Velázquez Castro, Adrián; Emiliano Ricardo Melgar Tísoc (coords.). Conchas de fuego y de sangre. El tapachtli y el mullu en la América antigua. México: inah, 2021.
DOI: https://10.22201/cialc.24486914e.2024.79.57674
El libro tiene como protagonista un producto altamente apreciado por las sociedades prehispánicas de Mesoamérica y los Andes: las conchas bivalvas rojizas, especialmente del género Spondylus, conocidas en náhuatl con el término de tapachtli y en quechua como mullu. Las connotaciones simbólicas que se les atribuyeron fungieron como motor económico, pues propiciaron la apertura y tránsito de rutas de intercambio a larga distancia en ambas regiones para adquirirlas desde las costas, tener acceso a ellas y distribuirlas. Esto debido a que dicho producto fue altamente valorado por las diversas sociedades de ambas regiones, ya que por la dificultad para obtenerlo y por su escasez representó un material exótico de difícil acceso. Con las valvas de este molusco se elaboraron diversos objetos suntuarios que eran considerados como bienes de prestigio y cuyo uso estuvo restringido a los miembros de las altas jerarquías a quienes daban identidad, mostraban su origen privilegiado y los legitimaba para ejercer las labores directivas. Asimismo, fueron ofrendadas a las divinidades en espacios de culto y acompañaron a los difuntos destacados.
El libro, coordinado por Adrián Velázquez y Emiliano Melgar, contiene trece trabajos de especialistas de diversas disciplinas que abordan diferentes aspectos de este molusco y su presencia en Mesoamérica y Sudamérica. Así, desde la biología, Federico Andrés García, Óscar Efraín Holguín y Rodolfo Ramírez definen sus características y su hábitat: la Provincia Malacológica Panámica del Pacífico, que abarca del sur del Golfo de California hasta Tumbes en Perú. Las especies más comunes identificadas en los hallazgos son spondylus crassiquama, spondylus limbatus y chama coralloides, donde la primera de ellas es la más apreciada. Por las profundidades en las que se encuentran y los sustratos duros a los que se adhieren, su extracción fue una actividad peligrosa que debió requerir un entrenamiento y el desarrollo de habilidades para practicar el buceo mediante la apnea.
Desde la etnohistoria, el libro integra información consignada en fuentes coloniales que dan cuenta de la procedencia de las conchas, las herramientas y los procesos de elaboración. Asimismo, se incluyen aportaciones previas de investigadores que sentaron las bases para futuros estudios como éste. Desde la arqueología se exponen los resultados de excavaciones en diversos sitios en las dos zonas de América mencionadas. En relación con esto, ha tenido un lugar destacado la arqueología experimental para analizar las huellas de manufactura cuyo método, planteado por Adrián Velázquez Castro, consiste en la observación macroscópica a simple vista, el análisis de las piezas trabajadas a través de la microscopía de bajas amplificaciones y la microscopía electrónica de barrido. Con ello, ha sido posible analizar los cortes, las horadaciones y la textura de las superficies y proponer los instrumentos y abrasivos utilizados. Para reconstruir la cadena productiva se replicó el trabajo en especímenes actuales o en modelos de polímeros, con los enseres que pudieron haber sido utilizados en la época prehispánica, de acuerdo a las referencias en las fuentes documentales, para luego realizar una comparación con las piezas arqueológicas. Este método ha permitido definir los procesos de producción de los objetos e identificar los utensilios para su elaboración. Así, se pudo definir que para la confección de las piezas se aplicó una tecnología especializada y compleja que requería muchas horas de trabajo para transformar las valvas en objetos ornamentales y votivos. Con lo anterior, se puede apreciar que en la obra no solamente se contempla la transdisciplina, sino también cómo el uso de la tecnología ha ayudado a resolver problemas planteados por las ciencias sociales.
Con respecto a Mesoamérica, se exponen algunos sitios arqueológicos donde se han encontrado ejemplares tanto sin trabajar como modificados, ya terminados o en proceso. De acuerdo con los hallazgos, los más antiguos datan del formativo medio y se han encontrado en diversas partes. Por ejemplo, en Teotepantecuanitlan, Guerrero (1100-600 a. C.), sitio con características olmecas y de gran complejidad social con una élite que controlaba la producción, los excedentes y su distribución y que ostentaba su poder mediante el acceso a los bienes de prestigio como las conchas rojizas. De acuerdo con Reyna Solís, las evidencias encontradas en el sitio muestran la existencia de una tradición tecnológica local con especialistas dedicados a trabajar dicho material. Mediante la arqueología experimental la autora analizó 24 objetos de concha rojiza y encontró homogeneidad y estandarización en herramientas y técnicas, las cuales explica. Define el área de producción donde se encontraron evidencias de objetos en diversas fases del proceso y señala que las piezas terminadas fueron halladas en depósitos de tumbas y edificios.
A decir de Luis Gómez Gastelum, Víctor Landa y Jesús Emilio Michel, los pueblos del Occidente de México, desde 1 500 a. C., aprovecharon valvas sin modificar y conchas de moluscos de spondylus, limbatus y chama frondosa para producir piezas ornamentales que fueron colocadas como ofrendas mortuorias. Entre las evidencias más tempranas están las del Opeño en Michoacán (1500-1000 a. C.), El Camichín, Colombia (fase Capacha 1770 a. C.), las tumbas de tiro de Huitzilapa, Jalisco y Chupícuaro, Guanajuato. Del periodo de los desarrollos regionales (450-1100 d. C.) y del posclásico se han encontrado en Sinaloa, Colima, Jalisco y Michoacán entierros con variados objetos. De acuerdo con los autores, en esta región se usaron otros tipos o especies de conchas rojizas o incluso algunas fueron pintadas de ese color, lo que indica que lo importante era la tonalidad y no tanto la especie.
De la Colección Leof, Adrián Velázquez y Norma Valentín analizaron dos pendientes hechos con valvas grandes de spondylus crassiquama de color anaranjado rojizo. De acuerdo con las características morfológicas representadas en los reptiles, los autores los identificaron como una especie de salamandra que habita en los bosques templados de Jalisco, Michoacán y Guerrero. Debido a que estas piezas son similares a otras encontradas en la región y según el análisis y pruebas que llevaron a cabo con base en la arqueología experimental para restablecer su proceso de elaboración, concluyeron que son originarias de Occidente, lo cual constituye un gran logro en la identificación de objetos que no han sido localizados en su contexto original.
Al otro extremo de Mesoamérica, en Calica, sitio arqueológico en la costa oriental de la península de Yucatán, se ubicaron pocas piezas de spondylus crassiquama correspondientes al preclásico superior y clásico temprano, mientras que en el posclásico (1250) aumentó el número de objetos ofrendados de este material. Como lo señalan Elva Adriana Castillo y Shiat Alejandra Páez, hay que considerar que dichas valvas provenían del Océano Pacífico, lo cual señala que el sitio tenía un comercio a larga distancia con diversas zonas pues, además, se hallaron otros materiales foráneos. Las autoras analizaron las huellas de manufactura para identificar las herramientas y el proceso de elaboración y determinaron que este último fue local desde el preclásico, en tanto que usaron materia prima e instrumentos de otras regiones.
De acuerdo con Emiliano Melgar y Reyna Solís, en Monte Albán se recuperó una buena cantidad de valiosos objetos de concha que datan desde el formativo tardío hasta fines del clásico (300 a. C al 750 d. C.) en ofrendas y entierros de individuos prestigiosos en la plaza principal, lo cual muestra que su uso estuvo limitado a los miembros de la élite. Por los numerosos vestigios encontrados de objetos, valvas no modificadas, instrumentos y evidencias de producción de spondylus crassiquama y chama coralloides lograron ubicar el taller de concha. Señalan que la primera especie se concentra en los contextos de la Plaza Principal, por lo que al parecer fue la más valorada y, por ello, de distribución restringida. Además, los autores reconstruyeron la cadena operativa a partir de la observación de las huellas en piezas arqueológicas y la reproducción en réplicas en polímeros.
El acceso a los moluscos del Pacífico por grupos del altiplano central se remonta al preclásico superior (300 a. C.-300 d. C.), lo cual muestra las relaciones que tuvieron sus pobladores con el área de Occidente. Durante el clásico, en Teotihuacán, destaca la presencia de objetos de spondylus como pendientes, placas y las prendas que portaban los individuos sacrificados e inhumados en el templo de Quetzalcóatl. Asimismo, hay que mencionar las representaciones de conchas rojas en la pintura mural.
De Xochicalco, Morelos (600-900), Emiliano Melgar asienta que se han recuperado de diversos contextos más de 2 500 materiales de concha. Hay abundantes evidencias de producción de objetos de spondylus crassiquama, spondylus limbatus y pocas de chama coralloides. Se encontraron valvas sin modificar, piezas terminadas, en proceso, reutilizadas, residuos de manufactura e instrumentos de trabajo, lo que le permitió localizar el taller de concha y un espacio de almacenamiento. A diferencia de los objetos de spondylus crassiquama presentes en varias estructuras, plazas y entierros, no se encontraron piezas terminadas de spondylus limbatus, por lo que propone que éstas eran exportadas. Melgar expone la organización de la producción desde el punto de vista tecnológico, reconstruye el proceso de elaboración de las piezas mediante la arqueología experimental y registra el tiempo que llevó la confección de tres piezas. Asimismo, discute las esferas de circulación y consumo de los objetos de concha.
Para los mexicas, las conchas rojizas tenían un alto valor simbólico y económico. Aparecen registradas en la Matrícula de tributos y en el Códice Mendoza como parte de la tributación que los pueblos de la Provincia de Cihuatlán enviaban semestralmente a la Triple Alianza. Según Norma Valentín, Adrián Velázquez y Álvaro Barrera, entre los hallazgos del Templo Mayor se encuentra la ofrenda 85, que contenía pendientes, incrustaciones y cuentas, de spondylus crassiquama, spondylus limbatus y chama coralloides, mientras que la ofrenda 113 resguardaba una gran cantidad de conchas de esas especies que mostraban huellas de combustión.
También del altiplano central, pero del posclásico temprano, está la espectacular coraza conformada por 1 415 pendientes de concha y el sartal de 245 cuentas encontrados en el Palacio Quemado de Tula, Hidalgo. Sobre ellos, Adrián Velázquez, Belém Zúñiga, Norma Valentín y María de Lourdes Gallardo exponen los procesos de conservación, el minucioso y complejo trabajo de restauración y rearmado para recuperar su forma original. Igualmente, identificaron las especies de las piezas y, mediante la arqueología experimental, definieron las técnicas de manufactura, las herramientas y los problemas en la planeación de la ofrenda.
Otro atuendo que destaca es el proveniente de un entierro múltiple en el sitio La Picota, Jalisco, en el cual se encontraron dos pies cubiertos con más de dos mil cuentas de spondylus y otras de piedra verde. El trabajo de Elodie Mas y Cinthya Cárdenas expone el cuidadoso método de registro y la reconstitución de unas suntuosas y coloridas sandalias que ostentaban el alto estatus de su poseedor. Las autoras especifican que en la cuenca de Sayula, de la época correspondiente a su auge en el Clásico, se han encontrado objetos en proceso de manufactura y se han ubicado varios talleres de concha, algunos cercanos a La Picota, lo cual apunta a una producción local de ornamentos y el haber sido un punto importante en las redes de intercambio entre la zona de occidente, el noroeste y el altiplano central. Sobre estos dos últimos capítulos, cabe señalar el arduo y laborioso trabajo de restauración, pues nos permite apreciar cómo lucían las piezas cuando fueron confeccionadas originalmente.
El libro también incluye tres importantes trabajos sobre América del Sur que presentan la dinámica del sondylus en esa región. En ellos se señala que la costa ecuatoriana es un excelente hábitat para el spondylus. Por ello, de acuerdo con Mercedes Guinea, sus habitantes, los manteño-huancavilca, controlaron su extracción, la elaboración de objetos y su comercio a larga distancia mediante la conformación de una red de intercambio que hacia el sur llegaba a Perú y hacia el norte, muy posiblemente, hasta México, para obtener este producto el cual, por su gran demanda y sobrexplotación, mermó los especímenes en la costa ecuatoriana. El intercambio de spondylus entre Perú y Ecuador se dio desde épocas muy tempranas y su demanda, por ser un objeto ritual y de prestigio, se intensificó con la expansión Huari y luego con el auge de Sicán y Chimor. Así, a partir del 700 su extracción aumentó y Atacames, en Ecuador, se erigió como cabecera política de la región. En ese lugar, además de pesas para buceo, se encontraron gran cantidad de conchas sin modificar, piezas en diferentes etapas de su proceso y terminadas, lo cual ha permitido reconstruir la cadena operativa.
Anne Marie Hockenghem presenta una historiografía de la búsqueda de los inicios de la extracción, la producción, el uso como bien de prestigio y ofrenda de las conchas rojizas, así como las posibles rutas de su circulación por los Andes. Hace un recorrido a través de las investigaciones arqueológicas, desde las etapas iniciales de los Andes, para determinar la zona de origen y la antigüedad de la práctica de la extracción del spondylus en las costas de Ecuador, las redes de tráfico, la expansión e intercambio de este producto desde los Andes del norte hasta la costa y sierra centroandinas. Hace un recuento de las principales manifestaciones culturales andinas, señala la relevancia de este material usado por las élites y depositado en tumbas de altos dignatarios, así como ofrenda significativa a las divinidades y a los sitios sagrados. Analiza el impacto de este producto en la economía y la reconformación de las organizaciones políticas regionales. Presenta las interacciones a lo largo del tiempo entre las sociedades del norte y las del centro de los Andes y apunta la posibilidad de un tráfico de spondylus entre el Occidente de México y América del sur.
El libro cierra con un capítulo de Velázquez, Melgar y Hockenghem en el que se contrasta la importancia del spondylus en Mesoamérica y los Andes desde las primeras presencias de este material hasta el momento del contacto. Presentan las similitudes y diferencias sobre las técnicas de manufactura, las formas de organización en los procesos de trabajo, las herramientas, las rutas de distribución, el simbolismo religioso y de poder que estas conchas tuvieron en las dos regiones, así como su valor para elaborar bienes de prestigio y ofrendas religiosas. Por último, es pertinente resaltar las investigaciones desarrolladas en el Proyecto técnicas de manufactura de los objetos de concha del México prehispánico, en las que se ha aplicado una metodología que ha permitido conocer los instrumentos y las técnicas de producción en Mesoamérica y su comparación con el área andina, lo cual ha dado luz sobre este tema, aunque, sin duda, queda aún trabajo por hacer.
Silvia Limón Olvera
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