidad latinoamericana. Por eso, Salazar Bondy recalca el reconocimiento del pensamiento occidental como parte íntegra del pensamiento en nuestras regiones para ver cuáles son las condiciones que desde una praxis crítica nos posibiliten crear una filosofía latinoamericana. A lo anterior, Quijano propone tener en consideración tanto elementos materiales como inmateriales para comprender la colonialidad. En definitiva, resistir a la colonialidad tanto material como inmaterial, destruir las relaciones que la perpetúan.

Por su parte, Pablo Guadarrama hace un llamado a reconocer las obras marxistas, buscando valorar el método y sus experiencias particulares, las que expresan un genuino afán científico y superan el nivel de especulación infundada. De esta manera, enriquecer la discusión sobre una concepción materialista de la historia que considere los fenómenos histórico-concretos y se pueda esclarecer la correlación entre lo universal y lo específico. Para Guadarrama, ésta ha sido una de las principales funciones de la filosofía latinoamericana, cuyo horizonte es la emancipación humana. Por eso es imprescindible, y aquí retoma a Marta Harnecker, investigar atentamente las circunstancias de la realidad, superando el teoricismo. Para ello, es necesario corroborar la validez de cada teoría en función de sus niveles analíticos, por lo que nuestra tarea es comprender la realidad latinoamericana para canalizar los deseos populares.

Asimismo, Carlos Olmos hace un recorrido por distintos pasajes del anarquismo en nuestro continente, destacando las obras que lo han incluido y bajo qué criterios. Del mismo modo, desarrolla algunos de sus principales tópicos y referencias transnacionales, como también los medios de circulación y algunas de sus disputas en el campo filosófico, junto a las propuestas hegemónicas que han imposibilitado, en la mayoría de los casos, su inclusión. Así, enfatiza que el anarquismo se ha considerado más en la historiografía y, sin embargo, retomando a Ivanna Margarucci, ha sido un fenómeno también desplazado, debido a su carácter transfronterizo y la hegemonía de los llamados nacionalismos metodológicos. Por eso, lo reposiciona como parte del campo filosófico.

Por su lado, Víctor Mazzi nos ofrece relevantes traducciones desde el chinchaysimi, conocido también como “quechua”, y expone la importancia de reconocer sus sistemas de registro, de almacenamiento y transmisión de saberes, por tanto, también del pensamiento o filosofía Inka. En este sentido, se busca corregir tales criterios de las metodologías heurísticas, recurriendo al estudio de los khipu y tokapu, que son instrumentos comunicativos propios. De este modo, retoma reflexiones de Guamán Poma y del Inca Garcilaso, contraponiéndose a quienes han sostenido la imposibilidad de comprender el hamut’ay (proceso de adquisición de la reflexión) Inka, debido a una supuesta ausencia de letras que evidencie sus pensamientos. Así, en aquéllos se esclarecen reflexiones respecto al cay (que alude a ser o estar), como también a pacha (naturaleza), mostrando una propuesta con raíces autóctonas, reivindicando otras formas de registro para el campo filosófico.

También Jorge Polanco, David Bustos y Jonnathan Opazo incorporan registros novedosos a la problematización, debido a que ponen en escena la utilización de la imagen visual en la poética, porque posibilita establecer una revisión histórico-estética de los recursos expresivos y un análisis de la ampliación de los registros poéticos. De esta manera, los estudios sobre revistas y la resistencia cultural durante la dictadura se vuelven legibles. A través de estas experiencias se crearon zonas de camuflaje, un tejido subterráneo a partir de diversas actividades, entre las cuales la poesía forma parte de un diálogo permanente entre las múltiples voces implicadas y ya no de la figura del poeta.

En esta misma deriva, Braulio Rojas trabaja la veta ensayística de Pablo de Rokha, destacando sus intereses y el realismo de su escritura, donde recalca su vinculación con la estructura socioeconómica y las características de cada país para constituir una épica social americana, porque su objetivo habría sido componer los elementos comunes y los distintivos del continente. Y así, lograr afirmar lo nacional-popular, destacando sus significaciones históricas y culturales para recrear, mediante su escritura, un espíritu que sea la manifestación del pueblo. De hecho, De Rokha es explícito tratando de generar un ambiente unitario. Por lo mismo, Rojas, cerrando el capítulo, enfatiza en lo situado de su pensamiento, lo que no anula ni totalidad ni singularidad, sino que bosqueja su potencia política popular.

En resumen, vemos un libro enriquecido por entradas múltiples, materias diversas y problemáticas transversales, como también particulares de cada texto. En fin, abre reflexiones sobre al menos los dos ejes propuestos: cómo situar al pensamiento, materializarlo, en búsqueda de una transformación social en Latinoamérica y cuestionar respecto a lo propio e impropio del pensamiento en el continente. En definitiva, once ensayos, una reseña y los escritos en homenaje a Don Sergio Vuskovic nutren este artefacto cultural que el equipo editorial, encabezado por Claudio Berríos y Gonzalo Jara, ha titulado Contrapuntos latinoamericanos. Ensayos desde una perspectiva continental.

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1.

fn1 Una primera versión de esta reseña fue presentada en ocasión del lanzamiento del libro el 2 de noviembre 2022 en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Valparaíso, Chile.

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